Mar. Mar 19th, 2024

Abordamos una película polémica y una cuanto menos desconcertante

«Algunas bestias»

Muy emparentada con «Los sonámbulos», cinta de la que hablamos en las primeras crónicas del D’A, «Algunas bestias», película chilena firmada por Jorge Riquelme Serrano, relata sin miramientos la decadencia de una familia emocionalmente herida de muerte. Todo empieza en un lugar apartado, una finca a la que solo se puede acceder en barca. Un paraje al sur de Chile al que llegan un matrimonio de avanzada edad junto a la hija, el marido de ésta, y dos nietos que se debaten entre la adolescencia y la edad adulta. Filmada con maestría, el poderío visual de la propuesta se irá fundiendo con la psique de los distintos personajes. El escrutinio de la cámara insinuará los males que habitan en su interior para explotar sin piedad hacia sus compases finales. La reclusión involuntaria en el lugar, reflejará las distintas rencillas y recelos. El siempre complejo tema del dinero, será tan solo una excusa para entrar en un sentimiento más extremo como es del rechazo. Así pues, viviremos esta imposibilidad por ser aceptado por parte del yerno, así como su falta de empatía con una esposa al borde la depresión. Un joven incapaz de madurar, una abuela vengativa y una adolescente objetuada completarán este cóctel explosivo dispuesto a estallar en cualquier momento. Porque la esencia del filme, evidenciada en la larga escena en plano secuencia donde la familia reunida pasa la noche en el comedor, nos habla de esa imposibilidad por esconder sentimientos y emociones incapaces de soportar. Desde las más legítimas y comprensibles a las más perversas y malvadas. Y es por ello que el filme resulta impúdico y busca incomodar al espectador, si bien es cierto, que estas escenas se viven como la liberación real de un personaje abyecto y podrido por dentro.  No tendría sentido no mostrar al público lo que el personaje lleva tiempo escondiendo a su familia. Sería casi como otorgarle una victoria que en ningún momento merece.

«The 20th Century»

Hermanada en su estética con Guy Maddin, nos llega desde Canadá la alocada «The 20th Century». Una cinta dirigida por Matthew Rankin, quien utiliza unos escritos de William Lyon Mackenzie King, para reformular a su manera sus años de formación antes de dirigir el país y unificar facciones proinglesas y francesas a mediados del siglo pasado. Un acercamiento a la juventud que se sustenta sobre una proyección plástica extrema. Azules, rojos e iluminaciones desenfocadas supondrán el laberinto visual por el que se moverá el héroe de la función. Decorados surrealistas con ecos al expresionismo alemán o al constructivismo ruso del cine mudo. Un universo de irrealidad donde se proyectan desde la comedia absurda y desegradable las debilidades de una nación y un joven que debe tomar cargo de ella. Viviremos de esa manera la cobardía y el egoísmo de quien se mueve por los ímpulsos y se siente abatido con sus fracasos. Desde la sarna y el escarmiento, el cineasta se reirá de la restricción totalitaria y el lavado de cerebro que se irradia sobre sus ciudadanos. También sobre las presiones familiares y la lucha emocional entre el destino y lo que dicta el corazón.

Y es que «The 20th Century» va más allá de la mera ópera bufa. No es solo un alocado compendio de personajes ridículos, escenas explícitas y escenarios adulterados. Existe un eco trágico en su misma esencia, evidenciada en sus secuencias finales. Hay algo de obra teatral clásica, de drama en tres actos, con elementos modernos que potencian a nivel emocional las sensaciones del espectador. Un cuento sobre el crecimiento personal, la lucha contra los males propios y la búsqueda del amor, principios que deberá absorver nuestro héroe para convertirse en el presidente que su país decidirá que sea en el futuro.

 

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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