Dos propuestas antagónicas encuadradas dentro de la Competición Oficial del festival, fueron proyectadas el día de ayer.
La primera, «Roundabout in my head» de Hassen Ferhani y, la segunda, «O Espelho» de Rodrigo Lima. El desencanto por la realidad que les ha tocado vivir a los trabajadores de un matadero en Argelia en la primera, frente a la segunda, un delirio como representación de lo irreal, lo fantástico, el mundo de los sueños, visto por los ojos de Lima de un modo oscuro y enigmático, en una propuesta rebosante de extrañeza.
«Roundabout in my head»: Mosaico de la Argelia actual
Este filme firmado por Hassen Ferhani ha participado en festivales como el de Ámsterdam, Marsella o Friburgo. Se trata del primer largometraje de su director, que previamente había realizado su primer cortometraje en 2006 («Les Baies d’Alger») y otros dos cortos documentales más en 2008 y 2010.
El largometraje se centra en un matadero de la ciudad de Argel, representando a lo largo del mismo la situación de los habitantes de dicha ciudad, mediante la sucesión de una serie de personajes que en la forma de retratarlos, Ferhani lo hace al principio de un modo más convencional, cuando les vemos simplemente desempeñar su trabajo. Se muestra un hombre tumbado sobre un colchón al inicio, el ambiente distentido entre los trabajadores del matadero. Después, a través de una ruptura en la forma de su desarrollo, que sucede en la primera media hora, los personajes terminan hablando a la cámara y el director interviene preguntándoles y manteniendo conversaciones con ellos.
Los dos personajes que más tiempo acaparan son Yusuf y el tío Ali, que son los que más le interesan a Ferhani. Ambos suelen mantener largas charlas sobre temas relacionados con el amor y las mujeres. Es curioso, cómo se puede ver al inicio del film una carga de humor en estas conversaciones. Una de ellas gira en torno al tema de la pedida de matrimonio. Yusuf después de que el tío Ali le insista mucho, pone esa cara de cordero degollado que cualquiera pondría, sin duda, como si se viera obligado a tener que hacerlo en ese momento, situación que no deja tener gracia, pensando además que nos encontramos en un matadero. De este modo, el despiece de los animales o la colocación de sus pieles, convive con largas conversaciones en torno al amor y a las mujeres y este planteamiento de Ferhani, predominante al inicio, nos acerca a sus personajes, los hace más humanos y permitirá entender mejor lo que contarán después.
Del drama existente termina dando buena cuenta Yusuf, el cual ve como hay una rotando en su cabeza con muchísimas salidas y no sabe cuál es la que debe coger. Después cuenta las tres posibilidades que hay para seguir adelante en su país. Ser drogadicto o convertirse en un ladrón y otra sería cruzar el mar. Yusuf tiene claro que no se va a convertir en un drogadicto ni en un ladrón, pero sabe que es muy probable que tenga que cruzar el mar.
La película es un fresco mosaico de la Argelia actual y una muestra de la situación desesperanzada de sus habitantes. Retrato tanto de los sueños frustrados y del desencanto que les atrapa en el país, como del optimismo y los sueños, esperanza e ilusión a la que aspiran algún día.
«O Espelho»: La vastedad de los sueños
El filme de Rodrigo Lima llega a Filmadrid después de haber sido seleccionado en festivales como el Bafici o Locarno. Estamos ante una de las mejores muestras del valor de un festival como Filmadrid. Si el festival inicia hoy el foco dedicado a Julio Bressane, ha sido precisamente el primer largometraje de Rodrigo Lima, quien trabajara con él como montador de sus películas, el que cediera el testigo hoy al director brasileño para que éste inicie su andadura por los cines de Madrid.
Esta película se encuentra basada en el cuento homónimo de Joaquim Machado de Assis. Una historia que se mueve entre un tono hipnótico y de terror. Una mujer emerge de entre el agua de un río. Empieza a caminar por el bosque. Lleva un camisón blanco. Al otro lado de la orilla, un hombre la observa. Va vestido con un traje. Ambos entran en una casa. En el siguiente plano él tiene la mano atada a una cama con un cinturón, ella derrama una lágrima negra por su mejilla. A continuación, se encuentran sentados en una mesa, frente a frente, mientras beben un líquido que ella le ofrece a él. Se dicen sus nombres.
El aspecto fantasmagórico de ella contrasta con la elegancia de él. Esto, nos hace mantener un pie en la realidad. Nos hace pensar que él se ha introducido en ese mundo de algún modo. El tono entre surrealista y onírico, que invade la historia lo encontramos, por ejemplo, en el momento en que él ha estado toda una noche buscándola en el río y amanece tumbado dentro de su barca, la cual se encuentra sobre la cama de la habitación de la casa.
Si en «Sayonara», Koji Fukada nos hizo ver cómo el cine es una suerte de memoria capaz de convivir de forma permanente con el presente, aquí Rodrigo Lima da una vuelta de tuerca y funde esas ideas en el momento que introduce una ruptura en el relato mediante la inclusión de imágenes rodadas en súper 8, las cuales se terminan proyectando sobre los rostros de los dos personajes. En la primera, la protagonista pasaba la mano sobre las imágenes, queriendo tocarlas o traerlas al presente, aquí las imágenes se proyectan sobre los rostros de sus personajes, como si fuera una evocación de su memoria dentro de un sueño.
Oímos como una voz dice que cada ser humano tiene dos almas consigo. Esto se representa de varios modos, si bien hay un plano muy hermoso que recoge la idea. Mientras ella está en la orilla del río, él se coloca como reflejo de ella en el agua, sin que nunca le veamos caminar a él por la orilla del río. Rodrigo Lima nos habla así de la irremediable atracción que sentimos hacia el mal que pudiera haber en nuestro interior o, al menos, hacia un lado más salvaje y la imposibilidad de deshacernos de él, ni siquiera en nuestros propios sueños.