Mar. Mar 19th, 2024

Es el segundo día del quinceavo Festival de Málaga y una resaca monumental mezclada con la falta de sueño no impidió que las multitudes disfrutaran de una de las películas más esperadas de toda la semana, Miel de naranjas. Una historia de gente valiente que se atrevió a retar a un régimen cruel y devastador donde los fusilamientos eran de origen caprichoso. Este drama de posguerra escrito maravillosamente por Remedios Crespo y rodado no tan bien por Imanol Uribe ha tenido un recibimiento no tan caluroso como se esperaba. Ni se ama ni se odia, es un filme correcto pero no entusiasma. Aún así supera en calidad de gran estreno a la película que le ha precedido en la programación, una pequeña producción dirigida por Xavi Puebla y titulada A puerta fría. Hay buenas ideas dentro de ella pero mal ejecutadas, le toca a Antonio Dechent, protagonista de este drama, salvar la cinta.

Los prejuicios insalvables de gran parte del público y de la prensa hacia el cine de guerra o posguerra comienzan a oler demasiado a rancio. No importa la cantidad de películas que se hagan sobre nuestra historia, lo que importa es la calidad o las diferentes visiones que se le dé, y por una vez estoy de acuerdo con el Presidente de la Academia de Cine, Enrique González Macho: “En España no se hacen más películas sobre nuestra guerra de las que se hacen en cualquier parte del mundo sobre todo en Estados Unidos”, eso es así. Con respecto a lo que dijo después discrepo, “Miel de naranjas no es una película maniquea”, declaró. Sí lo es. Lo es porque los malos (los de siempre) vuelven a ser muy malos y los buenos muy buenos, lo que distingue y ensalza esta película por encima de otras es el tratamiento de los personajes, ya sea por el carácter del que están dotados como por el actor que los interpreta.

Un protagonista femenino fuerte y con cierta complejidad detrás que Blanca Suárez no consigue despertar es un broche de distinción que remata un genial Karra Elejalde. El actor interpreta a un juez franquista odioso y cruel, un ser con una naturalidad casi bufonesca. El casting de la película no tiene desperdicio, su productor (el señor Macho) se ha estirado todo lo posible para tener en su película al siempre solvente Eduard Fernández, un gran Carlos Santos, un simpático José Manuel Poga, una mitiquísima Ángela Molina (esas lágrimas valen oro) y un debutante, Iban Garate, que está a la altura.

La luz de Miel de Naranjas lo inunda todo y casi hace olvidar los horribles cambios de ritmo del filme o la poca credibilidad de un personaje central que debería ser un héroe. La segunda parte de la película mejora con respecto de la primera, Uribe dota de más intensidad al relato y como consecuencia el sabor de boca mejora inevitablemente. No lo suficiente para abrumar al respetable pero sí para poder señalar con firmeza que esta es hasta ahora la mejor película de la sección oficial.

Toda esa luminosidad de Miel de naranjas se contrapone con la árida luz artificial que  planea sobre A puerta fría. Los insalvables errores de guión convierten esta película en un tedioso producto independiente que difícilmente tendrá una oportunidad en taquillas. Aunque Antonio Dechent esté por encima del mismísimo (y abotargadísimo por cierto) Nick Nolte, la obra de un siempre inteligente Xavi Puebla es bastante regular. Dechent se encerró en el hotel donde transcurre toda la película para dotar de una atormentada profundidad a su personaje, un tipo que sólo bebe whisky, que es una vieja gloria dentro de las ventas y que tiene la oportunidad perfecta para salvar su crepuscular carrera. Todo gracias a una jovencita con cara de María Valverde.

Tan agobiante como Smoking Room, A puerta fría guarda un dulce paralelismo con Lost in Traslation y esa historia de amor extraña que ocurría entre las paredes de un hotel de Tokio. Aquí Bill Murray es Dechent y Scarlett Johansson es Valverde. Sin embargo y al contrario de lo que ocurría en el filme de Sofia Coppola aquí está amistad se fragua deprisa y con torpeza.

El segundo día del festival de Málaga acabó con Elena Anaya recibiendo el Premio Málaga-Sur. La maravillosa actriz que de la que todos nos quedamos prendados viendo la opera prima de Fernando León de Aranoa, Familia, paseaba ayer por la ciudad andaluza con esa sonrisa abrasiva y esa mirada ambigua que la convierten en un infinito punto de inspiración para grandes creadores de nuestro país como Julio Medem o Pedro Almodóvar. Un reconocimiento totalmente merecido.

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