Olivier Assayas presenta su particular actividad paranormal, en el día que «Julieta» y «Aquarius» convencen a la prensa
Dicen los del lugar que este año por el Palais hay menos gente (gracias, Odín) y menos bullicio. Dicen que el miedo a que el Festival sea un objetivo del terrorismo ha influido, otros apuntan que “hay menos rusos”. Personalmente, como primera toma de contacto me vale esta versión que un taxista ha denominado como quiet. Será tranquila, pero ayer los gritos que provocaron Shia LaBeouf y Adam Driver (no sabemos si por la llamada del lado oscuro o por “Girls”) se oían desde el interior de la zona de prensa. Y los intentos fallidos para ver “Personal shopper” tampoco hablan de poca afluencia de gente.
Por cierto, lo de las colas para las proyecciones suele dar anécdotas. Desde el momento que espectadores con invitación coinciden con esos seres con acreditación al cuello, sabes que en alguna escena te tocará vivir. En esta ocasión, cuando intentaban explicarle a una señora que no podía acceder a la planta de arriba del Gran Teatro Lumiere porque no era prensa, la interpelada contestó aireadamente que si quería, ella también se podía colgar una tarjeta del cuello para poder pasar donde le diera la gana. Gracias por tanto.
“Personal Shopper”: Assayas presenta su Cuarto Milenio
Podríamos decir que Assayas llegó, estrenó y dividió. En el caso de “Paterson” el dejarla reposar unas horas antes de escribir sobre ella no menguó la emoción que me generó la película, y que aún persiste . El caso en negativo, se ha dado con “Personal Shopper”. El reposo no ha moderado la primera reacción tras ver la cinta. Tras la proyección queda la impresión de que el Assayas director ha fallado al Assayas guionista. La historia de Maureen, una joven que trabaja como personal shopper de una celebrity, se comunica con fantasmas y que recientemente ha perdido a su hermano, es tan interesante como peligrosa. Era fácil perderle el tono, y en cuanto a guion eso no sucede. Por supuesto que hay ciertas partes que pueden parecer forzadas, pero ya puestos a hacer un acto de fe y creernos al personaje de Kristen Stewart, podemos aceptar las situaciones que se plantean. Lo que falla es cómo se plantean.
El largometraje avanza a trompicones entre fundido y fundido (en negro, por supuesto), dando en algunos momentos la impresión de una forzada continuidad. Ninguna de las escenas con componente paranormal funcionan, y eso en una película supuestamente de fantasmas es insalvable. Sí que funcionan las escenas de Stewart trabajando, entre joyas y ropa de lujo. En realidad, la actriz realiza un buen trabajo, teniendo una escena en un tren que resulta especialmente memorable. Pero no logra la interpretación tan redonda que realizó también a las órdenes de Assayas en “Viaje a Sils Maria”. En algunos momentos, “Personal Shopper” nos hace pensar que estamos ante una película de “cine en construcción”.
“Julieta”: Almodóvar y el silencio
Con las correspondientes cuotas de amor, odio, envidia y manías, Almodóvar llega a Cannes con su película más sobria y contenida. “Julieta” explora el sentimiento de culpa, el castigo que padres e hijos se imponen mutualmente, y como el silencio (ese que iba a ser el título de la película) puede ser más doloroso que una discusión. Dicen que el que espera, desespera. Almodóvar lo confirma. ¿Cómo captar el silencio en una película narrada en primera persona? En “Julieta” Almodóvar lo ha logrado convirtiéndolo en un personaje más, bajo cuyo peso se van hundiendo los personajes. Algo muy destacable en un autor para el que los diálogos siempre han sido fundamentales. El silencio es el dolor que nos provoca la ausencia de aquellos a quienes amamos, como también es el dolor que provocamos en aquellos que ignoramos. Es pensar que el ignorar algo que no nos gusta lo hará desaparecer. Es la mirada perdida de Adriana Ugarte y de Emma Suárez. Son las postales sin texto ni dirección de remitente.
Al personaje de Julieta le dan vida dos actrices diferentes con similar resultado: ambas están a la altura del viaje emocional que el director propone. Hay que destacar aquí las dos transiciones entre la Julieta del presente y la del pasado. Dos momentos visualmente muy hermosos y que hacen las veces de entreacto. El desarrollo de los personajes avanza con el de la historia, y es en el tercer acto donde obtenemos el sentido de los silencios que nos han dejado los dos primeros.
“Aquarius”: el personaje femenino del Festival
Sonia Braga ha llegado a Cannes sabedora del gran personaje que interpreta, de la fuerza con la que lo hace y de lo buena que es “Aquarius”. No es una pose de diva, es convencimiento. Y la reacción de la prensa primero, y del público después, le han dado la razón. “Aquarius” llegado al público, cautivado por el fuerte personaje femenino protagonista y su historia de resistencia. Esa historia es la de Clara, contada en tres partes, y es la de alguien que no se ha dejado acobardar nunca, incluso cuando las probabilidades no se decantaban a su favor. Sonia Braga interpreta a Clara aportándole la fuerza necesaria, pero también un halo de fragilidad que hace que resulte aún más interesante. Clara nada contracorriente y lucha contra molinos, pero no hay nada de caduco ni senil en esa mujer.
Formalmente, el filme de Kleber Mendonça Filho busca la sencillez y el detalle en cada escena, aceptando ser el continente de esa fuerza que es Sonia Braga. Pero también establece sutilmente las diferencias sociales de la sociedad brasileña. Por su impacto y por lo explicativo que resulta, el plano de los rascacielos proyectando su sombra sobre las favelas es uno de los más duros de la película. Mendonça Filho explora a través de su personaje protagonista la fidelidad a los lazos familiares y a uno mismo, y como estos de cada vez son más débiles. También retrata la fuerza de la memoria a través de los objetos. La importancia de la cómoda no es el material del que está hecha, o de su color, sino que reside en los recuerdos que nos evoca. En cierto sentido, “Aquarius” recoge la importancia del recuerdo, con un relato ágil, que culmina con un final portentoso.
Epílogo: volviendo a “Julieta”, no hay una imagen que simbolice mejor la soledad que esa bolsa de viaje vacía. Dicho esto, “Aquarius” rompe literalmente el aplausometro, si bien es cierto que se trataba de un pase con público y con presencia del equipo. También ha sido muy bien recibida “Julieta”. La cruz para Assayas, en cuyo pase de prensa, se escucharon los primeros abucheos de este Festival en Sección Oficial.