Volvemos al Festival Márgenes para hablar de dos apuestas arriesgadas por la experimentación formal y el compromiso social.
“Historias de dos que soñaron” Retrato social con tintes oníricos
Desde la Sección Forum del pasado Festival de Berlín 2016, nos llega el undécimo trabajo del joven director mejicano Nicolás Pereda que codirige junto a Andrea Bussmann, para quien este se convierte en su primer largometraje, “Historias de dos que soñaron”. Una propuesta que mezcla con certeza elementos de cine neorrealista con expresionista para sumergirnos en una dicotomía entre lo real y lo imaginario, entre el pseudo documental en lo visual y el cine lynchiano en su guion y montaje para contarnos las alegrías y penas de una pareja de refugiados húngaro-romaníes que vive en Toronto y que dedican su tiempo libre a escribir un guion cinematográfico que relate diferentes historias del bloque de viviendas en el que habitan. El documental, la ficción y el metacine se superponen en capas al igual que los sueños en “Origen” (Christopher Nolan, 2010) como ejercicio de contenido y forma que enmascara con gracia un marcado filme costumbrista. Pereda y Bussmann hacen uso exacerbado de la reiteración como figura visual para enfatizar la monotonía de la vida de los personajes que combinan con un empleo de la arquitectura en el plano con ligera tendencia hacia la asimetría buscando la abstracción de los protagonista frente a su vida en consonancia al texto, donde buscan liberar su imaginación mediante la elaboración del guión ficticio. Y todo ello bañado por un blanco y negro en low key difuminado que, junto al histriónico grano y la mala calidad del soporte fílmico, dramatiza la historia a la vez que sirve de centro unificador del contenido. La pareja de directores se complican la existencia para contarnos dos o tres ideas sencillas que ya hemos visto en centenares de largometrajes documentales o de ficción, pero es justo en su estética y lenguaje donde radica la singularidad de la propuesta y el sentido por el cual “Historias de dos que soñaron” cuadra en un festival como el de Márgenes.
“Pasaia Bitartean” un día en Pasaia
Pasaia es un municipio guipuzcoano conocido por contener el principal puerto comercial de la provincia. Un pueblo que creció en torno a su principal reclamo económico pero cuya actividad ha ido disminuyendo desde la crisis de los años 70. Ahora, gracias a la nueva oleada de jóvenes guipuzcoanos, este ave fénix renace de sus cenizas mediante un proyecto arquitectónico homónimo de Jonander Aguirre Mikelez que pretende pensar la ciudad de una manera distinta para poder potenciar sus virtudes. Todo ello hace de Pasaia un pueblo peculiar donde la historia y la modernidad se dan la mano a través de la mirada objetiva de la realizadora Irati Gorostidi en el documental “Pasaia Bitartean”. El mediometraje es un collage de retratos filmados estáticos, como si de cámaras de video vigilancia se tratase, del ayer y hoy del pueblo. Un ejercicio de voyerismo que recuerda al “Caché” (2005) de Michael Haneke y que nos permite entender, mediante un montaje exquisitamente narrativo el día a día de la ciudad y de sus habitantes, de lo que ha sido la fuente de ingresos del pueblo hace 50 años, la torna hacia una economía turística, y su futuro a través de la vida moderna que viven la juventud de Pasaia. El montaje nos transmite la sensación de estar todo rodado en un solo día y, a su vez, un viaje por la historia del pueblo. Si bien “Pasaia Bitartean” puede ser bastante aburrida en ciertos momentos, Gorostidi alcanza su objetivo al transmitirnos el espíritu de Pasaia al espectador mediante una estética poco habitual.