Ambas despertaban mucha curiosidad entre los acreditados. Y ninguno defraudó. Coppola porque parece volver a entonarse tras una serie de proyectos que no lograron la unanimidad crítica de los inicios de carrera. Loznitsa porque presentaba una provocativa visión de la Rusia actual.
Antes de cualquier proyección, ya sea de Seccion oficial o de Un Certain Regard, se proyecta la cortinilla de Festival con el Carnaval des animaux de Camille Saint Saens. Este año presenta alguna modificación respecto a años anteriores: se ha añadido el 70, y en los escalones que conducen al firmamento cinematográfico aparecen los nombres de directores y directoras que han pasado por el Festival, que van cambiando todos los días. Entre ellos hemos podido ver a Carlos Saura y a Víctor Erice. A Coppola, Scorsese o Tarantino. A Liliana Cavani y a Jane Campion (recodemos que es la primera, y de momento única, mujer galardonada con la Palma de Oro). En algunas ocasiones hay aplausos y en otras hay cierto furor (momento fan podríamos decir), como el día que en lo más alto de la escalera situaron a Jean Luc Godard. Mientras los aplausos eran más sonoros que en días anteriores, los murmullos protestando por tan alto honor también se hacían más evidentes. Queda claro que el director es uno de los protagonistas del Festival sin haber pasado por aquí.
“La seducción”: Coppola convence con su revisión de la novela de Cullinan
Resulta curiosa la traducción del título original, “The Beguiled”, al español. Engatusado, cautivado… Hubieran sido traducciones más literales (y con menos sonoridad también). “La seducción” resulta más genérico y más acorde con la historia, que ya fue llevada al cine por Don Siegel en 1971. En “La seducción” es en realidad un juego de poder que enfrenta al soldado confederado John McBurney (Colin Farrel) y las habitantes de una escuela de ‘señoritas’ de Virginia.
El militar entra en ese microcosmos femenino tras ser encontrado malherido por una de las alumnas. Para alguien que ha estado en el frente, la tentación que supone la inexperiencia de unas, la picardía de otras o la falsa indiferencia de la directora de la escuela (interpretada por Nicole Kidman). Y a través de la tentación, se pasa a la seducción y de ahí a la manipulación. En cuento a ellas, cada una se siente atraída de alguna manera por este hombre que les forzara a replantearse su conducta con el enemigo, diferenciando al individuo que tienen en acogida de ese enemigo común, colectivo informe, con el que están enfrentadas. La seducción del seductor, el cautiverio del cautivado… La película va mostrando el juego malabar que debe hacer McBurney para lograr congraciarse con todas las habitantes de la casa, sin excepción. Cada mentira, cada impostación, van debilitando su nunca boyante situación. Hay un punto de inflexión en el que el juego se hace patente y en el que las seducidas decidirán poner en marcha su propia venganza.
Con todo esto, la película tiene una atmosfera cerrada y agobiante, ya que gran parte de la acción sucede en el interior de la escuela. También oscura, ya que muchas escenas apenas tienen más iluminación que unas velas. El trabajo de Philippe Le Sourd es uno de los más hermosos de los que hemos visto en este festival. Como lo es también el trabajo de dirección artística de Jennifer Dehghan. Y si el apartado visual está muy cuidado, no lo está menos la dirección de actores, sobre todo en lo que respecta a las actrices. Farrel está correcto, pero su personaje tiene bastante menos recorrido que los de sus compañeras.
“Krotkaya (A Gentle Creature)”: Loznitsa compone una ópera fallida
“Krotkaya” deja claro desde el principio que no será una película sencilla. Con una obertura, por seguir con el símil operístico, en la que conocemos a la protagonista y su entorno, queda patente la dificultosa vida de esa mujer de mirada triste y gesto serio. Situada en Rusia, la presentación acaba en una oficina de correos, en la que queda patente también como son las relaciones con el estado y su administración.
En el primer acto, la protagonista decide viajar hasta la población en la que está la prisión donde su marido cumple condena. El largo viaje en tren, que incluye una escena musical un tanto extraña, el posterior viaje en taxi, todo está diseñado para que el espectador sea consciente de lo dificultoso que está siendo todo el proceso. Esta primera parte de la película funciona bien. Queda patente la situación del sistema carcelario ruso. Cada oficina está atestada de gente y la cámara se pega a ellos, lo que favorece a la sensación de agobio.
En el segundo acto, más largo y parte central de la película, se relata la bajada a los infiernos de la protagonista. Todos se acercan a ella con la intención de ayudar. Y cada oferta se antoja más siniestra que la anterior. Loznitsa deja clara su visión sobre la revolución socialista y sus consecuencias, así como de la desmembración de la antigua URSS. El director apunta y dispara a matar. Personajes decadentes y muy oscuros, como radiografía de una sociedad enferma. La película se vuelve reiterativa, se oscurece en forma y fondo, avanzando hacia el acto final.
Hasta ese momento, a pesar de alguna caída de ritmo, la película funcionaba como metáfora de la situación social rusa. Su protagonista, Vasilina Makovtseva, se muestra muy hierática. Logra transmitir la sensación de abatimiento, pero el espectador no conecta con ella a nivel emocional. En el tercer acto, onírico casi en su totalidad, la película parece no avanzar, enfrascada en una escena que se alarga sin necesidad. Con un plano final descorazonador pero de una belleza incontestable, Loznitsa cierra la película que acaba pagando el excesivo metraje y los vaivenes del guion.
Desigual recibimiento para las dos películas, siendo la de Coppola más aplaudida que la producción ucraniana. En el Aplausómetro, Campillo sigue saludando al resto desde la cima.