Las letras que Gabriel García Márquez usa para construir su maravilloso universo de palabras fueron las protagonistas de la tercera jornada del Festival de Málaga. Memorias de mis putas tristes dignifica el dificilísimo ejercicio de convertir en imágenes el papel manchado del escritor colombiano. Y no hablamos de un escritor cualquiera, hablamos del genio que creó ese lugar tan vivo, extremo y onírico llamado Macondo. Henning Carlsen ha adaptado la obra homónima del periodista convirtiéndola en una poesía casi sórdida sobre el sexo con amor. La película peca de tener un abrumador lenguaje literario, tanto en sus diálogos como en su planteamiento visual, pero también contiene ciertas licencias narrativas en sus numerosos flasback casi surrealistas que hacen imposible olvidarse de ella. Cuanta más fantasía hay en sus escenas más pálpitos se acumulan en las butacas.
El Sabio, un anciano y consagrado columnista, decide celebrar su 90 cumpleaños regalándose una noche de locura amorosa con una joven virgen. Emilio Echevarría borda a este enamorado de las putas cuyos diálogos con la dueña del prostíbulo a través de un teléfono colgado conforman una especie de línea argumental irracional pero poderosísima. La alcahueta, la que está al otro lado del teléfono colgado, es Geraldine Chaplin.
La lentitud de la película puede jugar en su contra pero la luz que desprende el personaje, primero de Olivia Molina y luego de Ángela Molina, despejará cualquier resquicio de aburrimiento. El carácter de la puta que está encerrada en el cuerpo de las Molina es un regalo. Ángela repite en el festival tras Miel de Naranjas y sus lágrimas vuelven a transformarse en puro cine.
La película madrugadora de esta jornada fue Kanimambo, un documental que tendrá una difícil distribución por las salas, algo que se sabe de antemano, pero no por ello deja de ser una película necesaria. Tres historias sobre Mozambique, tres miradas distintas sobre un mundo en constante cambio. No os esperéis moscas en los ojos, la película cuenta con dos fábulas sencillas y directas y con un capítulo central que desmerece el resto de la cinta.
Abdelafit Hwidar, Carla Subirana y Adán Aliaga son los directores de las tres partes del filme respectivamente. La primera historia, La caneta, nos habla de una bala que ha estado demasiado tiempo metida en el cuerpo de un soldado. En Erati las cosas van despacio. La segunda titulada La capulana de Madalena, es un viaje a través de las mujeres de Mozambique donde nos guía una prepotente e insufrible voz en off que no deja de repetir obviedades. Por último El ojo de Cristal, una bonita metáfora con una niña sorda y un músico ciego como protagonistas.
Más cine fuera de la sección oficial.
No he podido evitar escabullirme por la tarde a la ZONACINE del Festival de Málaga y ver la ópera prima de Roberto Pérez Toledo, Seis puntos sobre Emma. A pesar de algunos giros argumentales algo confusos, la historia de esa ciega llamada Emma que no puede querer a nadie y que desea sobre todas las cosas tener un hijo sólo para ella me ha divertido primero y conmovido después. Los personajes masculinos desprenden la complejidad suficiente para igualar la maravillosa actuación de una Verónica Echegui inmensa, irónica y nada sentimental.
El sentido del humor del filme está medido al milímetro. Hacer chistes sobre personas con discapacidad no deja de ser incómodo pero la risa fácil está asegurada. Seis puntos sobre Emma es una película muy disfrutable, valiente y sencilla.