Se agradece el comienzo de la competición oficial, que arranca por todo lo alto con lo nuevo del director de «Leviatán» y el regreso de Todd Haynes.
Se agradece que podamos dejar de hablar de lo que es ajeno a películas, actores y directores por asuntos ajenos a lo que vemos en pantalla. La primera jornada ha sido potente, con dos de las películas que más interés generaban a priori.
“Nelyubov (Loveless)»: un estudio del abandono y el conflicto
Andrey Zvyagintsev es uno de los directores rusos actuales más renombrados. Su cine es capaz de airear los trapos sucios de la sociedad rusa, pero consiguiendo que el mensaje sea extrapolable a cualquier sociedad u organización con casos de corrupción. Exigente en ocasiones, al final el espectador suele quedarse con una buena impresión de la película. En esta ocasión, Zvyagintsev vuelve a demostrar que no da puntada sin hilo y compone una crítica a la clase política de su país, así como a su sociedad, utilizando una historia familiar para ello. Es importante recalcar que, a pesar de la sinopsis, no estamos ante un thriller. Ante todo, estamos ante un drama familiar. Ese núcleo que, como la sociedad a la que pertenece, se desmorona.
El conflicto: el de una pareja que se está divorciando. Años de medias verdades, reproches y mala relación se convierten en una discusión permanente entre Zhenya y Boris. Su hijo, de doce años, asiste al desmoronamiento familiar al tiempo que va tomando consciencia de ser casi transparente para sus padres. Estos, que aun en pleno proceso de divorcio, han rehecho sus vidas, no parecen darse cuenta siquiera de su presencia. Ni de su ausencia. Cuando la pareja se da cuenta de que el niño ha desaparecido, su ausencia ha pasado inadvertida durante 36 horas.
El abandono: el que sufre el hijo, previo a su desaparición. Como una muñeca rusa va encajando sobre capas y más capas de desidia. Es un corte en vertical que deja a la vista del espectador hasta donde llega la sensación de desamparo: el niño que se cree un estorbo: los padres que llevan años reclamándose atención; la reacción de la policía, su poca implicación.
Mientras desarrolla estos dos puntos, Zvyagintsev juega con una fotografía contemplativa, que destaca el paisaje habitual en el que habitan los personajes. Según aumenta la tensión por la desaparición del pequeño, se recrudece el frio, se acortan las jornadas. No hay amenaza latente pero todo ha dejado de parecer familiar. Todo desemboca en la crítica, tan sutil como feroz, que hace el director. Una madre más preocupada por su imagen y por inmortalizar cada momento de su vida en el Instagram; un padre que le da importancia a la vida familiar por los motivos equivocados. El que de vez en cuando en alguna de las radios de los coches se hagan eco de las teorías sobre el fin del mundo y sus adeptos en Rusia; en que en algunos de los salones de los protagonistas se estén viendo noticias sobre la situación crítica en Ucrania, eleva a ese drama a una denuncia.
La jugada le ha salido bien a Zvyagintsev, ya que “Nelyubov” no pretende denunciar de forma abierta, pero nos da todos los mimbres necesarios para que lleguemos a conclusiones muy desalentadoras.
“Wonderstruck”: Haynes presenta una buena película, pero no enamora
El guion de “Wonderstruck”, obra de Brian Zelsnick (autor también de la novela homónima) , es un juguete en las manos de un niño. Un niño llamado Todd Haynes, que investiga y juega con él, utilizando para ello todo cuanto recurso cree apropiado en cada momento. Animación, fotografía en blanco y negro, en color. Edward Lachman, director de fotografía una vez más, parece tener recursos para lograr que el juguete parezca una pieza excelsa.
Haynes avanza en paralelo dos tramas, que entendemos que son dos vasos comunicantes… A la espera de conectar. Mientras esto es asi, la película, tanto en su base argumental como en su desarrollo formal, tiene momentos hermosísimos, que en ningún momento resulta cargante. Cuando se establece la conexión, la película llega a su cima. A partir de ahí, la película acusa un cierto decaimiento que, aunque no lastra fatalmente la cinta, si impide hablar de ella como una obra redonda.
Las interpretaciones, en esta ocasión, no tienen la fuerza de otras películas del director. Bien Julianne Moore en las dos tramas, a pesar de que sus personajes no dejan de ser los vehículos que hacen avanzar sendas historias. Presencia casi anecdótica de Michelle Williams. Oakes Fegley y Jaden Michael, los niños protagonistas de la cinta, correctos. La impresión es que, en esta ocasión, Haynes ha querido darle más peso a la imagen que a los actores, al guion que a la interpretación. En cuanto a Carter Burwell, logra una buena banda sonora, algo alejada de la excelencia de “Carol”. Y ahí es donde lo vamos a dejar. La imponente “Carol” queda demasiado reciente y cualquier comparación con ella podría resultar en un análisis poco justo de esta “Wonderstruck”.
Por último, podemos descartar que el viaje parece haberle afectado al aplausómetro. En ambas películas ha habido una recepción similar. Sin abucheos y aplausos un tanto comedidos.