La mutación de lo documental a lo ficcional mediante la distorsión de lo real ha causado sensación en la proyección de la brasileña “O touro”. Posteriormente, hemos disfrutado de una de las mejores películas del festival, la egipcia “Décor”, donde la realidad se resquebraja en uno de los melodramas más originales de los últimos años.
Las vanguardias vs Lav Díaz vs Una de las mejores sesiones de sección internacional
De nuevo el gran enemigo de Filmadrid a la hora de atraer al público es su propio horario. La proyección en Filmoteca de “From What Is Before” del filipino Lav Díaz, quien ya causó sensación el pasado sábado con las seis horas de “Century of Birthing” (película que cuenta con una segunda proyección el próximo viernes y que en Videodromo no tenemos pensado perdérnosla), ha atraído a un sector importante del público mientras que muchos otros han regresado a La casa encendida a disfrutar de una nueva sesión de la sección de vanguardias. La película sorpresa que ha resultado ser “F. M. Banier filmé par A. Arrietta”, ha acabado por alimentar una sala llena de expectantes cinéfilos ávidos de nuevas sensaciones ante el estreno mundial del filme.
Por su parte, la sección internacional ha seguido desarrollándose en el Cine Paz, habiendo más público que en “Things of the Aimless Wanderer” pero menos que en “Theeb”. No podemos sino lamentar tantos solapamientos ya que han evitado a muchos a tener que elegir y en consecuencia perderse la que ha sido una de las mejores sesiones de la sección en lo que llevamos de festival.
Religión, superstición, mito, leyenda, docuficción y mutaciones formales
Como era de esperar, tras el desértico y plácido descanso mental que nos supuso una apuesta tan bella como clásica en lo formal como lo fue “Theeb”, el ritmo de la competición ha seguido por los derroteros marcados en las proyecciones anteriores, volviendo a reincidir en las apuestas más radicales a la hora de construir un relato cinematográfico.
Antes de iniciar el filme, hemos partido de una presentación necesaria en la que se nos ha introducido en el mito/leyenda del sansebastianismo. Sebastiao era un rey portugués quien tras morir en una guerra expansionista en Marruecos en 1578 a la edad de 24 años, desapareció su cuerpo. A partir de entonces, hubo un movimiento místico dentro de la sociedad portuguesa en la que se decía que en ocasiones dicho rey aparecía ante los vivos muchas veces en forma de toro. La protagonista del filme que hoy tratamos, viaja a Brasil en busca de esclarecer todas sus dudas acerca de estas apariciones.
“O Touro”, filme de Larissa Figuereido, se origina como una especie de documental muy libre, cuya dirección, aprovechando la belleza de los paisajes panorámicos, persigue zigzagueante a Joana, una joven que se aproxima a zonas rurales de la costa brasileña con tal de desentrañar los misterios acerca de las apariciones de Sebastiao. Hablando con sus gentes, asistiremos junto a ella al descubrimiento de cómo los hechos históricos y la religión han distorsionado (palabra clave para entender la película) una realidad en su viaje hasta tierras brasileñas a lo largo del espacio pero también del tiempo hasta que en la actualidad la oralidad ha arrastrado unas creencias supersticiosas basadas en la mayoría de casos en la experiencia del amigo de un amigo. A partir de este acercamiento a sus gentes, se irá adaptando a sus costumbres y sus culturas, intentando desenredar un hilo conductor acerca de la figura de este espectral toro mientras se pierde en reiteraciones sobre la vida cotidiana. Durante la mayor parte del metraje, el filme se focaliza de manera intercalada en una aproximación a la vida rural, a la música intradiegética demostrando la importancia del sentido musical de un pueblo que no sabe vivir sin ella, en el baile como acompañamiento a la pasión emocional de un pueblo, a la relajación que produce la sensación de paz lograda en los espacios más bellos y solitarios, y por último, en el carácter marcadamente religioso que tienen fusionando en su culto (en forma de procesiones) a mitos y leyendas supersticiosas (tampoco faltarán chamanes) como es el caso del sansebastianismo, compartiendo la misma importancia el fantasma de Sebastiao con Jesucristo o la Virgen María.
Y cuando nos creemos que el documental se estanca en la repetición innecesaria, los últimos minutos del metraje sufren una brillante mutación donde toda la distorsión de la historia y las leyendas anteriormente comentadas pasan de un plano físico a uno cinematográfico, generando una belleza formal ligada a la distorsión visual y auditiva de un viaje en solitario por parte de Joana quien vagará filmada de la manera más preciosista posible por diferentes espacios naturales donde la abstracción llegará a dominar algunas escenas. La esteticidad de los planos de la joven mujer en la playa vagando por la arena aguantando las embestidas del viento en su vestido blanco supondrá el pistoletazo de salida de un periplo sensorial donde la psique de nuestra protagonista se fundirá con lo mostrado en pantalla llegando a incluir algunas metáforas visuales como la casa enterrada en la arena que nos remite ligeramente a “La mujer de la arena” (1964), el filme asiático de Hiroshi Teshigahara de la nueva ola japonesa.
Cine egipcio neoclásico y quijotesco
Con un retraso de unos 15 o 20 minutos y algún error en el subtitulado, hemos iniciado el visionado de la película egipcia “Décor” del director Ahmad Abdalla no sin antes contar con una breve presentación de Javier H. Estrada quien ha afirmado que la película que estábamos a punto de disfrutar suponía un homenaje al cine clásico egipcio el cual gozó de un máximo apogeo entre los años cincuenta y sesenta. A su vez, ha querido dedicar esta proyección a la figura del desaparecido Alberto Elena, de quien ha afirmado fue una de las personas más importantes de España en la difusión de los cines periféricos.
“Décor” es una de las películas que más entusiasmo ha levantado entre los asistentes hasta el momento y no es para menos. La historia de una joven directora de arte que parece perder la referencia sobre la realidad y perderse en un universo erigido ante los decorados que ella misma crea, nos sumerge de lleno en las referencias al cine clásico egipcio gracias al blanco y negro de su fotografía y a las continuas referencias visuales y auditivas a éste. Y es que Maha se eleva como una figura quijotesca que, como el personaje cervantino, bebe en exceso de su pasión hasta llegar a nublársele el juicio. Alonso Quijano lee novelas de caballerías mientras Cervantes lo desvirtúa ridiculizando dicho género y sembrando un realismo que contrasta con las exóticas aventuras de los caballeros andantes como el Amadís de Gaula. Maha también parece obnubilada por un cine melodramático que genera unas expectativas que no se corresponden con la realidad. A partir de estas carencias ambos personajes se construyen sus propios mundos y acaban perdiéndose en la incertidumbre y en la ambigüedad de los que es real y lo que no. En ese aspecto, los saltos ocasionados entre las diferentes realidades en las que se ve perdida Maha nos rememoran la a japonesa “Páprika” (2006) de Satoshi Kon, y sin embargo, en este ejercicio egipcio, el hilo entre lo real y lo pesadillesco será mucho menos perceptible. A su vez, este eterno conflicto entre la proyección del deseo y la realidad la llevará a llevar a cabo un ejercicio vertiginoso (en lo que «Vértigo: De entre los muertos» se refiere) de transformar a las personas de un mundo o de otro según le indiquen sus propias e irreprimibles pasiones.
Y aunque mi deber sería el de seguir expandiéndome sobre la que a mi parecer es la mejor película hasta el momento, resulta imposible poder abarcarla sin llegar a caer en los pantanosos terrenos de la zona spoiler, lo cual sería un desagravio ya que aconsejamos (exigimos es una palabra un poco fuerte) que si esta película resulta la ganadora de la competición internacional y se realiza una segunda proyección el próximo sábado a las diez de la noche el Cine Doré, acudan sin lugar a dudas a disfrutar de un viaje por las nuevas posibilidades que ofrece un tratamiento tan inteligente del lenguaje del thriller unido al poder emocional del melodrama y a la evocación sensorial de la experimentación formal. La eterna duda sobre el rumbo que ha de tomar nuestras vidas, las irrefrenables ensoñaciones y delirios debidos a las carencias y a las envidias y la imposibilidad de lograr una vida plena en todos y cada uno de los aspectos de la vida, será el telón de fondo de una historia que reflexiona sobre la vida, sobre nuestra proyección mental de ésta, sobre el lenguaje cinematográfico y sobre una sociedad egipcia en pleno cambio donde los ecos de la revolución no dejan de sentirse en el ambiente por televisión aunque los personajes parezcan ignorarla y querer montar sus propias vidas (o películas) en los decorados que ellos mismos han levantado.