Terence Davies nos lleva a la campiña escocesa de inicios del siglo XX con la hermosa «Sunset Song» y «Baden baden» trata de la liberación de la mujer moderna
«Sunset Song«: Hermosa mirada nostálgica hacia la campiña escocesa
Y hoy nos encontramos con una de las mejores cintas del festival, la arrebatadoramente hermosa «Sunset Song» de Terence Davies. Habitual del D’A (estuvo hace tres años con «The deep blue sea«), Terence Davies vuelve al festival con una obra de magnificencia destacable. «Sunset Song» es la adaptación cinematográfica de la novela homónima escrita en 1932 por Lewis Grassic Gibbon. El libro, considerado uno de los más importantes de la literatura escocesa, contiene en sus páginas, la historia de la vida de Chrissie Guthrie, una campesina de Kinraddie, un pueblo escocés de la campiña. Empezando en su adolescencia, Grassic narra sus problemáticos días con un padre maltratador, una madre silenciada y un hermano con ganas de desaparecer y su rendición y confinamiento en el pueblo. La novela sigue de cerca los pasos de esta joven para ser testigo de los momentos más importantes de su vida: el primer amor, su boda, el nacimiento de su hijo… Terriblemente punzante, la historia da vueltas sobre sí misma, cerrando círculos constantemente y apuntando a algunos de los eventos más desgarradores del siglo XX como es la primera guerra mundial. En «Sunset Song» hay esperanza y sueños, pero estos acabaran rotos y despedazados por circunstancias externas. Como en «Tyrannosaur» y otras obras del cine inglés, el naturalismo infecta toda la novela para decirnos que los personajes no pueden escapar de su destino, que están ligados a la tierra, que el hombre siempre tropieza con la misma piedra.
Terence Davies tiene una muy buena materia prima entre manos, eso es cierto. Pero trasladarla a la gran pantalla no es tarea sencilla y Davies demuestra su maestría configurando una cinta que contiene la narrativa de Grassic Gibbon y el estilo visual inherente del cineasta. Teniendo presente las palabras y descripciones del libro, Davies trabaja con la puesta en escena para elaborar maravillosas escenas que desprenden una nostalgia inusual; que despiertan en nosotros una melancolía hacia un pasado que aunque no hemos vivido, sentimos como nuestro. Conocedor de la novela, Davies sabe perfectamente cuando detener la narración e insertar una canción o un momento «en blanco» para hacer crecer un sentimiento en el espectador. No sólo la acción hace grande «Sunset Song«. También lo hace la «no acción». La cinta de Davies no es una obra lánguida y alargada, es una película hecha desde el sentimiento más nostálgico y que evoca (e invoca) con imágenes todo tipo de sentimientos universales. En «Sunset Song» hay dolor, lágrimas, gritos… pero también hay amor incondicional. La música de Gast Waltzing, las interpretaciones brillantes de Agyness Deyn (heroína de la cinta y casi debutante en la gran pantalla), Peter Mullan (magnífico en un papel con una gran carga emocional para él debido a razones personales) y Kevin Guthrie (que tanto hace la cara de enamorado más convincente del mundo como la de un hombre trastornado tras su paso por la guerra) y el trabajo de planificación excelente de Davies colocan a «Sunset Song» como todo un must-see, una experiencia sensorial, vital, que debe ser vista por ojos ávidos de historias más grandes que la vida; pero que en realidad, simplemente relatan la vida, de forma extraordinaria.
Quisiera remarcar de nuevo el maravilloso trabajo de planificación de «Sunset Song«. Davies alterna en su cinta el uso de planos estáticos con el de largos trávelings, confiriendo un sentimiento, una sensación, a cada uno de los dos mecanismos. Por ejemplo, Davies opta por plantar la cámara en el momento en el que el padre maltratador cae de su carromato por culpa de un aneurisma. Un sobervio Peter Mullan se retuerce, arrastra y gime por el suelo mientras la imagen permanece estatica. Ese estaticismo, que dura y dura, hace que incluso nos alegremos porque el hombre tenga que esforzarse para sobrevivir, aunque bien es cierto que la imagen en sí es terriblemente desagradable. En otros momentos más introspectivos y sensoriales, Davies se decanta por el trávelling, cercando así a los personajes o descubriendo recoveros escondidos de la casa del campo. Sus ligeros y elegantes movimientos nos trasladan al imaginario de la grandes epopeyas protagonizadas por heroínas, que sin superpoderes, llevan a término una tarea heroica: seguir de una pieza (por fuera y por dentro). La planificación, unida a una fotografía impecable, hacen de «Sunset Song» una maravilla visual que va más allá de la típica factura del «heritage drama británico«.
El uso de la voz narrativa en off y en tercera persona, de las canciones folclóricas y de los arcaicos fundidos para transicionar entre dos escenas remarcan esa idea de la gran película antigua, de esa historia contada para ser recordada. Cuando contemplas «Sunset Song«, tienes la sensación de estar viendo una película magistral, un relato que es trasladado a la gran pantalla para ser consumido como un melodrama contenedor de todas las emociones de la vida. ¿Y qué decir de esos planos de Agyness Deyn en el campo y de ese epílogo que eriza la piel de una forma que no consigue hacer ni «Brokeback Mountain«? Terence Davies es un nuevo clásico, de la misma manera que lo es Joe Wright cuando nos ofrece un producto como»Expiación«. Cineastas que nos llevan a rememorar las grandes películas de antes, aquellas que recogían reconocidos textos literarios y los presentaban como el evento del año. Puede que ni «Sunset Song» ni «Expicación» sean eventos ineludibles, pero contienen un trabajo visual, narrativo y emocional mucho más concienzudo que sus antecesoras. Junto a Despelchin, Davies se confirma como una de las perlas del D’A 2016. – MARINA CISA
«Baden baden» y la lucha de liberación de la mujer moderna
Un canto enérgico sobre el poder de la libertad de la mujer truncado por una multa de la autoridad. Con esta introducción se podría tratar de abordar el filme belga «Baden baden» de la directora Rachel Lang. Nos encontramos ante un trabajo cuyo objetivo es el de mostrarnos distintas pinceladas que desprenden pedazos de verdad en la caótica vida de Ana, una joven de 26 años que trata de sobrevivir sin perder su propia fe dentro del aun más caótico mundo al que no acaba de acomodarse. ¡Ni ganas que tiene! Porque esta mujer opta por liberarse de la carga otorgada al sexo femenino desaconsejando voces críticas que coarten su comportamiento. Ella decide moverse con fluidez por la sexualidad, disfrutando de su propio cuerpo aunque en ocasiones sin tomar demasiadas precauciones debido a su impulsividad innata. Y parte importante del metraje se aproximará a esta faceta suya, pero no nos quedaremos tan solo ahí, pues Lang parece dispuesta a hacernos una completa radiografía sobre la vida de su protagonista. Una chica castrada por una madre que en dos simples apariciones deja entrever un carácter cauteloso y restrictivo. Y al mismo tiempo, también apreciamos el hecho de como ha asimilado el rumbo desorientado de su hija. Más afectiva será la relación con la abuela, uno de los pilares del filme y cuya filosofía de vida guarda más afinidad con la de su nieta, estrechando lazos intergeneracionales con simpatía y acierto. No se olvidará tampoco de la precariedad laboral que rige el presente de los jóvenes europeos y el desapego y la desmotivación que estos sienten hacia unos trabajos desagradecidos a los que tan solo se es capaz de llegar mediante recomendaciones directas.
«Baden baden» optará por la vía humorística, indagando en el absurdo de la vida, el patetismo de las relaciones humanas y la cara amable ante las adversidades de unos deberes sociales impuestos por terceros. Y será en este aspecto donde irradie su frescura, pero sin olvidar una capa interior que nos deja entrever las dificultades con las que tiene que lidiar la mujer liberada del siglo XXI. Los retos tildados de inútiles por la multitud pero de vital importancia para ella, supondrán una metáfora clara de una lucha feminista que apuesta per desencadenar los códigos vigentes de la sociedad europea actual. – LUIS SUÑER
Un crítico en apuros
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