En la primera jornada del D’A Festival de cinema d’autor de Barcelona, vimos tres obras providentes de culturas totalmente distintas.
«Ahora sí, antes no»: Darle dos oportunidades al amor
Empezamos nuestra travesía particular por la sexta edición del festival de cinema de autor de Barcelona con «Ahora sí, antes no«, el filme más nuevo del cineasta coreano Hong Sang-soo. El director, que lleva 20 años de profesión ofreciéndonos películas de gran calidad, es ya un habitual del D’A. En 2014 presentó «Our Sunhi» y el año pasado, fue el turno de «Hill of Freedom«. Este año, la seleccionada ha sido «Ahora sí, antes no«, titulada ingeniosamente en inglés «Right now, wrong then«.
La película narra por DUPLICADO el encuentro casual entre un director de cine con mucho tiempo libre y una aspirante a pintora con dudas existenciales. El encuentro dará pie a una velada juntos, dónde charlarán, coquetearán, cenarán y visitarán a unos amigos de la mujer. Si en «Hill of freedom«, Hong Sang-soo jugaba con las escenas, des-ordenándolas, para dar dinamismo y un sentido metafórico a su película, en «Ahora sí, antes no«, decide presentarnos una misma noche, (con los mismos personajes y mismas situaciones) dos veces para mostrarnos las sutilezas de la vida. En la primera, el espectador ríe mucho, pero las cosas salen mal. En la segunda… no podemos decir que salgan bien, pero sí podemos advertir un tono más esperanzador y relajado en las escenas «románticas».
La noche en sí empieza así: director y artista se encuentran en una especie de museo y después de una charla insustancial deciden tomar un té juntos. Luego, asistimos a una cena de borrachos desastrosa (un habitual en Hong Sang-Soo), una conversación sobre el amor y un monólogo aireado sobre qué es el cine. Los títulos de crédito se imponen; pero la película no ha acabado. Acto seguido, volvemos a estar en el museo. El director se encuentra con la artista por «primera vez». ¿Ha pasado algo con el proyector? ¿La película ha vuelto a empezar? No señores. Hong Sang Soo nos presenta la segunda versión de la noche. Sólo un enfoque y una planificación distinta de la escena inicial nos indican que no estamos viendo la misma secuencia por segunda vez. En la cafetería, el director deja el calco (narrativo) de lado y empieza a introducir pequeños matices en los diálogos: frases que cambian de lugar, de entonación, que se omiten, que se convierten en reflexiones… Y poco a poco vemos cómo los personajes repiten los rituales de su cita pero su forma de comportarse dista mucho de las que hemos observado en la primera parte de la película. Con todo ello, Hong Sang-Soo quiere darnos una lección de vida: la diferencia radica en los pequeños detalles y una noche puede ser vital o intrascendente dependiendo de cuatro frases y dos sonrisas.
Hay cosas de «Ahora sí, antes no«, que podrían molestarnos. Este punto ególatra y narcisista del personaje masculino, que incluso parece un reflejo del propio director, su duración, algo larga, y un uso demasiado marcado de la música oriental. Sin embargo, todo esto son pequeños defectos perdonables. Lo perdonamos en pos de una película que, en general y como es habitual en Hong Sang-Soo, reflexiona sobre la vida, el amor, la existencia y la creación artística. Las conversaciones sinceras, llenas de verdad, naturales y de lo más humanas vuelven a ser lo más destacable de su obra. Sin olvidar, claro está, sus largos planos secuencia con zooms-in y zooms-out míticos y sus toques de humor absurdo, siempre tan agradecidos. – MARINA CISA
«Taklub», los desastres de un tifón en Filipinas por Brillante Mendoza
Hablar de cine filipino de autor es hacerlo de dos figuras conocidísimas dentro del universo festivalero internacional. Por un lado tenemos a Lav Díaz, quien se caracteriza por sus largometrajes maratonianos capaces de llegar hasta las diez horas de duración. Ajustándose más a tiempos estandarizados para el metraje de un filme, encontramos a Brillante Mendoza, habitual de Cannes y cuyo penúltimo trabajo acaba de llegar a la ciudad condal. Hablamos de «Taklub», un proyecto en el que el cineasta se adentra en las consecuencias reales que ocasionó el tifón Yolanda, una catástrofe que arrastró más de 2.500 muertos en 2013. Y es quizás en este acercamiento donde encontramos ciertas dolencias en el filme. Porque bien es sabido el reconocible estilo del realizador, aproximándose a lo filmado, utilizando un movimiento tembloroso de una cámara colocada en una posición muy baja y que logra enfatizar con el sufrimiento y el agobio. Y todo ello es acompañado de unas tonalidades frías, consiguiendo unas imágenes poderosas, cargadas de dolorosa verdad. Es por eso que la película se resiente en sus subrayados, en la utilización de la música extradiegética y la búsqueda artificiosa de la visceralidad.
Y todo este enfoque puede resultar erróneo en cuanto nos sumergimos en lo que trata de relatar «Taklub». Porque su incisión en el temor que infundan los elementos naturales, el fuego, el agua, la tierra y el viento, no congenia con los recursos estilísticos empleados. Sin embargo, en sus secuencias más cargadas de cotidianidad, encontramos un interesante atisbo de docuficción, radiografiando con acierto numerosos aspectos de lo acontecido. La necesidad de ser ayudado, la lucha por la supervivencia o la relación entre el hogar construido y el medio serán algunas de sus constantes. Por otro lado, no cabe olvidarse de la convivencia entre la religión cristiana, que adopta ciertas licencias de la tradición budista, y su conflicto supersticioso con la ciencia. Tampoco del pasotismo médico y la falta de empatía de los profesionales.
Por último, destacar sus inesperados títulos de créditos, fusionando realidad e ilusión fílmica con sutileza, belleza y maestría. – LUIS SUÑER
«600 millas»: Tim Roth entre pendejos
La jornada terminó en el Aribau club 1 con Tim Roth y un puñado de pendejos. Ganadora a mejor ópera prima en el festival de Berlín en 2015, presente en el apartado Horizontes Latinos en el festival de San Sebastián y con 13 nominaciones a los premios Ariel, «600 millas» es el potente debut cinematográfico de Gabriel Ripstein, hijo del legendario director mexicano Arturo Ripstein.
Sin duda, la primera escena de «600 millas» es uno de los momentos más impactantes de toda la cinta. Un adolescente estadounidense entra en una tienda de armas, y el vendedor, sin cuestionarse nada, empieza a mostrarle rifles y pistolas alabando sus cualidades para «dar en el blanco». Y justamente este es uno de los puntos fuertes de «600 millas«: su descaro a la hora de mostrar la enajenación americana alrededor de las armas. Sin miedo ni pelos en la lengua, Gabriel Ripstein, expone la libertad y el poco control con el que los americanos negocian con armas, alegando que son para cacería o defensa propia.
Sin embargo, Gabriel Ripstein, mira el territorio americano desde una perspectiva mexicana y por eso su máximo protagonista es un joven mexicano interpretado por un extraordinario Kristyan Ferrer, quien pese a su corta edad tiene un CV muy largo en su haber. Arnulfo, el personaje que interpreta, es un jovencito metido en el tráfico de armas que compra pistolas a USA para negociar con ellas en Latinoamerica. Sus acciones no pasaran inadvertidas y un veterano agente de la ATF, le echará el ojo e intentará pillarle. Debido a un malentendido, Arnulfo se verá obligado a secuestrarlo y llevarlo a México.
En su película, Ripstein pone énfasis en la familia mexicana, muy unida, y en el cruento negocio de las armas; dos conceptos antagónicos que nos hacen ver a los habitantes del país como gente linda a la par que peligrosa. En el centro, el realizador pone a una estrella estadounidense: Tim Roth. Roth, que de dio a conocer en «Reservoir Dogs» y últimamente ha sido visto en «Los odiosos ocho«, ambas del maestro Tarantino, empieza a ser considerado un «actor viejo de los de calidad» y aporta a la cinta, un toque muy USA y muy INDIE que nos lleva al imaginario Hollywood en momentos puntuales.
Cuando el agente y Amulfo entran en contacto, ambos son hostiles con el otro. Sin embargo, el agente hace un esfuerzo por ser amable y ayudar al chico. Cuando entramos en México, se nos impone una «falsa» verdad. Los americanos venderán armas, ¡pero quienes las usan son esos pendejos de mexicanos! ¡Ellos son los malos! ¡Si además, Tim Roth no para de ayudar al chico! Sin embargo, al final, la verdad que quiere exponer Ripstein sale a la luz. Cuando Amulfo baja la guardia, Tim Roth se desenmascara como el auténtico pendejo de «600 millas» demostrando a todos que el americano vela por si mismo y por nadie más.
El final abrupto de «600 millas» casa a la perfección con su principio. Gabriel Ripstein, con la película, quiere presentar la sociedad mexicana, podrida por culpa del tráfico de drogas y armas, pero ante todo, quiere mostrarnos, sin tapujos, la mirada glacial de los americanos ante este hecho. Gente con acceso a armas, que velan por ellos mismos y que hacen caso omiso del prójimo latinoamericano. – MARINA CISA