El último trabajo de un curtido director, una ópera prima y un film con acento argentino recogen lo más destacado de la segunda jornada del Festival de Málaga.
Combustión posee ecos de Asfalto
Una banda de ladrones (Alberto Amman, Adriana Ugarte y Christian Mulas) compagina su actividad delictiva con el mantenimiento de un taller de reparación de automóviles y las carreras de coches ilegales. Cuando están más cerca de dar el último golpe y retirarse del oficio para dedicarse a la vida fácil en algún exótico lugar, inesperadamente la chica que utilizan como cebo, y novia de uno de los delincuentes, empieza a sentir algo más que pasión por el dinero de un cliente (Álex González).
No es muy difícil que Combustión recuerde a Asfalto (2000), del mismo director, en la delincuencia enquistada, tríos amorosos de difícil resolución y automóviles como vehículo de identidad. Sin embargo, el resultado final de la segunda prescinde de la deliberada pomposidad algo artificiosa de la primera. Ugarte hace las veces de Najwa Nimri en los papeles que ésta interpretó en la trilogía de los inicios de Calparsoro, Salto al vacío (1995), Pasajes (1996) y A ciegas (1997), como personaje que representa el deseo de huida de la sordidez de su mundo personal.
Combustión defiende el estatus de promesa del Festival de Málaga con dignidad, que se descrubre sobre todo en las dos últimas partes de su desarrollo. Calparsoro ha pretendido hacer un thriller en el sentido de cine de género más fiel, es decir, de fuerte carácter anglosajón, lo que a veces conduce a que chirríen ciertas escenas (como la de sexo entre Adriana Ugarte y Álex González) o usos (como el de la música, tan exasperantemente estadounidense cuando se recrea en el cuerpo fibroso de González) hasta el punto de provocar una imagen paródica no buscada.
Género de débil arraigo en el cine español, a no ser de que se mezcle con la comedia (The Pelayos, 2012, o la mítica Atraco a las tres, 1962), a Combustión se le pueden atribuir varios logros: sabe mantener la intriga hasta el final, logra dar la vuelta a un argumento que parecía abocado a lo previsible y evita la construcción de unos personajes puramente arquetípicos, introduciendo ciertos elementos de complejidad psicológica. Tras la manida ecuación chica explosiva más tipo duro más tipo sensible, se vislumbra una metáfora entre la carrera de coches y la carrera por el amor de la mujer que enriquece de algún modo la película, pues no es completamente convencional, a diferencia del prescindible final. Sin embargo, incurre en el error de hacer cine criminal (inclúyase todas las subvariantes posibles: thriller, suspense, negro, policiaco…) patrio extrapolando las fórmulas foráneas, particularmente anglosajonas, a la cinta española. Calparsoro es aquí más un traductor que un creador.
En definitiva, Combustión es al Festival de Málaga lo que un buen aperitivo a un gran menú: te deja buen sabor de boca, pero sin satisfacerte del todo.
Casting: Manifiesto generacional
Los adjetivos que más emparejan con Casting son frescura, ternura y sencillez. Jorge Naranjo realiza en su primer largometraje una película agradablemente digerible. La modestia de su producción (empezó con 6.000 euros) así como la espontaneidad con la que nació (Naranjo confesó en la rueda de prensa que Casting surgió de un monólogo que escribió a Javier López para Bob Esponja. El Musical) no cercena si no que más bien amplía sus posibilidades expresivas. La interposición de las líneas del guión momentos inminentemente previos a su verbalización es un soberbio recurso para mezclar la ficción con la realidad. Los personajes, que comparten nombre en la vida real y en la pantalla (como ya hiciera, por ejemplo, Víctor Erice en El espíritu de la colmena aunque con distintos fines. Por cierto, Juanra y David Guapo hacen un cameo) representan a un grupo de jóvenes aspirantes a actores cuyas vidas se entrecruzan en el marco temporal de una mañana de verano madrileña. Pese a su dispar procedencia y carácter, todos comparten la dicotomía amor/desamor combinada con la frustración de los resultados del casting.
Méndez-Leite, uno de los miembros del Comité de Elección ha declarado en referencia a Casting que “es un claro manifiesto generacional de actores nuevos y es una de las cosas de las que estuvimos hablando en el comité”.
Dos más dos: Donde comen dos, no comen cuatro
La comedia argentina Dos más dos se ha presentado esta tarde en la sección Territorio Latinoamericano. En los últimos días ha adquirido más relevancia por ser la última película que distribuye la reciente y desafortunadamente desaparecida Alta Films. Diego Kaplan elabora una película fácil, asequible y sin pretensiones protagonizada por dos matrimonios a los que les une una luenga amistad que deciden un buen día entrar en el mundo de swingers, esto es, del intercambio de parejas. A diferencia de su anterior trabajo (Igualita a mí, ñoño, simple y cansino), Dos más dos, aún sin ofrecer un distanciamiento destacable de su hermana mayor, incluye un sustrato reflexivo de mayor calado y menos simplista. Ello se demuestra de forma más evidente en los cambios de carácter de los personajes ante esta especial aventura amorosa y los problemas que de ésta se derivan: celos, posibilidad de enamoramiento inesperados, la oposición fidelidad/lealtad…Todo ello desprovisto de cualquier carácter intelectual o filosófico. Tampoco ofrece un final cerrado y feliz como su predecesora, sino abierto e intrigante, sutilmente sugerido por la letra de la canción que pone el broche final, Funky, de la estrella del rock argentino Charly García: “No voy a parar, yo no tengo dudas…”.
Los momentos de risa, algo que se presuponen de cierta frequencia en una comedia, no son numerosos ni desternillantes. Más bien, la asignación de este calificativo se debe más a su tono desenfadado y desfondado de toda gravedad. Los guionistas de Kaplan (Juan Vera y Daniel Cúparo) siguen escribiendo textos demasiado planos, y los diálogos inspirados en la cotidianeidad doméstica aburren por momentos. Dos más dos, en definitiva, aspira a ser un relato psicológico sobre las relaciones de pareja en clave lúdica y despreocupada con modestos resultados.
Fotos: Nacho López