Nació como Enrique Castro hace 63 años pero todo el mundo le conoce como ‘Quini’. No solo fue un futbolista genial sino que la admiración que siente Gijón, Asturias y buena parte de España por su persona es increíble. «Yo solo soy un tipo normal», suele repetir, pero lo cierto es que Quini se ha ganado un lugar privilegiado en los corazones de muchas generaciones. Tras pasar unos minutos con él, confirmamos que es un persona transparente, humana y sonriente. El Teatro Jovellanos, lleno hasta la bandera, ha podido ver cómo Quini se emocionaba al presentar el documental que se ha rodado sobre su vida: ‘El Brujo frente al espejo’. La película no entra en competición pero ha sido enmarcada en la sección «Esbilla asturiana» y ha sido lo mejor de la jornada del Gijón Film Festival.
Rai García, amigo del ex futbolista, convenció a Quini para grabarle a lo largo de varias fases, haciendo un completo recorrido por su infancia, mostrando el campo donde dio sus primeros pasos como jugador, donde inició sus estudios en el colegio de los Salesianos, etc. Todo ello sin evitar temas duros que ha tenido que afrontar Quini a lo largo de su vida: un secuestro de casi un mes, la muerte de un hermano ahogado o su lucha para vencer al cáncer de garganta. Debemos dar las gracias a García por acercarnos a la figura de este hombre porque nos ayuda a descubrir valores y plantearnos la importancia de luchar hasta el final. En la cinta, la persona supera al personaje y el documental, que se hace muy corto, nos saca alguna lágrima que otra y nos enseña a un Quini que incluso regresa a la playa de Pachón, donde sucedió la tragedia de su hermano Jesús. Quini es un «Brujo» de verdad, como dice su apodo. Nos enamora y embruja a todos.
La Sección Oficial del Gijón Film Festival estuvo floja, al contrario que otros días, con dos cintas irregulares. Por un lado, la japonesa ‘About the Pink Sky’ se ofrecía como la vencedora del Festival de Tokio y su fotografía en blanco y negro bastante atractiva animaba al comienzo. Las jóvenes intérpretes de la película hacen lo que pueden en una historia no muy lograda sobre la adolescencia. La cínica Izumi encuentra un día una cartera con un puñado de billetes y decide compartir el hallazgo con sus amigas. Buscan al propietario, que es un joven guapo y rico pero que guarda un secreto: por mucho que ellas insistan no podrá enamorarse de ninguna de ellas ya que es gay. Ellas no lo saben y se deciden a trabajar en el periódico que él ha optado por fundar, donde solo se pueden publicar noticias buenas del barrio. La película es bastante más aburrida que el resumen que acabo de referir, que ya lo es de por sí. El filme de Keiichi Kobayashi prometía más.
Un caso aparte es ’88’, la tercera película española a competición del FICXixón. Dirigida por Jordi Mollà, quien no acudió a Gijón por desavenencias con el productor, la película llega a ser un despropósito y es lo más fallido que se ha proyectado en todo el certamen. Era más interesante su debut ‘No somos nadie’ y eso que tampoco era nada del otro jueves. En ’88’ participan Rubén Ochandiano, Beatriz Montañez, Álvaro Cervantes y Thais Blume. En la sinopsis del catálogo muestran datos que no se corresponden con casi nada de lo visto o no se han sabido explicar. Ni los personajes se llaman Zoe ni Ken, por ejemplo, pero eso es lo de menos. El problema de ’88’ es que es tramposa y aunque tiene algún momento que intenta ser técnico, ni ofrece suspense, ni terror, ni es inquietante como parece pretender. El giro final es forzado y nada creíble pero es que en realidad nada del filme lo es. Bastante floja.
Nos alegró ver al menos otro filme animado: ‘Pinocchio’, la versión del clásico cuento italiano de Carlo Collodi, adaptada por el trazo del dibujante Enzo d’Alò. Éste confiesa que no le atrae mucho la técnica 3D y opta por una animación en formato clásico, ligero y limpio. La película se mantiene muy fiel a la obra original de Collodi (nada que ver con la versión de Disney que opta por potenciar otros aspectos). Cada una de ellas es estupenda a su manera. Aquí vemos al hada azul, la ballena y Pepito Grillo pero de otro modo. También aparecen el Mangiafoco (tragafuegos) y otros personajes variados. El filme es bastante infantil y no se aparta de eso. Se va dejando fluir y verla es recordar lo bonito que era la infancia y ver la vida a través de esos ojos soñadores y traviesos de ese pequeño niño de madera cuya nariz crece al mentir. Una oportunidad para volver a la nostalgia y disfrutar de un cuento agradable y uno de los mejores de la literatura infantil en la gran pantalla.