Mar. Mar 19th, 2024
Aimer boire et chanter es el film póstumo del cineasta Alain Resnais

En la cuarta jornada del festival pudimos ver el film póstumo del francés Alain Resnais, la elegante «La Sapienza» y un intenso drama adolescente protagonizado por Shailene Woodley.

Después de un domingo ajetreado, empezamos una nueva semana en el festival de cinema d’autor. El lunes fue el turno de lo que parecían tres peliculones. En primer lugar, «Aimer, boire et chanter«, el film póstumo del director Alain Resnais, que falleció el año pasado. Justamente, estos meses de abril y mayo se le dedica una retrospectiva en la Filmoteca de Catalunya dentro del marco del festival. Durante estos días, se proyectaran algunas de sus obras más emblemáticas como «Hiroshima, mon amour» (Alain Resnais, 1959) y «El año pasado en Marienbad» (Alain Resnais, 1961). En segundo lugar, se proyectaba la reflexiva, estética y, por momentos, hilarante «La Sapienza» de Eugène Green. Y por último, estaba el filme más nuevo de Gregg Araki «White Bird in a Blizzard» protagonizado por la estrella adolescente Shailene Woodley, provinente de la saga «Divergente» (Neil Burger, 2014) y el blockbuster «Bajo la misma estrella» (Josh Boone, 2014). Lo que iba a ser una tarde de sobresaliente se convirtió en una de notable, con tres cintas muy correctas que, en ningún caso, bajaron la media de calidad del festival.

«Aimer, boire et chanter»: teatralidad en estado puro

La tarde empezó con el último filme del difunto Alain Resnais, «Aimer, boire et chanter«, una comedia simpática y entretenida que se nos antoja como la evolución lógica del cine del realizador francés.

Aquellos que sean conocedores de la filmografía de este cineasta reconocerán con facilidad su estilo más reciente, y por lo tanto, aceptaran el filme con buenos ojos. Por el contrario, los que sólo conozcan la primera etapa del mítico director, dónde seguramente se encuentran sus mejores obras, se llevaran una decepción. «Aimer, boire et chanter» está en la línea de los últimos films de Alain Resnais. Una tendencia que empezó en «On connait la chanson» (Alain Resnais, 1997) y se acentuó en «Las malas hierbas» (Alain Resnais, 2009). A partir de los 90, el director viró su rumbo y apostó por un cine más cómico, divertido y con fuertes influencias teatrales. Sus elecciones de casting le llevaron hasta André Dussolier, Mathieu Amalric y Lambert Wilson y su paleta de colores se volvió mucho más saturada. En definitiva, su vejez le llevó a querer realizar películas más alegres, vitales y fáciles. Así pues, que su obra póstuma sea «Aimer, boire et chanter» es totalmente lógico y comprensible. Representa el pasito adelante que sus seguidores temíamos que daría y que, ha dado, firmemente.

El último film de Alain Resnais está protagonizado por André Dussolier y Sandrine Kiberlain

«Aimer, boire et chanter» es una comedia de enredos centrada en tres parejas maduras que viven en Inglaterra. Todos los personajes guardan una extraña relación con George, una presencia fantasmal que no se manifiesta en ningún momento del film. Sin embargo, el tal George no hará más que crear problemas fuera de campo, que luego los protagonistas tendrán que arreglar en escena, hablando y actuando impulsivamente. En el transcurso de la historia abundaran los malentendidos, las situaciones absurdas y los gags visuales.

«Aimer, boire et chanter» es una adaptación teatral, nunca mejor dicho. Resnais decide no esconderse y evidenciar la teatralidad de su película con decorados de cartón piedra, transiciones con musiquilla típica de entreacto y una exagerada frontalidad en la planificación. Incluso las interpretaciones resultan de lo más sobreactuadas y teatrales. Digamos que Resnais decide, con este dispositivo, hacer aún más simple y burda la historia que está contando. Y a la vez, el director nos lleva a centrar nuestra atención en el texto en sí.

Aimer, boire et chanter es una adaptación teatral de Alain Resnais

Con este film, se confirma el hecho de que al anciano director, en sus últimos años, sólo le apetecia pasar un buen rato detrás de la cámara y hacer reír a carcajadas al público francés. Largo tiempo ha pasado des de que fascinase al mundo con su crudo y trágico debut. «Aimer, boire et chanter» nos demuestra que, antes de irse por la puerta grande, el cineasta decidió perfeccionar su nuevo estilo y probar con los nuevos rostros del cine galo, como Sandrine Kiberlain. Pero, sobretodo, Resnais decidió elaborar un último divertimento para alegrar los corazones y las vidas de todos aquellos que lo vieran. Un auténtico regalo para el espectador burgués y francófilo de mediana edad.

«La sapienza»: amor, luz y arquitectura en Italia

Después del último film de Resnais nos enfrentamos a «La sapienza«, uno de los filmes con mayor audiencia del festival. La sala 2 de l’Aribau estaba abarrotada para ver la última cinta de Eugène Green, que, en un primer vistazo, parecía tener conexiones con la obra maestra del cine italiano, «La gran belleza» (Paolo Sorrentino, 2013). Sin embargo, el filme de Green decide recorrer otros senderos y hacerse un nombre por él mismo.

El punto de partida de «La sapienza» es el siguiente: un matrimonio con graves problemas de comunicación y confianza, realiza un viaje a Italia por motivos laborales. Al llegar al país, se encuentra con dos adolescentes muy vitales. La pareja, entonces, decide separarse un tiempo. Mientras ella se queda en un pueblecito con una chica con problemas médicos, el hombre se marcha a Roma con un futuro estudiante de arquitectura. En esos escasos días, los cuatro personajes debatirán cuestiones fundamentales relacionadas con el amor, la confianza, la comunicación, y, sobretodo, la arquitectura.

La sapienza es un filme de Eugène Green

«La sapienza» es un filme con un tempo extremadamente reposado y contemplativo que requiere de un espectador atento y totalmente involucrado en este. Eugène Green nos maravilla con sus encuadres y con las localizaciones que escoge para colocar a sus personajes. Demuestra poseer un sexto sentido para filmar edificios emblemáticos como si fueran algo más que columnas, rocas y cemento, y elevarlos a un nivel espiritual, casi paradisíaco. Sus paseos por el interior de las iglesias con música clásica añadida son una delicia que lleva, inevitablemente, a un estado de trance, del que es difícil escapar.

Una vez llegados a este estado, la película puede hacerse difícil o fácil para el espectador. Aunque esta cuente con escenas hilarantes y unos actores brillantes que demuestran ser todoterreno, «La sapienza» tiende a fascinar y a aburrir a partes iguales. El filme expone un sinfín de reflexiones sobre el arte, la vida y el amor. Las relaciones entre personajes están bien construidas y nos llegan al corazón en algunos casos. No obstante, algunas decisiones formales del director, como la frontalidad de los personajes al hablarse entre ellos, no acaban de resultar del todo. Además, la cinta se acaba alargando en demasía en su último tramo. Green, sin embargo, cuida a todos sus protagonistas, y por eso, el final se nos antoja esperanzador y vitalista. Al terminar esta aventura italiana todos los personajes han aprendido algo y todos han conocido, en mayor o menor medida, esa sapienza de la que nos habla el título.

La sapienza está protagonizada por un matrimonio en crisis

«White bird in a blizzard»: Cómo superar la pérdida materna por Gregg Araki

Para finalizar el día escogimos el último film de Gregg Araki: «White bird in a blizzard«, una película basada en una novela de Laura Kasischke y que tiene regusto a festival de Sundance.

«White bird in a blizzard» empieza con el personaje de Shailene Woodley anunciando que su madre desapareció cuando tenía 17 años. A partir de aquí, la película sigue a esa chica que ha perdido a su figura materna a través de tres años. Araki se centra en mostrar sus sentimientos y sobretodo, sus pasatiempos. Kat es una adolescente con problemas amorosos, sexuales y cualquier otro asunto típico de las chicas de su edad. Sin embargo, esa ausencia inesperada hará que su mundo se tambalee.

White Bird in a blizzard es el último film de Gregg Araki

La primera hora del filme resulta refrescante y más que correcta. Las interpretaciones de Shailene Woodley (una estrella adolescente con un extenso registro actoral), Eva Green y el guaperas Shiloh Fernández, son convincentes y nos ayudan a entrar de lleno en la historia. El relato se cuenta de forma desordenada al principio, con Woodley hablando en primera persona y contando sus experiencias amorosas, su difícil convivencia familiar y su extraña infancia. Esta manera energética y caótica de narrar unos hechos y buscar su justificación en situaciones pasadas es atrayente y sugerente. Araki configura en la primera hora una historia impecable sobre las consecuencias de una pérdida repentina en la adolescencia. Kat, el personaje de Woodley, tiene que acostumbrarse a vivir sin su madre, y lo que hace es enterrar rápidamente su recuerdo y volcarse en sus novio y amigos, sus estudios, y su vida sexual.

Sin embargo, todo lo que Araki había construido poco a poco en la primera hora, resulta en vano debido a una media hora final patética, obvia y que destruye la atmosfera del filme por completo. Si durante gran parte del metraje, Araki preparaba el terreno para una posible explosión de Kat, al final, ese clímax nunca llega. En vez de centrarse en la afloración de los sentimientos de pena, tristeza y soledad en el personaje de Woodley, el realizador decide fijar su mirada en la resolución del caso de la madre desaparecida. Esa resulta ser la peor opción de todas, porque el misterio de su desvanecimiento resulta ser un auténtico sin sentido que solo busca el efectivismo y la cara de sorpresa de algunos espectadores desprevenidos. Relamente, no había ningún interés en saber qué había pasado con el personaje de Eva Green. El interés residía en saber si de verdad la chica podía vivir tranquilamente con una ausencia tan destacada como la de su madre.

White bird in a blizzard está protagonizada por Shailene Woodley

En conclusión, «White bird in a blizzard» arranca de manera sobresaliente, pero termina como un culebrón barato y morboso. Una verdadera lástima. Aún y así, la película es salvable gracias a su primer tramo, absolutamente absorbente y a una banda sonora que incluye temazos de New Order, Depeche Mode y The Cure.

Por Marina Cisa

Film PR, Social Media Manager, Productora y lo que me echen. Comunicación Audiovisual en la UPF y a mucha honra. Cinéfila hasta límites insospechados. Una vez toqué a Xavier Dolan y me firmó el DVD de "Yo maté a mi padre". Espero ver a monsieur Godard en vida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.