Mar. Mar 19th, 2024

Penúltima jornada en el recorrido de Nocturna 2015. Hoy: Controversia de baratillo, conejos violadores y australianos asesinos. Una auténtica delicia.

Os doy los penúltimos buenos días —casi tardes, para qué engañarnos—, tostadas y café tamaño trasatlántico en mano, desde una cafetería la mar de maja que descubrí ayer mientras huía del calor plomizo al que nos está sometiendo la capital. Bochorno que no está consiguiendo quitar de mi cabeza la dantesca selección de majadería cinematográfica a la se enfrentaron mis retinas anoche en la quinta y más divertida jornada de Nocturna 2015, que bombardeó las pantallas de los Palafox con galones de sangre, bogans —el equivalente australiano de los rednecks— gigantescos homicidas, conejos humanoides violadores, y… penes. Muchos, muchos penes. 

¡Arrancamos!

La hora del baño (Cortometraje)

La Hora del Baño (1)

Si, organizar una campaña de crowdfunding para financiar tu cortometraje puede ser toda una odisea. Pensar en unas recompensas que no rompan el balance de gastos, sentirte asfixiado por el tiempo atrás y, sobre todo, ver que te quedan unos míseros seiscientos euros para llegar a tu meta y que no hay mecenas dispuestos a entregarte su dinero. Todas estas quejas son razonables si eres un pobre diablo anónimo intentando sumergirte en la hostil industria del cine, pero no, señor Eduardo Casanova, desde su posición de famosete de tres al cuarto con una legión de palmeros a sus espaldas dispuestos a aplaudir y malgastar billetes en basura de la talla de ‘La hora del baño’, no posee derecho alguno a lloriquear aludiendo a lo tortuoso del camino del director independiente.

El nuevo corto de Casanova esta a la altura del bochornoso discurso de presentación que nos “regaló” antes de la proyección. Jugando a buscar una controversia forzada y sin razón alguna de ser, ‘La hora del baño’ se viste con una estética kitsch donde reina el color rosa y envuelve con el histrionismo habitual de una Macarena Gómez dirigida de forma nefasta —si es que está dirigida, claro está— una historia vacua, absurda, con una evolución de los acontecimientos incoherente y salpimentada con una penetración explícita y una muerte cuya única y obscenamente evidente función, más allá de reforzar la —ausente— narrativa, es crear polémica con recursos tan fáciles y metidos con calzador que rozan lo patético.

Señor Casanova, durante su sermón de introducción afirmó, textualmente, lo mucho que le gusta la mierda. Respeto mucho su coprófaga tendencia pero, por favor, deje de atormentar a los paladares cinéfilos que aún tengan un mínimo de actividad en las papilas gustativas con este estiércol de segunda categoría. Ni es usted Tom Six, ni Srdjan Spasojevic, ni muchísimo menos Pier Paolo Pasolini; así que mi más sentida recomendación es que empiece por aprender a diferenciar lo que es transgresor y lo que es, sin más, una inmensa gilipollez. Si tanto le gustan las heces, cómaselas usted.

Charlie’s Farm

Charlies Farm (1)

Cine de terror y Australia siguen siendo una combinación muy a tener en cuenta.
La nueva confirmación del buen hacer de nuestros queridos aussies en el noble arte de hacer la vida imposible a los personajes de sus filmes en sus majestuosos parajes locales es ‘Charlie’s Farm’; un slasher de lo más convencional protagonizado por la ex-estrella Tara Reid, resurgida de sus cenizas cual ave fénix gracias a ‘Sharknado’, y que parece recién salida de proyecto hombre.

Los lugares comunes por los que se mueve el tercer largometraje de Chris Sun ayudan a esbozar una sonrisa al anticipar el festín de muerte y destrucción que acontecerá una vez termine la ligeramente dilatada en exceso primera mitad de la cinta. El tono cómico puede llegar a recordar por momentos a una suerte de versión menos inspirada de la genial secuela de ‘Wolf Creek’, centrado en un grupo de personajes algo descompensado pero con encanto suficiente para llevarnos de la mano sin hacernos bostezar hasta lo que verdaderamente importa: la carnicería.

Puede que ‘Charlie’s Farm’ tarde en arrancar, pero cuando lo hace, el despliegue de efectos prácticos del que hace gala transformó la sesión en una fiesta con aplausos, comentarios en voz alta y risotadas surgidas de alguna de las muertes más creativas y grotescas —si, también hay penes involucrados en este apartado—. Cabezas cercenadas, miembros amputados, puñaladas, machetazos, e incluso una pelea cuerpo a cuerpo en uno de las escenas más ingeniosas de la película se convierten en el gran reclamo de una obra autoconsciente que ofrece nada más y nada menos que lo que se espera de ella: una nueva aproximación al body count sin ningún tipo de renovación y con toda la esencia y mala baba características del país de los canguros.

‘Bunny the Killer Thing’

Bunny the killer thing (1)

El plato fuerte del día tuvo que esperar hasta la medianoche, momento en el que toda la depravación que anhelábamos desde el inicio del festival llego desde la gélida Finlandia como si de una avalancha se tratase, arrastrando entre su espíritu de serie B toneladas de de desmadre, casquería y, si, aún más penes.

Recogiendo el peculiar carisma y todo el alma del gore festivo de bajo presupuesto seña de identidad de las producciones Troma, el cortometrajista Joonas Makkonen y su enajenada historia en la que un conejo humanoide que se dedica a violar y masacrar sistemáticamente a todo lo que se asemeje a una vagina, o directamente tenga una, se sitúan a medio camino entre la inteligencia y el gamberrismo de la ‘Dead Snow’ de Tommy Wirkola y lo deliciosamente descerebrado y chabacano de los trabajos del ilustre Lloyd Kaufman.

Con una factura técnica que llega a sorprender por momentos dada la naturaleza de la cinta, ‘Bunny the Killer Thing’ regala comedia salvaje hipersexualizada, toneladas de vísceras, caspa de primera calidad, chistes bochornosos, carcajadas, aplausos, vítores, y se confirma como una absoluta ganadora en esa categoría no oficial de «mejor película-jolgorio salvaje en una sala de cine» en este Nocturna 2015.

Y con esto y un bizcocho, a por la última etapa de certámen.

Sean felices y esas cosas.

¡Hasta mañana!

Por Víctor López G.

Sociópata altamente funcional. Ex-gordo. Ex-ESCAC. Superhéroe a tiempo parcial y cinéfilo a tiempo completo

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