Mientras que Ozon se pierde en su afán de provocar a toda costa, Lynne Ramsay lo consigue y polariza radicalmente a la crítica firmando una auténtica pesadilla.
La película de Ramsay ha cerrado la competición del esta 70 edición de Cannes. Y lo ha hecho como debe una película que aspira a todo: logrando el aplauso convencido de buena parte de la prensa y el desprecio de un pequeño grupo, al que la película ha horrorizado. Necesarios ambos. Una película que no posiciona, que no levanta pasiones, no puede ser una gran ganadora.
En plena horas de reflexión, el jurado deberá ponderar no solo cuál de las películas vistas estos días merece suceder a “Yo, Daniel Blake”, sino todas las que en su opinión han de acompañarla en el podio. ¿Qué esperamos de Almodóvar y su jurado? Pues una Palma icónica, ya que es difícil que sea incontestable. Una película que levante un poco el perfil medio de las dos últimas ediciones.
Fuera de concurso, ha sido un peso pesado como Polanski el que ha cerrado la sección oficial. Es posible que su importancia y ascendencia en el cine contemporáneo hayan importado más que el verdadero peso específico de la cinta. En cualquier caso, se acaba una edición del Festival sin una película amada de forma unánime. Tampoco ha habido ninguna que haya recibido el escarnio de “The last face”. Solo queda saber quien se corona, quien es olvidado y que ausencia y/o presencia nos indigna con más fuerza. Después cerraremos la maleta y nos despediremos, cansados de tantos días de trote y con cierta tristeza.
“L’amant doublé”: Ozon se embolica con las ganas de provocar
François Ozon llego a este Festival como la gran baza del cine francés para lograr que la Palma se quede en casa. Ganador de la Concha de Oro en la 60 edición del Festival de San Sebastián por “En la casa”, el director no oculta sus ganas de que una Palma de Oro haga compañía al galardón logrado en Donostia. Y, a pesar de que “L’amant doublé” tiene suficientes puntos a favor, no parece que sea todo lo redonda que debería para ser galardonada.
Desde el plano con el que se abre la película, y que no vamos a explicar aquí, queda claro que Ozon juega fuerte. Inspirada en un relato de Joyce Carol Oates, “L’amant doublé” es un juego de dobles identidades y de falsas identidades. Provocadora y en algunos momentos manipuladora, la película es como ese amante al que nos enganchamos aun cuando tenemos pruebas suficientes para dudar de su sinceridad. Le seguimos el juego y pasamos muy buenos momentos. Pero al final, no podemos dejar de sentirnos engañados. Marine Vatch, quien da vida a Chloé, se presenta como una joven delicada, con problemas personales y mucha inseguridad. El comenzar tratamiento psicológico con Paul (Jérémie Renier), tendrá un efecto en su vida personal y sentimental que va más allá de la resolución de temas previamente inconclusos. Su progresivo fortalecimiento como persona, su empoderamiento como mujer, choca de lleno con el juego sexual en el que se aventura. Ozon nos presenta todas las piezas durante la primera mitad de la película. Cuando en la segunda mitad llega el momento de jugar, empieza a escondernos piezas. Algunas con la intención de elevar la tensión de la partida; otras, simplemente para confundirnos.
La parte final de la película, mezcla la realidad con lo onírico. Como recurso funciona bien, pero hay momentos que parecen no aportar nada a la historia, más allá de elevar las dosis de provocación. La confusión y la provocación que Ozon quiere hacernos llegar, ahogan por momentos al filme. Hay que reconocer la puesta en escena tan cuidada. En lo carnal, los actores funcionan bien en pantalla, a pesar de que la química que tienen ambos no es tanta como cabria esperar. De todas formas, para todas las ansias provocadoras que tiene la cinta, las escenas de sexo pecan de parecer demasiado coreografiadas. Algo que arruina el efecto que deberían tener en el espectador.
“L’amant doublé” es una película bien interpretada y que resulta estéticamente interesante, cuya narrativa resulta solvente durante la primera mitad. Hacia el final se torna en un relato autoconsciente, lo que le resta interés.
“You Were Never Really Here”: el Festival guardaba lo mejor para el final
Quienes creíamos que Lynne Ramsay no podía perturbarnos más que como ya lo hiciera con “Tenemos que hablar de Kevin”, hemos sido dolorosamente rectificados por la propia directora y esta “You Were Never Really Here”. Una potente película que se rumorea que no se ha presentado en su edición final (los créditos utilizados podrían confirmar este extremo). Sea un rumor o una realidad, la cinta funciona muy bien tal y como se ha visto en Cannes. La referencia más repetida tras las proyecciones es “Taxi Driver”. Cierto, sí. Pero con un halo de pesadilla aún más marcado que en la obra de Scorsese.
Pesadilla (o alucinación) basada en los hechos y recuerdos del personaje de Joaquin Phoenix (Joe). El hombre adulto que nunca está realmente ahí, el niño que desearía nunca haber estado ahí. Durante la película, se nos presenta un paralelismo entre las vivencias del pequeño y el adulto. No como justificación: Ramsay no tiene intención de aclarar perfiles psicológicos, sino para que entendamos el porqué de algunas acciones.
Durante toda la película se intercalan escenas oníricas bastante salvajes. Pero es que la realidad que vive Joe hace que estas parezcan apacibles: la sangrienta forma de acabar negocios; el submundo en el que hombres poderosos “juegan a las muñecas” con niñas de doce años. El abuso de poder llevado al extremo más asquerosamente abusivo, es la pesadilla última para este personaje que se retrotrae constantemente a su propia infancia. Joe es más consciente de lo que sucede a su alrededor de lo que lo era Travis Bickle. Joaquin Phoenix da vida al personaje de una forma intensa, brutal y, al mismo tiempo, comedida. No se mira al espejo preguntando si le estamos hablando a él, sino que observa lo que sucede a su alrededor con una lucidez que, en un personaje como este, da más miedo que la locura de Bickel.
Acabada o no, la película de Ramsay resulta poderosa en su planteamiento brutal, nada pacata en mostrar la violencia. Cocinada a fuego lento, la película no es un thriller al uso, con escenas de violencia y dramas personales a modo de pausa entre palizas y disparos. Aquí, la directora pisa el acelerador lo justo, para evitar la monotonía, pero nos obliga a acompañar a Phoenix en el sueño en el que se ve atrapado.
“Basado en una historia real”: un Polanski que tira de oficio para cerrar la 70ª edición del Festival
Polanski ha echado el telón a esta edición del Festival con “Basado en una historia real”, la adaptación al cine de la novela homónima de Delphine de Vigan con guion de Olivier Assayas. Tarea que se no se antoja fácil según comenta quienes han leído la novela (y no han hecho como yo, de dejarla en standby hasta haber visto la película). Más allá de comparaciones entre material original y el cinematográfico, la historia funciona a nivel narrativo, basándose en esa relación de atracción y obsesión que une a Eva Green y a Emmanuelle Seigner. Ver el pulso que mantienen las dos actrices (y que por personaje y carisma gana Green) es uno de los puntos fuertes de la película.
En la realización, Polanski ha optado por no arriesgar. Y aunque la película presenta algunos planos que resultan perturbadores únicamente por la colocación de la cámara, la dirección resulta un tanto plana. No ayuda el hecho de que el relato vaya perdiendo intensidad según avanza la película y resulte algo predecible. No sabemos si influido por todo ello o aportando su grano de arena, hasta la banda sonora de Desplat resulta algo anodina, aunque con algún pasaje interesante.
La resolución se antoja algo deslavazada y apresurada. Queda cierta sensación de que se ha eliminado parte del metraje. Con todo lo dicho, podría quedar la sensación de que estamos ante una mala película. No es así. Es una película funcional, con tramos interesantes y una buena interpretación de Eva Green. Podemos esperar todavía mejores cosas de Polanski.
Inesperado, pero en el aplausómetro, Ramsay pasa por encima a Ozon. Ella, junto a Campillo y Hong Sang-soo se confirman como los vencedores de esta edición.