Lo que vimos en Un certain Regard
Tras haber revisado todas las películas que competieron por la Palma de Oro, y mientras volvemos a la realidad post Cannes, vamos a repasar de una forma un poco más escueta el resto de películas que hemos visto en la pasada edición del Festival de Cannes. Empezaremos con la sección paralela, pero también oficial, Un certain Regard.
“La femme de mon frère” (Monia Chokri)
Película inaugural. Premio «Coup de coeur».
Película que se adentra en la relación de dos hermanos, que viven juntos tras el despido de Sophia. Su relación con Karim siempre ha sido muy estrecha, pero se verá puesta a prueba cuando este comienza una relación sentimental formal.
Quebec le ha dado muchísimas cosas buenas al cine, pero entre ellas no incluiríamos esta película. De temática muy manida y una puesta escena convencional, el nivel de estrés de algunas escenas, logran que incluso el espectador más entregado salga momentáneamente de la película.
“Bull” (Annie Silverstein)
Situada en una zona rural de Houston, nos cuenta la difícil adolescencia de Kris, explorando su peculiar relación con su vecino, Abe, que se ha dedicado toda la vida al rodeo y que suple, de alguna manera, a las figuras parentales en la vida de la joven.
“Bull” es una propuesta independiente humilde, pero bien escrita y desarrollada. Con un guion que no juega a salvar personajes, ni hundirlos innecesariamente, equilibra bastante bien la reflexión sobre el paso a la adultez en un entorno familiar desestructurado y en el límite de la pobreza. Lo único que se le puede achacar es que, además de lo pintoresco que nos puedan parecer ciertos personajes, no aporta nada novedoso al cine independiente actual de Estados Unicos.
“Dylda (Beanpole)” (Kantemir Balagov)
Premio a la Mejor Dirección. Premio FIPRESCI – Un Certain Regard.
Nos muestra el desgarro y las consecuencias de la II Guerra Mundial en el Leningrado de 194, a través de dos personajes femeninos, Iya y Masha. Una relación dañada de forma irreparable por la tragedia e interpretable en clave política. Segunda película de Bagalov tras “Tesnota”, también ganadora del Premio FIPRESCI – Un Certain Regard de 2017.
Sombría e incómoda en su argumento, “Beanpole” es, muy posiblemente, una de las películas formalmente más hermosas de esta edición. Por su tratamiento del color y la luz, logra contrastar la calidez del interior del piso que comparten las protagonistas con la frialdad de las calles de Leningrado, o del hospital donde trabaja una de ellas.
“Les hirondelles de Kaboul” (Zabou Breitman, Eléa Gobbé-Mévellec)
Largometraje de animación.
En el verano de 1998, en un Kaboul gobernado por los talibanes, los habitantes de la ciudad intentan vivir su vida en un entorno dominado por la pobreza, la miseria y la deshumanización.
Esta producción francesa, que adapta la novela de Yasmina Khadra, fue una de las propuestas de animación de la selección de este año. Muy sencilla tanto en su planteamiento, como en el desarrollo de su argumento, es capaz de transmitirnos la sensación de desamparo de los habitantes de la ciudad. Obra menor pero que invita a la reflexión.
“EVGE” (Nariman Aliev)
Relata el viaje de un padre de familia y uno de sus vástagos desde Kiev a Crimea para enterrar a su otro hijo.
Alegoría algo forzada sobre la situación política de Crimea, la religión y el sentimiento de arraigo. Cuenta con buenas interpretaciones y una fotografía, sobre todo en exteriores, muy lograda. Sin embargo, parece tener más intenciones que lo que finalmente vemos en pantalla. Será interesante ver como progresa la carrera de Aliev, puesto que, siendo esta su opera prima, plante ideas interesantes.