Dime quién era Sanchicorrota, Seré asesinado y Metamorphosen, tres buenas películas, de registros distintos, cada una con un lenguaje particular, que no te dejan indiferente.
Sanchicorrota, Bandolero a reacción
Como en casi todos los festivales hay que sacrificar muchas películas que deberías haber visto. Esa es la sensación que me queda después de ver Dime quién era Sanchicorrota. Adscrita a la sección Panorama –documentales de factura nacional fuera de concurso- la cinta podría competir con cualquiera de la sección Oficial. No diré por el calentón de acabar de verla, que es la mejor película que se ha paseado por Documenta Madrid, pero, sin duda, es de esas que quedan en la memoria. Nacida del Proyecto X del festival punto de vista, el premio consistía en producir un documental en Navarra rodeado de silencio. El realizador, Jorge Tur Moltó, decide deambular por el desierto, cerca de las Bárdenas, en los alrededores de un campo de tiro para aviones militares y buscar la huella del bandolero Sanchicorrota. La historia del bandido, pura leyenda, corre de boca en boca, distorsionada por cada voz que, como un eco, pasa de personaje a personaje y con él, un cuadro devastador de un rincón desconocido. Pastores de diferente calibre, cazadores, ganaderos y habitantes de la zona, se mimetizan con los horizontes groseros y la saña del viento. Jotas a viva voz sajadas por cazas crujiendo el suelo. Y en suelo, calaveras. Con humor y maestría plástica, la película es una delicia, en los márgenes de lo que comúnmente se conoce como documental, pero de una factura superior.
Seré asesinado, por el contrario, es de esas cintas que se denominan docudramas. Con calidad pero docudrama. Hasta tal punto es así, que el relato funciona como ficción. Y utiliza las artimañas narrativas más viles para componer una historia inverosímil pero real. Seré asesinado es una reconstrucción de uno de los asesinatos e investigaciones, supongo, más surrealistas que la historia de Guatemala ha tenido a bien conocer. Rodrigo Rosemberg es un abogado de alto copete –estudió en Harvard- que días antes de ser asesinado se graba acusando al Presidente de Guatemala de su muerte. En el entierro, se reparten, como última voluntad, las grabaciones a los asistentes y el vídeo le explota en la cara al gobierno. Guatemala, lastrada por un pasado reciente de violencia, cree el relato de Rodrigo hasta el punto que la ONU interviene. La investigación, que corre paralela a la película es un despliegue de giros argumentales, traiciones, sicarios, policías corruptos y altos cargos del gobierno, nos lleva a conocer aspectos más oscuros del personaje y de la corrupción política de Guatemala.
Metamorphonsen es imprescindible.
Y, a las ocho en punto, con rigurosa puntualidad germana, se silenció el coso, apagada la sala Azcona, Metamorphosen estalló. Un manto blanco y atómico se desliza por una carretera vacía. La cellisca, silenciosa lo cubre todo. Excepto lo que no se puede ver, ni oler, ni saborear. El cesio, el plutonio, lo inunda todo. Lo atraviesa todo. Te deja vivo, te deforma o te mata. Sin tocar, sin oírlo. En una de esas regiones de la extinta unión soviética, donde pasa de todo y nadie sabe nada, la central nuclear más antigua del régimen, ha tenido innumerables fugas que han diezmado y marcado a la población que, entre ignorante e ignorada, no ha abandonado el lugar ni sus costumbres. En ocasiones salvaje y aterradora, la película apuesta por una calidad cinematográfica sublime a cago de Katharina Fielder. Un blanco y negro que es plata pura, es Avedon dirigiendo la fotografía de este filme alemán que juega en otra liga, la del trabajo artesano y sufrido del documental. Montado con pausa, la del tiempo que allí se detuvo, con gotas de vanguardia, con mimo y afecto hacia los personajes, Metamorphosen, dirigida por Sebastian Mez, es una de las mejores películas que puedes ver actualmente. Por cierto, viernes a las 16.00h, de nuevo en la Cineteca del Matadero.
[…] Metamorphosen se ha llevado el segundo premio. Merecido reconocimiento a una producción mínima que despliega en la pantalla una ingeniería visual abrumadora y excitante. Además de tratar con crudeza y consideración a una galería de personajes vencidos y olvidados del régimen soviético. […]