Segunda jornada de Filmadrid con Marcello, Fukada y Singh.
El segundo día del foco dedicado a Pietro Marcello, junto con las películas «Sayonara» de Koji Fukada y «The fourth direction» de Gurvinder Singh, que forman parte de la Competición Oficial de festival, fueron tres de las proyecciones que formaron parte de la segunda jornada de Filmadrid.
«Sayonara», protagonizada por un androide
«Sayonara» (2015) de Koji Fukada supone la adaptación al cine de la obra de teatro del dramaturgo Oriza Hirata y es la primera película en la que interviene como protagonista una actriz androide, que debido a la imposibilidad de que anduviese, realizó su interpretación en una silla de ruedas. Se trata de un androide con capacidad para hablar y expresar gestos humanos con su rostro.
Estrenada en el pasado Festival Internacional de Tokio, la película llega a Filmadrid tras su paso por Rótterdam, entre otros festivales. Encuadrada dentro del género de ciencia ficción, pone de manifiesto a través de diferentes niveles de lectura y de la dualidad androide – ser humano, una profunda y bella reflexión existencial en torno a la cual giran otras sobre la soledad, el vacío, los desastres nucleares, la decadencia del ser humano, la memoria y los recuerdos y la necesidad de recuperar el pasado trayéndolo al presente.
«Sayonara» relata la relación entre un ser humano, llamada Tania, interpretada por Bryerly Long, y un androide inmortal, llamada Leona, interpretada por Geminoid-F. Tania ha caído enferma tras haber sido afectada por radiaciones de un accidente nuclear, aunque la película nunca llega a precisar nada en relación a este tema.
A parte de la manifiesta influencia del cine de Tarkovski, el film se encuentra presidido por una melancolía, que se desvela desde el mismo título, y que deriva en un tono depresivo y lúgubre, aspectos que se perciben, por ejemplo, a través del tono de las voces de los protagonistas. Siempre lo es, obviamente, pero qué importante es poder visionar una copia en versión original, para poder entender lo que transmiten en este caso esas voces y los personajes tal y como fueron dirigidos por Fukada. El modo en que se piden matrimonio los personajes es otro buen ejemplo. También vemos a Tania en gran parte del metraje tumbada en el sofá de su salón, durante largos períodos de tiempo, durmiendo y en una posición afligida. Fukada consiguió este tono a través de un formidable trabajo en la dirección de fotografía, a cargo de Akiko Serizawa. Con un marcado carácter pesimista, hay un predominio de colores poco saturados y, sin duda, algo que llama la atención es el trabajo llevado a cabo en la elección de los días para rodar en exteriores. Días con cielos plomizos, nublados que buscan subrayar el sentimiento de nostalgia, de decadencia y de proximidad del fin.
El cine es como un recuerdo que se puede tocar. Una suerte de memoria capaz de convivir de forma permanente con el presente. Alguna de estas ideas debía de tener presente Fukada cuando realizó la secuencia en la que Leona evoca un pasaje del pasado de Tania, proyectando sobre la pared los recuerdos. El problema es que vosotros olvidáis y yo no puedo olvidar, viene a decirle Leona a Tania. Fukada habla así también acerca del cine, que debe subsistir de manera imperiosa y como forma de mantener la memoria viva. En este sentido, esta es otra idea que guarda relación con el corto ya proyectado de Lav Díaz en Filmadrid, «The day before the end».
Pero, ¿cómo dialogan entre sí Koji Fukada y Lav Díaz? Evocando el pasado a través de diferentes autores de la literatura. El primero evoca a Rimbaud y al poeta japonés Bokusui Wakayama, el segundo a Shakespeare. Este es un intento de fundir pasado y presente. El diálogo se mantiene no a un nivel formal, porque sus películas están realizadas de modos muy diferentes, pero sí de fondo. El espíritu desesperanzado que ambos mantienen, ubicando a sus personajes en un contexto apocalíptico, se intenta bordear evocando a grandes autores de la literatura, como modo de salvación frente a los males endémicos presentes en la actualidad.
El proceso de degradación del cuerpo de la protagonista que se representa hacia el final de la película, impacta tanto como las diferentes lecturas que alberga esta secuencia. Parece que, con enorme obstinación Fukada, al final, nos quiere hacer entender la decadencia del ser humano y el fin de un ciclo. No obstante, el final es un hilo abierto a la esperanza, ya que a través de un bellísimo plano final se vislumbra la posibilidad de que Leona, una androide, también puede llegar a sentir algo tan sencillo como la grandeza de observar las flores de bambú a las que ella misma aludía en los poemas que recitaba a Tania.
Tiempos convulsos en India
«The fourth direction» (2015) de Gurvinder Singh fue estrenada en la edición del festival de Cannes de 2015. Ubicada en un contexto histórico muy concreto, aunque no se llegue a precisar. Se trata de principios de los años ochenta y se centra, sin intentar explicar los motivos, en los hechos que dieron lugar al enfrentamiento entre los militantes del Punjab y el Gobierno de la India, todo lo cual dio lugar al asesinato de Gandhi. Singh recrea, tomando como punto de partida estos elementos, el clima de tensión y de miedo reinante en esos momentos. Una casa, por ejemplo, vemos cómo es registrada por militares, pensando que hay guerrilleros escondidos en la misma, sin que lleguen a encontrar nada que inculpe a los propietarios.
La película mezcla dos historias independientes entre sí, fragmentando una de ellas. La primera que abre y cierra el film, se encuentra partida por la segunda historia que es la que ocupa la parte central del mismo. En la primera se muestra dos hindúes Jugal (Kamwaljeet Singh) y Raj (Harnet Aulakh), que pierden el tren para ir a la ciudad que quieren. Se verán obligados entonces a subir en un tren que viaja vacío, forzando a un revisor para que les deje entrar, aunque lleva a otros viajeros también ilegales. La segunda historia, se centra en una pareja y su hijo, los cuales han perdido la orientación mientras caminaban de noche de vuelta a su casa. Llegan así a la vivienda de Joginder (Suvinder Vikki), que les indica el camino que deben tomar. El resto de esta historia se centra en los hechos que acontecen en la casa de Joginder.
Nos encontramos ante otra película fotografiada de una manera excepcional por Satya Rai Nagpaul. Rodada en gran parte de noche, además de la iluminación y del modo de captar los paisajes, hay una secuencia excepcional en la que se ve un campo sobre el que hay una plantación de maíz que es agitada de tal forma por el viento que da la impresión de que se están recreando olas del mar. Construida con planos muy largos a través de los cuales se consigue un ritmo muy lento en el desarrollo de la acción, Singh recrea los sentimientos de angustia y miedo, puestos de manifiesto en gestos o miradas de los habitantes de esa zona debido a la situación existente.
Y seguimos con el Foco Pietro Marcello
«La boca del Luppo» (2009) se encuentra ubicada en la filmografía de Pietro Marcello justo después de la realización de «Il passagio della linea» (2007). Fue seleccionada y galardonada en festivales como el de Turín y de Berlín, en el que obtuvo el mejor premio de la sección Forum. Pietro Marcello filmó las calles de una ciudad, donde vemos a Enzo tras su vuelta a la misma, y en la que se encuentra a un antiguo amor, una transexual llamada Mary. Documental construido mediante la fusión de imágenes de archivo y el material rodada por Marcello.
La película retrata una ciudad de Génova con un pronunciado carácter nostálgico que emana de sus imágenes fotografiadas también por el propio Marcello. Uno de los mejores momentos de la película es la “confesión” que realizan los personajes (Enzo y Mary), cuando decidieron colocarse delante de la cámara de Marcello y evocar el inicio de la historia que vivieron. Hasta este momento, en el que todas las piezas utilizadas desde el inicio del film, subrayaban el carácter ambiguo que presidía la película. Las grabaciones que oímos al inicio, y que se enviaban entre sí, cobran sentido con el modo en que Mary relata el modo en que Enzo le ayudó a salir del mundo de las drogas, así como todo el tiempo que estuvieron juntos. Si se ha hablado del carácter poético del cine de Pietro Marcello, sin duda este se encuentra en este film y en «Il passagio della línea».