Mar. Mar 19th, 2024

Hoy tocaba misa sabática. Pero la hemos convalidado por un pase de una película sobre monjas que hacen un uso particular de las tallas con la imagen de la Virgen. Ni tanto escándalo ni tanta provocación. Aunque en julio de 2021 siguen sorprendiendo algunas reacciones cuando en pantalla, oh dios mío, sale un pecho de mujer.

David Fincher cuenta que en más de una ocasión se le ha acercado algún espectador molesto a regañarle “por haber metido la cabeza de Gwyneth Paltrow en una caja”. Y por mucho que les explique que no es así, que revisen la película, da igual. Lo han visto y punto. Pues la impresión es que con “Benedetta” está pasando algo parecido. Sí, son monjas. Sí hay escenas de sexo. Pero en realidad tiene pocas cosas que no hayamos visto antes y de forma más explícita en otras películas, pero las tienes juntas. Y claro: algún sistema se ha sobrecargado.

De la pregunta “¿qué fue primero, el huevo o la gallina?” podríamos hacer una versión más adaptada a la actualidad. ¿Qué fue primero, el provocador o el escandalizado?. Lo que está claro es que rodar escenas de sexo es muy difícil, tal y como nos lo comentó en la masterclass a la que asistimos en la Berlinale.

«Benedetta»: vida y milagros de una monja italiana

Para analizar “Benedetta” podemos seguir el orden cronológico que plantea la película, centrándonos en tres momentos fundamentales de la protagonista. En primer lugar, la Benedetta-niña. Prólogo de la película en la que quedan claro puntos argumentales sobre los que volveremos una y otra vez: la iglesia como intercambio de favores y dinero, el poder dentro de ella y cómo, a pesar de ser un nombre singular y femenino, el poder lo ejercen hombres (en plural y masculino). En esa primera parte, en el que la niña llega al convento, deja atrás a su familia, sus comodidades y esconde lo que la define como mujer bajo hábitos y sacrificios. Exteriores y luz natural, el mundo fuera de la abadía. Se establece el papel dominante de la madre superiora (Charlotte Rampling) y ese ambiente pesado y gris de vivir tras los muros de un cenobio. Y, cómo no, en las sombras el pecado campa a sus anchas.

A continuación, llegará la Benedetta-monja (a la que da vida Virginie Efira). La que ha aprendido cómo sacar partido a las debilidades y supersticiones ajenas. La que tiene visiones en las que un Cristo joven la llama esposa. La iconografía cristiana se muestra ya no solo en las imágenes de santos, vírgenes y mártires. El pecado, representado por la serpiente, está presente en varias escenas. Benedetta va siendo consciente de su poder y según va aumentando este, la película se torna más oscura y mucho más atrevida en lo visual. Es también cuando el personaje de Daphe Patakia, Bartolomea, aparece. Ella es la tentación y la debilidad de Benedetta.

La culminación de toda esa in crescendo, es la Benedetta-Madre Superiora. Tomando el lugar que ocupaba Sor Felicita, Benedetta alcanza su plenitud como personaje: la carnalidad, de la que huía, ahora ya no es un problema. Mucho más retorcida, se siente cómoda en la ambigüedad de su fe. En esta fase de la película, la imagen de la Iglesia se vuelve aún más lóbrega. Benedetta se enfrenta sola a inquisiciones, juicios e intrigas.

Durante todo el metraje destaca el trabajo de la compositora Anne Dudley y la fotografía de Jeanne Lapoirie. Pero es el trabajo de Verhoeven el que brilla en “Benedetta”. Una producción muy cuidada:  respeto por la iconografía cristiana, escenas tan bien planteadas, que sugieran aún más de lo que se ve y, sobre todo, una dirección de actores muy cuidada. Después de ser una bala malgastada en la última película de Ozon, Charlotte Rampling interpreta a esa Madre Superiora con un trabajo ajustado y sutil. En cuanto a Virginie Efira, el cambio de su personaje en su relación con el propio cuerpo es creíble y elegante. Y esto es clave para que la película funcione.

Es cierto que hay desnudos frontales y escenas eróticas entre Bartolomea y Bennedetta. Pero cuando lo analizas tampoco va más allá de un soft porn. Pero, como decíamos, la mezcla del deseo lésbico con la religión quizás supere el nivel de provocación que, por educación recibida, podemos tolerar. O, simplemente, hemos caído en la telaraña de Verhoeven.

«Hytti Nº 6»: ventajas de viajar en tren

Cambio radical de estilo es este “Compartimento número 6”, película del finalandés Juho Kuosmanen. El realizador finlandés se hizo con el premio de Un Certain Regard en 2016 por “El día más feliz en la vida de Olli Mäki” y este año ha dado el salto a la Sección Oficial. Y este paso adelante en su carrera lo hace con una película menos ambiciosa que su predecesora.

“Hytti nº6” es un viaje de descubrimiento y un canto a la bondad de (casi todos) los extraños. Es sencilla en guión y resulta hasta simple en producción. Donde más luce es en las escenas que se desarrollan fuera del tren. Sería una ironía decir que es imposible que no luzcan escenas rodadas entre Moscú y Múrmansk, pero la cámara de Kuosmanen está tan pendiente y cerca de sus personajes durante las escenas en el tren que acaba por asfixiar las escenas.  Sin duda para transmitir al espectador la estrechez del espacio en el que conviven una joven finlandesa, un obrero ruso y quienes se cruzan con ellos, pero hace que la película arrastre cierta pesadez formal durante todo el metraje.

Lo cierto es que la película acaba sucumbiendo a su sencillez y resulta demasiado simple. No es que carezca de interés este viaje de compañeros forzosos, pero no encuentra el tono en ningún momento. El problema de este tipo de películas es que quedan en tierra de nadie. No molestan. Aunque nunca se sabe de cara al palmarés. La interpretación de de Seidi Haarla puede ser una opción de desempate.

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