Hoy en el D’A 2017 hemos visto la aburrida, larga y terrible «Le secret de la chambre noire» y la pequeña joya israelí «People that are not me». Las analizamos.
Pasado el ecuador del festival, ya tenemos en nuestra mente las primeras favoritas del D’A 2017. Sin embargo, aún quedan algunos días por delante y, seguramente, aún faltan muchas sorpresas por llegar. Este miércoles contemplamos con sopor «Le secret de la chambre noire«, último filme de Kiyoshi Kurosawa, y descubrimos un diamante en bruto: Hadas Ben Aroya, realizadora de «People that are not me«.
«Le secret de la chambre noire»: Los fantasmas de la culpabilidad
Nos proponemos descubrir la figura de Kiyoshi Kurosawa a través de su primer trabajo fuera de Japón, pero la verdad es que no podríamos haber elegido peor. «Le secret de la chambre noire» es una cinta larga, aburrida y bastante anodina que demuestra que Francia no era el país idóneo para Kurosawa para dar el salto internacional. El guión de su película; el imaginario que hay detrás de él no casa con el entorno francés que se empeña en retratar. Los actores no parecen convincentes (porque están mal dirigidos) y constantemente nos preguntamos sin no hubiese quedado mejor situar la historia en los alrededores de una casa japonesa.
«Le secret de la chambre noire» nos sitúa en una mansión francesa dónde vive un fotógrafo obsesionado con realizar daguerrotipos. La modelo es su propia hija, que pasa horas en la misma postura obligada por su padre. El fotógrafo, necesitado de ayuda, contrata a un asistente; el cual se empeñará en comerle el coco para que venda la casa y así quedarse con una comisión de la venta.
Si el argumento ya parece lánguido y sin mucha sal, Kurosawa le añade el que es ya el leit motiv de este festival: fantasmas y espíritus del pasado que rondan a los protagonistas. Como en «Personal Shopper« y «L’imdomptée«, aquí también el fotógrafo y su ayudante viven rodeados de extrañas presencias fantasmagóricas. Al viejo le recuerdan sus errores con sus seres amados mientras que el joven los usa de tapadera para alimentar su propia codicia. El tema es demasiado recurrente como para dejarlo pasar, así que hemos acabado teorizando que en la sociedad actual, que sigue siendo materialista pese a todo, los fantasmas pasados y presentes nos rodean, moldean y persiguen. Debemos tratar de convivir en armonía con ellos si queremos seguir adelante en este mundo hostil.
Volviendo a la cinta de Kurosawa; francamente, ésta tiene graves problemas de ritmo (la primera hora, más expositiva que narrativa, resulta casi soporífera mientras que la segunda es un compendio de escenas que no conectan bien entre sí) y en general, es un despropósito sin mucho elemento salvable. El dispositivo Kurosawa, con escenas oníricas que rozan el ridículo, exacerbada música melodramática en prácticamente cada escena y personajes con forma pero sin fondo choca terriblemente con el estilo francés que pretende emular. Puede que si el cineasta se hubiese quedado en su país para esta producción, o hubiese abrazado completamente la sociedad que retrata, hubiese quedado un producto más redondo. Otra vez será.
«People that are not me»: Yo soy millennial
Y del horror, pasamos a una sorpresa más que agradable: «People that are not me» de la directora, guionista y productora israelí Hadas Ben Aroya. Fuertemente influenciada por el estilo Lena Dunham (música por doquier y ese chico clavado al Adam Driver de «Girls») y en general, por la cultura popular que le rodea, Aroya configura un filme que parece, prácticamente, un fragmento real al 100% de su vida.
Joy es una joven israelita de 25 años que acaba de romper con su pareja, de la que sigue terriblemente enamorada. La imposibilidad de contactar de nuevo con su ex, quien está muy resentido por la actitud de la chica, hace que necesite crear vínculos afectivos y sexuales con otros hombres de la ciudad. Conoce a uno pero no es correspondida, tontea con otro y queda en nada, sale de fiesta a medio divertirse… Y la verdad, no pasa mucho más. Y eso es lo realmente fantástico de esta película.
Nos encontramos ante un acto de verdadera honestidad y valentía. Seguramente, Aroya se levantó un día, se miró al espejo y dijo: ahora mismo, mis mayores problemas son las relaciones románticas; así que voy a hacer una película sobre ello, sobre mi situación actual. Y a parte de escribir un guión (o un tratamiento, pues parece que hay altas dosis de improvisación) lleno de verdad y autobiografía, la muy brava decide ponerse delante de la cámara para contarlo todo en primerísima persona.
Conectar «People that are not me» con «Júlia Ist» es inevitable, pues ambas hablan de la mujer joven actual y están realizadas por directoras promesa que no temen ponerse delante y detrás de la cámara. Sin embargo, el estilo de cada una es muy diferente. Mientras que Martín apuesta por aquello más introspectivo, contemplativo y sugerente, Aroya es directa, descarada y parlanchina; como una Lena Dunham israelí. No tiene miedo a rodar (e interpretar) escenas sexuales sacadas de la vida misma (Acaba de ganar el título que sostenía «Victoria«) y a expresar con una verborrea incesante todas las locas ideas que se le pasan por la cabeza.
Joy es una millennial de pies a cabeza, que tanto podría habitar Londres como Madrid como Tel-Aviv. Una joven actual que «juega» al Tinder en la cola del supermercado, mira Masterchef mientras come patatas fritas y no tiene miedo a tomar las riendas de sus relaciones. En este mundo tan hiperconectado en el que vivimos, el amor parece ser, irónicamente, la única conexión real que nos queda y la búsqueda de Joy (o su forma desesperada para no renunciar) a él es más que enternecedora. Aunque la payasa de Aroya consigue que de la ternura pase a la psicopatía en la divertida escena final que confirma nuestra teoría: el amor es lo único a lo que aferrarse.
Si tengo que quedarme con algo concreto de la película, sería con la maravillosa banda sonora (de «This is not a love song» hasta «Where did you sleep last night«) y sobretodo con la intensidad con la que la guionista lo vive todo. La fiesta, el amor, el desamor… Y seguramente ha sido esa fuerza vital la que ha hecho que realice su primera y muy lograda película. «People that are not me» es fresca, atrevida y directa; como un buen capítulo de «Girls» realizado en Tel-Aviv.