Abordamos tres filmes de Documentamadrid que dialogan entre ellos, «Esquece Monelos», «Untitled» y «La película de nuestra vida»
La función didáctica que debería haber implícita en el cine, se asoma en la programación de Documentamadrid a través de películas como «Esquece Monelos« de Ángeles Huerta, la cual a su vez dialoga con otras dos, «Untitled« Michael Glawogger y Monika Willi y «La película de nuestra vida« de Enrique Baró Ubach. Lo hacen en cuanto a que la memoria y los recuerdos son sus temas principales, aunque cada una lo aborde a su manera. En «Untitled« y «La película de nuestra vida«, esta idea se hace más patente a través de los espacios vacíos, de las huellas que el tiempo ha dejado en una casa o un edificio, por ejemplo. En las dos películas habría un material recuperado (found footage), de diferente manera y de una forma casi simbólica en la primera que, en cualquier caso, marca el punto de partida de ambos. En «Esquece Monelos«, es donde más evidente se hace esa función didáctica. La memoria se hace tangible a partir de una enfermedad como el alzheimer, y la metáfora de Ángeles Huerta se modelará a partir de ese trastorno, que no dejará de ser un mal colectivo sobre el que luchar y, al fin y al cabo, base de la estructura de su discurso.
«Esquece Monelos»
«Esquece Monelos« basa su desarrollo en vincular la idea del alzheimer con el progresivo olvido del río Monelos de A Coruña. Diferentes desvíos de su caudal, la construcción de un polígono hasta recordar su soterramiento, para dar paso, por ejemplo, a Centros Comerciales. El lugar que este ocupa en la memoria colectiva y las diferentes decisiones que progresivamente lo fueron sepultando, se dan la mano con la idea de cómo esta decisión política, afectó a los hábitos y costumbres de sus habitantes, debido al desempeño de tareas que realizaban en torno al mismo. Se trata de un río que estaba integrado en su rutina, como algo vital. Estas decisiones guardan también relación con la abolición de diversas viviendas, que contemplan en una proyección varias mujeres en un cine, mientras comentan lo que aquello supuso para ellas.
La idea principal en que se basa «Esquece Monelos« está construida a partir de un ejemplar uso del montaje, donde las piezas quedan ensambladas de manera que la paulatina superposición de capas afianza la solidez del vínculo de ideas mostrado, así como con respecto a las diferentes derivas que hay en el film. Las capas se superponen una sobre otra, dando cuenta de la idea, de un modo muy sencillo, pero eficaz. Es aquí donde se atisba esa gran labor didáctica que transpira el film, así como de otros elementos como un personaje explicando el origen de la enfermedad, por ejemplo.
«Esquece Monelos« presenta hallazgos que surgen de la asociación de diferentes ideas y ponen de manifiesto que no estamos ante una película que hable solo sobre el alzheimer, que también, pero es algo que dilata y su directora lo lleva al un terreno que se podría denominar como memoria colectiva. Es pertinente esta asociación de ideas, al tratarse el punto de partida de una enfermedad. Igual que las proteínas se van acumulando en un lado del cerebro, origen de la misma, los residuos hubo un momento que empezaron a acumularse en el río Monelos de A Coruña. Sin embargo, aunque no es una película sobre el alzheimer, la directora opta por personificar esta enfermedad, haciéndolo muy sutilmente al filmar las manos de personas afectadas por esta enfermedad. La directora nos muestra manos que se cruzan o que pintan un gran folio blanco.
Por último, Ángeles Huerta se permite disertaciones, dentro de la estructura adoptada, las cuales pertenecen a un ámbito de la intimidad. Al inicio, por ejemplo, se viene a decir a través de una voz en off, que lo que no se dice, no forma parte de la historia y que, muchas veces hablamos de más, sin decir nada y, sin embargo otras, al guardar silencio, guardamos lo más importante. Surge aquí la vinculación con los secretos, sobre los que la misma voz en off reflexiona más adelante. Dice, de nuevo la voz, “no sé guardar un secreto”. Ángeles Huerta parece querer decirnos que al no guardar secretos y decirlo todo, aunque esto suponga una gran traición con esa persona, tiene una contrapartida y es que formará parte de la historia, que al fin y al cabo, es lo que no debemos olvidar, nuestra historia.
«Untitled»
«Untitled» de Michael Glawogger y Monika Willi fue estrenada en la última edición del Festival de Berlín y mantiene en su intención de originaria la idea de hacer una película sobre el movimiento y el viaje. El director austriaco Glawogger, falleció de malaria en 2014 mientras rodaba en África y después de lanzarse por medio mundo sin rumbo a filmar una película sin argumento.
«Untitled» nace con la única intención de filmar, sin que existan más pretensiones que esta, sin un hilo conductor que dé uniformidad a la historia. Sin embargo, y aunque eso se aprecia en la película, esa especie de caos inicial, fue puesto en orden por la montadora Monika Willi. Es un trabajo con grandes transiciones, podrían decirse que bruscas, por la diferencia entre los ámbitos que se combinando entremezclando, consiguiendo la idea de partida de hacer una película sobre movimiento y viaje. Los lugares sobre los que Glawogger emprendió en 2014 su ruta fueron los Balcanes, Italia y parte de África.
«Untitled« es un film, en muchos momentos sofocante, al dar cuenta de situaciones terroríficas que reflejan la pobreza imperante en una parte del mundo. Un camión de basura descargando mientras gente espera su volcado para abalanzarse sobre todo lo que vuelva y coger todo lo posible y que sea aprovechable. En otros casos Glawogger filma los espacios vacíos, casas o edificios vacíos que han quedado deshabitados debido a conflictos armados y que observamos ante la sorpresa de otra persona, que nos transmite su misma impresión.
El testamento cinematográfico de Glawogger, proyecto que nació con ausencia de un argumento, finalizado por la montadora Monika Willi, en forma de alegoría tanto sobre la pobreza reinante en una parte del mundo, como sobre las huellas de los conflictos bélicos que se pueden rastrear, así como del absurdo de esta situación.
«La película de nuestra vida»
En la ópera prima de Enrique Baró Ubach, «La película de nuestra vida«, surge de nuevo la necesidad de filmar sin que deba haber otros motivos que vayan más allá de la pura diversión y pasión por hacer cine. Diferentes momentos servirían de ejemplo sobre esta idea, pero si hubiera que destacar uno, sería ese en que los tres personajes están en la piscina, uno de ellos trae aperitivo para picar y explica cómo deben comerlo despacio, para lo cual deberán dar vueltas a la piscina. El buen humor que arroja esta secuencia es un motivo suficiente para justificar una selección en este festival.
Enrique Baró encontró material filmado (found footage) con el que pensó podría realizar una película. Pidió permiso al propietario del mismo y, obtenido el mismo, inició el proyecto. Protagonizada por Nao Albet, Francesc Garrido y Teodoro Baró Rey, el film nos muestra un día de verano en la casa donde se desarrolla la historia. Se alternan imágenes del pasado y del presente, así como canciones, alguna de ellas dedicadas a las madres, reivindicando la labor que éstas hacen.
El director evoca momentos en paralelo en los que vemos en primer lugar el material encontrado (pasado) y, de la misma forma, filma a continuación la misma escena (presente) con los personajes haciendo mismo recorrido que acaban de realizar en el pasado. Un rasgo significativo, en este sentido, es el uso del material encontrado, junto con sonido de conversaciones del presente. Esto da una idea de la voluntad del director de superponer unos elementos sobre otros, fundiendo pasado y presente, dando lugar a diferentes interpretaciones, ya que los personajes podrían ser tanto la misma persona, como tres generaciones diferentes (hijo, padre y abuelo). En cualquier caso, es algo que no se dice, mostrándose ambigua la película en este sentido y que no llegamos a saber,. Sin embargo, hay un personaje fundamental entre los tres anteriores, la casa, testigo mudo del paso del tiempo, que ha permanecido en todo momento, así como otros elementos, comics o revistas de cine, que evocan la infancia, al igual que ese actor (especialista de escenas de acción) que recuerda con la música que lo acompaña, por ejemplo, a las películas de Sergio Leone.
«La película de nuestra vida« muestra el emocionante palpitar de la memoria en el transcurso del período estival, y trasluce el recuerdo de aquellos veranos de la infancia. Muestra una idea sobre la simetría de la memoria y cómo el tiempo ejerce una función de eje central divisor entre presente y pasado, que nos permite tomar conciencia de que la aparente banalidad de una conversación, no es tal y que siempre nos quedará la canción de nuestra vida.