Primera crónica del VI Festival Márgenes, el certamen dedicado al cine más independiente de América Latina, España y Portugal.
Nos enfrentamos cara a cara con la denuncia de la situación actual de dos lugares diferentes: España y México. En “No cow on the ice”, Eloy Domínguez Serén encarna en primera persona a toda una generación que, en su mayor parte, debe optar por marcharse de su lugar de origen para empezar una nueva vida en el extranjero. Un relato muy empático que contrasta con la propuesta de Nelson de los Santos Arias en “Santa Teresa y otras historias”, donde muestra un paraje en absoluto emocional en el que al espectador le resultará mucho más complicado involucrarse, para representar el ambiente de inseguridad, especialmente de las mujeres, que se vive en el país americano. Dos realidades expuestas de maneras muy diferentes, pero de las que no podemos ni debemos desentendernos.
“No cow on the ice”: condenados al exilio
La experiencia biográfica del realizador Eloy Domínguez Serén (cofundador de la revista cinematográfica digital A cuarta parede) de su estancia en Estocolmo es el eje principal de “No cow on the ice”, filme que una vez más se adentra en la problemática de los jóvenes que tienen que abandonar España ante las nulas posibilidades de futuro. “Me gradué en el momento y en el lugar equivocados”, afirma en el filme Serén, miembro de la generación mejor preparada (cumpliendo los sueños de muchos de sus progenitores), que aun así, se ve obligado a marcharse. El director se adentra en el drama de la inmigración a través del aislamiento que provoca la llegada a un lugar nuevo, con un idioma extraño. Dominado por su curiosidad de extranjero, Serén vaga por las calles y graba incesantemente, llevando a cabo un trabajo observacional de los espacios y de aquellos que los habitan. Frente a la idea que podemos tener de país cerrado y de interiores, Suecia se presenta ante nosotros en su exuberante esplendor. Los parajes fríos y grises se podrían corresponder con un estado de ánimo determinado, pero más bien se muestran como una realidad que está ahí (incluso la nieve se presenta como un elemento amigable), y que contrasta con otros momentos soleados y alegres.
Por supuesto, las dificultades llevan a Serén a momentos de depresión, de querer abandonar, en los que se deja llevar un poco por la autocondescendencia. En este sentido, “No cow on the ice” es además un homenaje a su familia, a la que regresa siempre a través de las imágenes cuando la añoranza de su Galicia natal se impone a todo lo que está consiguiendo en Suecia. Pero en la película también hay espacio para la diversión, y sobre todo, para la amistad y el amor, sentimientos que pueden ayudar a una persona establecerse en otro emplazamiento. Entra aquí en cuestión la importancia de la comunicación, de poder hablar, expresarse y entenderse con los otros. Cuando esto sucede, Serén deja de reflejar sus pensamientos e inquietudes a través de subtítulos en español, para hablarlos con su pareja sueca. La película se transforma así de un testimonio solitario e individual a un diálogo con los demás, y también con el espectador. Y aunque finalmente la relación se rompe, el director ya puede echar a volar solo y tomar las riendas de su vida allí. De ahí que continúe narrándonos en sueco: “Suele ocurrir que, al hablar en un idioma que no es el propio, uno descubre una autonomía inesperada, un espacio para la representación libre del yo. Una exploración de lo propio a través de una misteriosa (auto)emancipación”[1].
Serén se muestra algo explícito y obvio en su denuncia de la situación española, de sobra conocida, reforzándolo con pequeñas muestras de la visión que se tiene de ello en Suecia. Si por algo destaca esta película en forma de diario de viaje es por su capacidad de mostrar, a través del paso del tiempo y de lo fragmentario de los recuerdos, el camino hacia el descubrimiento de las capacidades de uno mismo cuando debe alejarse forzosamente del ambiente que conoce. Un camino que, afortunadamente, parece ser de ida y vuelta.
«Santa Teresa y otras historias»: anti-literalidad
«El estilo era extraño, la escritura era clara y en ocasiones incluso transparente pero la manera en que se sucedían las historias no llevaba a ninguna parte: sólo quedaban los niños, sus padres, los animales, algunos vecinos y al final, en realidad, lo único que quedaba era la naturaleza, una naturaleza que poco a poco se iba deshaciendo en un caldero hirviendo hasta desaparecer del todo.»
Este párrafo incluido al final de la novela 2666 del escritor chileno Roberto Bolaño definiría también “Santa Teresa y otras historias”, versión cinematográfica totalmente libre de dicha obra: las formas del filme de Nelson de los Santos Arias son singulares, aunque a veces vislumbramos en ella destellos de su fundamento, los feminicidios de Ciudad Juárez, localidad fronteriza que Bolaño evoca a través de la ciudad ficticia de Santa Teresa. Arias se centra especialmente en la cuarta parte del libro, “La parte de los crímenes”, sobre la figura del investigador Juan de Dios Martínez. Frente a una aproximación documental a las tradiciones y los cultos religiosos, como ese prólogo en el que vemos la llegada de los peregrinos a la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México, entran en juego diferentes narradores en off, que con sus relatos inconexos configuran un estilizadísimo thriller. Un fuera de campo que recuerda a la también mexicana “Tempestad” (2016) de Tatiana Huezo, con la que además comparte, aunque de forma menos poética y más seca y directa, su acercamiento al drama de los desaparecidos y de los encarcelados injustamente desde una óptica eminentemente femenina.
Las mujeres por tanto ocupan de manera consecuente la mayor parte del protagonismo de la cinta, tanto descriptivo como visual, en contraste con el sometimiento al que las condena un sistema firmemente asentado en el heteropatriarcado. La muerte también será un elemento constante, y su relación con el entorno natural establecerá un ciclo tan constante como temible. Nos encontramos ante un trabajo críptico, complejo y de apariencia incompleta, quizás para crear cierta intriga propia de la novela negra, aunque lo que más genera en última instancia es desconcierto.
[1] Manu YÁÑEZ, “No cow on the ice: al encuentro de la propia voz”, Otros Cines Europa http://europa.otroscines.com/no-cow-on-the-ice-al-encuentro-de-la-propia-voz/