Andrea Arnold y Nicole Garcia presentan proyectos muy opuestos. Los buenos tipos de Shane Black proporcionan unas saludables risas.
Tengo pendiente explicaros la guerra de castas que es esto de las acreditaciones de prensa en Cannes. Pero una conversación que presencié ayer os servirá como adelanto del tema. La “guerra” que algunos alimentan y/o protagonizan y que enfrenta a blogueros y medios tradicionales, debe estar más extendida de lo que nos pensamos. En la cola para la película “The Transfiguration” un periodista, con acreditación rosa, se quejaba de estar compartiendo cola con azules y amarillos, mientras otros compañeros entraban directamente. Al periodista, de Variety, le respondía otro compañero con un “lo mismo decía ayer el redactor de IndieWIRE”. Una sonrisa congelada más tarde, el rosado de Variety contestaba “IndieWHAT?”.
“American Honey”: el lado amargo del sueño americano
Andrea Arnold se está especializando en juventudes conflictivas. Lo hizo con “Fish Tank”, incluso con “Cumbres Borrascosas”, y ahora incide con este relato de jóvenes adultos que buscan su porción del sueño americano recorriendo el país en una furgoneta. Una especie de familia acogida con trasfondo sectario, en la que sus miembros atraviesan el Medio Oeste tratando de captar incautos que se suscriban a sus revistas, cometiendo pequeños delitos y viviendo una vida de aparente fiesta y despreocupación. Aparente porque si se procede de todo tipo de familias disfuncionales, el viajar compartiendo espacio con ochos personas, más escuchando rápida, debe parecer un fin de semana en un spa.
Pero la realidad es que esos jóvenes viven esclavizados por esa proxeneta laboral a quien da vida Riley Keough. Krystal les alienta a conseguir dinero (del que se queda un porcentaje alto) por todos los medios que puedan. Ella, que alquila habitaciones de dos personas en las que duermen cuatro o cinco mientras en su habitación tiene bolsas de Victoria’s Secret, es la representación de un sueño americano pervertidos por la codicia y la explotación. Su personaje está en la sombra de las acciones y las decisiones del grupo. Sobre todo en las de Jake, a quien da vida Shia LeBeouf. Un personaje complejo con el que el actor realiza una estupenda interpretación. Star, el personaje de Sasha Lane, abandona también su propia familia disfuncional, en busca de otra vida y de libertar. Una libertad que la directora simboliza con el vuelo de los pájaros, mientras que arañas e insectos son el símbolo de una vida anterior, más desagradable.
Es una versión moderna y mucho más chabacana del triángulo amoroso que vimos ayer en “Ah-ga-ssi”. Pero como en este, también en “American Honey” asistimos a la utilización del sexo como instrumento de poder. Arnold y su cámara se acercan a cada protagonista, buscando el detalle que le haga diferente en esta secta que los aliena. También juega con la evocación y el simbolismo, hasta abusar un poco de ello, cayendo en la redundancia. En conjunto, resulta una película irregular, como sus propios personajes, pero que nos acerca a esa otra cara del sueño americano, la que no es dulce como la miel.
“Mal de Pierres”: cuando la cosa no funciona
Hay películas que ya desde que comienzan los créditos finales sabes como vas a enfocar la crónica. Otras necesitan un reposo, ya sea por rebajar un exceso de exaltación o para reflexionar sobre si una supuesta decepción ha sido tal. Posiblemente, de haber escrito la crítica de “American Honey” anoche, hubiera sido distinta a la que precede estas líneas. Respecto a “Mal de Pierres” , llevo todo el día pensando una forma de comenzarla distinta de “tremenda decepción la película de Nicole Garcia”. Y lo he logrado, pero hasta cierto punto, porque sí ha sido una decepción. Ni la dirección de Garcia que pretende buscar la contención y el intimismo, ni el trabajo de Marion Cotillard logran que la película salga a flote.
En parte, Nicole Garcia ha provocado muchas ganas de leer la novela homónima Milena Agus, por conocer un poco más a los personajes y las circunstancias, y poder interpretar ciertas decisiones narrativas que en pantalla no funcionan. De hecho, el supuesto giro dramático resulta tan inverosímil que no logra el desenlace en el punto álgido de la sensibilidad que busca. La película, de hecho, se esfuerza tanto en provocar ciertas emociones en el espectador, a través del continuo sufrimiento de Cotillard, que acaba agotando. El sobreesfuerzo de la actriz resulta más creíble en escenas donde la falsa calma presagia una nueva tormenta de la enfermedad mental de su personaje. En las escenas con Alex Brendemühl tampoco se encontramos el tempo adecuado para la cinta. En cambio, durante el desarrollo de la relación Gabrielle con André Savauge (interpretado por Louis Garrel), la película encuentra un equilibrio y un ritmo que acaban por diluirse.
“The nice guys”: la buddy movie de Shane Black es una propuesta gamberra que funciona muy bien
Cuando una película comienza con “Papa Was a Rollin’ Stone”, de The Temptations, tienes alguna sospecha de que estás a punto de pasarlo bien. Shane Black, director de “Iron Man 3” y de “Kiss Kiss Bang Bang” ha presentado fuera de concurso “The nice guys”, dispuesto a que, entre drama y drama, nos aireáramos con unas necesarias risas. Y lo ha conseguido. La historia, una más, de dos tipos con poco amor compartido unidos a su pesar, protagonizada por Russel Crowe y Ryan Gosling. Una nueva versión de esas películas de colegas forzosos, pero con un planteamiento muy setentero y una pareja protagonista con una inesperada química, que funciona porque no falla en sus aspiraciones: entretener. No entender lo de “setentero” como algo peyorativo. Muy al contrario, en una época donde el estilo Bourne (persecuciones a alta velocidad, frenada, choque, cristales rotos y no sabemos qué ha pasado) parece ser el patrón a seguir, persecuciones como las que presentaba “The town”, o peleas como las de la película de Black (con ese sonido exagerado en cada golpe de puños) son muy de agradecer. Además, si el inicio con The Temptations no ha sido suficiente como declaración de intenciones, Kool & The Gang, Al Green y compañía acaban por confirmarlo.
Darle los mandos del show a Crowe y Gosling es todo un acierto. La rudeza e ironía de uno, enfrentadas a la ingenuidad del otro, dan momentos cómicos muy buenos (de hecho, en dos ocasiones la sala ha aplaudido con ganas). Con ellos y con un guion ágil, Black acierta. Se le puede reprochar que en determinados momentos la película pierde un poco de punch, pequeños baches rápidamente superados. Es fácil compararla con “Money Monster”, como películas de divertimento sin complicaciones, pero donde la de Jodie Foster dejaba pistas de tipo “algo no va bien” sin profundizar en ningún tema, “The nice guys” decide no taparse, olvidarse de vías que no va a transitar y centrarse en hacer una comedia entretenida y disfrutable.
Epílogo: por supuesto, en el aplausometro hoy ganan Crowe y Gosling. Arnold y Garcia quedarían empatadas (y superadas hasta por Loach). La de Garcia tiene el dudoso honor, además, de ser una de las películas que más abandonos ha tenido. Gente con invitación, pero también acreditados.