Mar. Mar 19th, 2024

Cuarta jornada de San Sebastián con «Le cahier noir», «Tiempo después», «Le live d’image» y «An Elephant Sitting Still»

«Le cahier noir» Sección oficial

La chilena Valeria Sarmiento ha irrumpido en la sección oficial con su drama histórico «El cuaderno negro». Cinta ambientada en un lapso de tiempo que abarca desde poco antes de la revolución francesa a las invasiones napoleónicas, utilizando el contexto histórico como motor narrativo en la linealidad de su relato. Se trata de un filme donde se aprecian reminicencias del cine de su fallecido marido Raoul Ruíz, con quien compartió diversas tareas de construcción cinematográfica, sobre todo a la imprescindible «Misterios de Lisboa» (2010). Sarmiento desenvolverá en sus imágenes un uso esteticista de las composiciones y el color, ahondando en la belleza visual de todos y cada uno de sus planos. Así pues la cinta se antoja en un primer momento muy atractiva a nuestros ojos, entregándonos por su parte un eje temático que no hace sino recordarnos un tanto a la ya mentada película portuguesa de Ruíz. La cineasta englobará desde la frialdad propia de la falsedad de la nobleza de la época los maltrechos sentimientos de su protagonista. Concediendo su sufrimiento solo ante el espectador, ya sea mediante la voz en off como el dolor que se ve obligada a exteriorizar en distintas ocasiones, padecerá los infortunios emocionales de un drama de época clásico. Utilizando recursos como revelaciones en forma de flashback y elipsis temporales, el filme narrará la enésima historia de desamor y frustraciones de las clases altas sin más pretensión que la de entregarnos una historia de pasiones ocultas y también desatadas desde en un muy bello envoltorio.

«Tiempo después» Fuera de concurso

Esperada era esta nueva entrega del surrealismo patrio que lleva años regalándonos José Luis Cuerda. Creador de un universo propio como es el de «Amanece que no es poco» (1989), el septuagenario director ha vuelto a las andadas con su delirante «Tiempo después». Lejos de florituras formales y ambiciones temáticas, la película nos entrega simple y llanamente lo que esperamos de ella, un delirio entretenido y trabajado en su construcción que desde el absurdo y el humor, nos ayuda a reírnos tanto de la situación española actual como de nuestra propia idiosincrasia. Para ellos nos sitúa con su propia voz en off en el año 9177, mil años arriba mil años abajo, para presentarnos un curioso edificio que entrará en conflicto tras la irrupción de un miembro a la clase de los paredes. Cuerda confecciona una divertida sátira sobre la lucha de clases, denunciando con cinismo los aparatos del Estado que perpetuan absurdamente el poder. Mal parados saldrán tanto el brazo eclesiástico como el policial, así como la casta política y sobre todo la figura del rey. El amor, la libertad, la envidia o la muerte serán el eje que sustentarán una oda a la ironía que busca reflejar con acertada lucidez las locuras humanas que rigen nuestro sistema y modo de vida en nuestro días.

«Le livre d’image» Zabaltegi

Cuando Jean-Luc Godard entrega un testamento fílmico que abandera el vanguardismo artístico como «Adiós al lenguaje» (2014), sorprende que cuatro años más tarde el paradigma del cine moderno avance un poco más en su particular experimentación continua del medio tanto en la cinematografía en general como dentro de su propia filmografía. «Le livre d’image» lo logra. El nuevo eje que ha compuesto el cineasta desde el final de su serie «Histoire(s) du cinema» en 1998 hasta el día de hoy, parece haber alcanzado un nivel no solo más redondo sino más radicalmente extremo en esta nueva entrega. Si en la ya mentada «Adiós al lenguaje», se quejaba abiertamente, incluso llegando a afirmar su odio, hacia el concepto del personaje, en esta ocasión habrá una total ausencia de ellos. Los cinco episodios de su nueva obra supondrán un ejercicio de montaje donde encontraremos las habituales escenas interpuestas, sonidos ausentes de coherencia o dualizados, letras y palabras apareciendo y desapareciendo en pantalla. También la irrupción de la literatura y la pintura, ocupando su lugar dentro del espacio cinematográfico expuesto y abierto como un lienzo en manos de su artista.  A su vez, jugará con el formato digital del filme, incluyendo incluso esta deformación hacia pinturas o imágenes filmadas con dispositivos móviles. Imágenes las propias, la que no son parte de su trabajo apropiacionista de collage y montaje, que muestran la visión del director del mundo árabe. Siempre atento a la reflexión sobre el cine y la guerra, el pasado y el presente.  Un trabajo sobre el que pensamos volver una vez fuera del contexto de festival para adentrarnos en profundidad en ella.

«An Elephant Sitting Still» Zabaltegi

Mastodóntica radiografía del dolor, «An Elephant Sitting Still», se postula como una de las piezas más densas y a la vez valiosas del festival. Se trata de la única obra del chino Hu Bo, quien se suicidó antes de cumplir siquiera los 30 años en el proceso de montaje del filme. Una película de cuatro horas de duración que supone un testamento fílmico de su pesimista visión del mundo. Valiéndose de un acercamiento intensivo en la figura de sus protagonistas, la dirección seguirá las desventuras de éstos en un fatídico día que cambiará sus vidas, incidiendo en todo momento en el primer plano del retratado y difuminando, como quien solo ve sombras en la otredad, todo lo que sucede en profundidad de campo. La presentación de personajes se antojará asfixiante, contaminando al espectador de un nihilismo que nace del continuado fluir de una existencia cotidiana expuesta a una falta insostenible de empatía. La cámara seguirá a sus personajes, elaborando laboriosos planos secuencias tejiendo armoniosas coreografías. A su vez, la extensa duración de éstos lograrán el objetivo de abstraer del artificio al espectador, sumergiéndole de lleno en un ambiente hostil experimentando el malestar psicológico ininterrumpido de sus protagonistas. Una historia en última instancia que concede cierta mirada optimista en algún momento, pero sobre la que Hu Bo derrochó su total y subjetiva percepción de las deterioradas relaciones humanas que se padece en la China moderna.

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Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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