Si algo tiene de bueno un Festival como el de Gijón, es que a pesar de no perder nunca su carácter de apuesta por el cine independiente de diversas cinematografías mundiales, consigue diversificar mucho su oferta.
Caben todo tipo de géneros y estilos en una Sección Oficial que de 15 títulos a competición ha mostrado ya algunas apuestas importantes. En la tercera jornada pudieron verse tres más: La distancia más larga, co-producción hispano venezolana, la comedia francesa Les Garçons et Guillaume, à table! y la propuesta Ilo Ilo, de Singapur. Por cierto, ¿han oído aquella célebre cita de lo difícil que es trabajar con niños en el cine? Sí. Era de Hitchcock. Luego lo comentaré y lo entenderán mejor.
Como anécdota, ha habido colas abundantes todo el fin de semana, tanto en las salas de los Cines Centro como en el Teatro Jovellanos del centro de la ciudad. ¿Durará la tendencia entre semana?
Les Garçons et Guillaume: divertida comedia
Es probablemente Les Garçons et Guillaume, à table! la película que más aplausos y risas ha despertado de los pases presenciados hasta la fecha. No porque sea la de mayor calidad sino por su cercanía y su acierto en momentos puntuales de comedia. Podría ser la cinta típica que la mayoría califica de «tronchante, hilarante, etc». Dejémosla en «divertida». Narra una constante búsqueda de identidad sexual por parte de un joven que encarna un actor excepcional: Guillaume Gallienne, miembro destacado de la Compañía de Teatro Francesa. No es nada sencillo hablar de la película y profundizar en ella sin desvelar mucho de su aura de sorpresa. Por eso lo mejor es resumir su ingenio diciendo que la inteligencia de su propuesta estriba en la dualidad del actor, cuyo peso es fundamental. Guillaume es un chico amanerado cuya familia piensa que es homosexual pero él en realidad cree ser una mujer que quiere gustar a los hombres. Sus estancias en internados, visitas a psicoterapeutas o descansos esporádicos en lugares de relax y masajes, no le sacan de su confusión. El film es una adaptación cinematográfica de un espectáculo homónimo que aglutinó éxito internacional y ahora prueba suerte en la gran pantalla. Gallienne encarna a dos personajes (al hijo y su propia madre). Un admirable reto que saca a flote y que cuenta con una aparición breve de Diane Kruger.
Ilo Ilo: digna apuesta asiática
El debutante Anthony Chen, de Singapur, centra todos sus esfuerzos en la figura de un niño rebelde de 10 años que causa muchos problemas a sus padres, ausentes a causa de obligaciones laborales. La llegada de una criada de Filipinas, que será la única persona que le comprenda, mucho más aún que sus progenitores, era una propuesta loable en una cinta con muchas aristas. Sin llegar a ser una película redonda en absoluto, deja muchos cabos sueltos pero provoca reflexiones sobre el mundo actual: los falsos predicadores, la crisis laboral, la búsqueda de ganar dinero fácil con la lotería, las diferencias sociales entre familia y «tata», etc. Loable intento que podría haber resultado mejor pero es una digna competidora de Gijón y que sirvió a Chen para llevarse la cámara de Oro de Cannes del presente año. El niño actor protagonista es el joven Koh Jia Ler, quien hace lo que puede y su relación personal con su criada está conseguida, que ya es mucho. Ilo Ilo tiene una fotografía sobria para una cinta estimable que trata sobre las búsquedas del ser humano y entrando en materia filosófica, sobre el absurdo de las relaciones impuestas y lo fugaz de las bellas. Quince minutos de ovación en Cannes que se tornaron en aplausos breves en el Jovellanos en el pase del público en Gijón.
La distancia más larga: Carme Elías salva la papeleta
Y al igual que comentaba en Les Garçons…, la importancia de los actores es fundamental para sacar adelante como aprobado el proyecto de la venezolana Claudia Pinto Emperador. Su película La distancia más larga se puede calificar de aceptable por la presencia fulgurante de una Carme Elías que quizá no sabe lo importante que llega a ser. El rodaje incluye localizaciones en el Amazonas, con parajes preciosos, combinando además la gran ciudad de Caracas, y todo ello merecía un trayecto algo más perfilado. Narra con suerte dispar la relación de una mujer y su madre, que viven en países distintos (Venezuela y España, respectivamente) pero la joven fallece por una trágica fatalidad dejando viudo y un hijo. La redención final de la abuela pasa por un reencuentro con el niño, al que no conoce, y que puede producirse sin ella saberlo. Es un film al que hay que perdonar bastantes cosas para que la trama vaya encajando y cuyo mensaje de positivismo y esperanza compensa las carencias de un niño (Omar Moya) que no siempre está atinado en la gran parte de metraje que su personaje requiere. Es un papel al que se exige demasiado. Elías, por su lado, compensa todo lo demás.
Y ahora es cuando retomo lo que dije en la introducción, porque es inevitable que venga a la cabeza aquella frase de Hitchcock sobre la dificultad de rodar con niños, salvo excepciones muy puntuales. Ilo Ilo y La distancia más larga dependen mucho de un protagonista infantil, estando bastante mejor el primero que el segundo. Y terminando con el tema de los niños que son actores y a los que no siempre resulta creíble ver sobre la pantalla, ya se ha proyectado en la sección Gran Angular De Tal Padre, Tal Hijo. Sin duda, otra obra maestra de Kore-Eda, que es quizá el mejor realizador retratando a los niños en este momento. Recomiendo que eche un ojo a su filmografía cualquiera que quiera dedicarse a rodar con pequeños…
¿Qué carácter es ése que Gijón no ha perdido? Porque, ¿qué festival de cine español no «apuesta por el cine independiente de diversas cinematografías mundiales»? Por más que lo pienso, no me sale ninguno. Todos ponen películas independientes de diversas cinematografías (bueno, menos el de Málaga, que son todas españolas).
El carácter particular que sí tenía Gijón, y que consistía en mostrar un cine más arriesgado y radical, obviamente ha desparecido como lágrimas en la lluvia. Las películas referidas en esta entrada son una buena prueba. Cine blandito, mullido, que no molesta a nadie, que no requiere ningún esfuerzo particular por parte del espectador.
Que no digo que esté bien o mal (a mí personalmente me disgusta este nuevo rumbo), pero es que ya resulta cansino seguir leyendo por ahí que el festival no ha cambiado.
Bueno, Genjuro, gracias por dar tu punto de vista.
Yo creo que no todos los Festivales apuestan por cinematografías internacionales de carácter independiente (Málaga, por ejemplo, o incluso ahora mismo la Seminci… no lo hacen. Al menos no del mismo modo que Gijón). En fin, que gracias por comentar y opinar… pero discrepo de lo que dices.
Lo de «cine sin esfuerzo para el espectador» no lo habrás leído en mis crónicas por ahora. Es aportación tuya, que quede claro (aún habiendo pelis mejores y peores).
Saludos!!!
Sí, por supuesto es aportación mía.
Una señal muy evidente de la diferencia entre el festival hoy y hasta hace dos años es que aquí ya casi nadie abandona las películas de la sección oficial, porque no incomodan. Mismamente en el recién finalizado SEFF de Sevilla, que es el heredero natural del FICX anterior, el desfile fue manifiesto en películas como «Stray Dogs» o «La mujer del policía», e incluso en otras como «When Evening Falls on Bucharest or Metabolism» o «Les salauds» también se fue bastante gente de las salas.
Es normal, son películas que fuerzan los códigos cinematográficos convencionales y que pueden generar incomodidad y/o aburrimiento en el espectador. Eso es algo que aquí era habitual (aunque se fue moderando con el tiempo debido a la experiencia de los espectadores), pero ya no lo es para nada.
Y me sorprende tu valoración de Valladolid. ¿La Seminci no apuesta por cine independiente? ¿Desde cuándo? ¿Es que programar un ciclo de Schrader (que por cierto, creo que tuvo el suyo en Gijón el primer año de Cienfuegos) ya les descalifica para ello? ¿Qué película de la sección oficial de Valladolid no es independiente? Yo no veo ninguna. Málaga lo controlo menos, pero ¿cuántas películas a concurso de la última edición no son independientes? No creo que muchas.
Es que le otorgas a Gijón un caracter distintivo por algo que es totalmente consustancial a casi cualquier festival de cine. Porque de no ser así, entonces estaríamos hablando de la cartelera comercial y no de un festival de cine.
Yo no creo que todos los festivales tengan el caracter diversificado y de apuesta por el cine independiente de Gijón. Hay festivales que se centran en ciertos géneros como Sitges, otros festivales se centran en la filmografía de un determinado país y otros, como Gijón, son más diversificados. Y también existen festivales donde se proyectan películas más comerciales, lo que pasa que a lo mejor son festivales más locales o menos conocidos como, por ejemplo, el festival de l´Alfàs del Pi. Lo cual no significa que Gijón sea el único festival diversificado y que apuesta por el cine independiente, pero, de alguna manera, sí es un distintivo.
En cuanto al hecho de que se proyecten películas que hagan a una gran mayoría de público abandonar la sala, pues no sé yo si supone un gran acierto, desde un punto de vista democrático no lo parece … Quizá un festival deba deberse un poco a los espectadores.
Buenas crónicas.
Saludos.
Muchas gracias por el comentario, Jasmine
Y por el halago final, también.
Saludos
¿Quires democracia Jasmine? Es fácil: programas durante nueve días a todas horas «Lo imposible». Ya está, eso es lo más democrático, lo que los espectadores han decidido que más les gusta.
Pero yo creía que un festival estaba para ofrecer cosas diferentes, otras miradas, otras maneras, para expandir la cultura visual del espectador, para retarle, incluso incomodarle si hace falta. Para darle al espectador lo que quiere la mayoría ya está la cartelera comercial ¿no?
Es que de verdad, eso del «punto de vista democrático» me parece nauseabundo.
Y si tienes que irte a l’Alfàs de Pi para buscar festivales que no encajen con la definitición de cine independiente diversificado, es que algo no funciona. Mírate MUCES, Cineuropa, Las Palmas, Valencia, el cinema d’Autor barcelonés, etc. Incluso Sitges, dentro de su filiación genérica, programa un cine bastante diversificado. De hecho pusieron la penúltima de Hong Sang-soo.
Yo insisto, ¿en qué se diferencia ahora Gijón de Valladolid?
De todas maneras, Jasmine, yo no digo que el hecho de que se salga la gente de la sala sea bueno. Tampoco me parece malo per se (en mi vida como cinéfilo, una de las sesiones que más gente se salió fue en una proyección de «Amanecer» de Murnau). Era un comentario para hacer notar ese cambio de perfil del festival, por más que el discurso oficialista siga hablando de continuidad.
A lo mejor no hay que ver las cosas de un modo tan radical. Tal vez hay que pensar que los espectadores que van a ver películas dentro de un festival, son gente con ciertas inquietudes cinéfilas y cierto criterio, porque, si no, como tú dices se quedarían con lo que proyectan en cartelera. Con lo que si un festival proyectase nueve días a todas horas «Lo imposible» en primer lugar no tendría ningún sentido como festival pero, seguramente, tampoco tendría buena acogida entre los espectadores.
Gijón se diferencia de Valladolid en que en Gijón hay playa y en Valladolid no … bueno sí, creo que también tienen una especie de playa en la rivera del Pisuerga … pero no es lo mismo 😉