Sexta jornada de Zinemaldia 66 con críticas de «Vision» de Kawase, «Roma» de Cuarón, «Ash is Purest White» de Jia Zhang-ke y «Belmonte» de Veiroj
«Vision» Sección oficial
Inesperada y sobre todo estimulante ha sido la llegada a la sección oficial de «Vision». Y lo ha sido porque el renombre internacional de su autora, Naomi Kawase, no podía estar más en entredicho tras filmar dos cintas alejadas de su estética y narrativa características como fueron la complaciente «Una pastelería de Tokio» y la errática «Hikari». Es por ello que esta nueva propuesta nos reconcilia con la cineasta, quien recupera su universo fílmico anterior pero yendo a su vez más allá y explorando nuevos caminos. El peso de la muerte no será un apesadumbrado estado mental permanente sino que el filme fluye por distintas realidades emocionales en un lenguaje críptico y a la vez poético. La naturaleza vuelve a formar parte de un todo donde los personajes se fusionan y acceden desde los sentidos a las catarsis personales y colectivas. Las pasiones humanas restarán dormidas para aparecer con ímpetu, brotando de una tristeza que lucha por deshacerse del dolor, abrazando los pequeños resquicios de la felicidad. Carnal y humana, el deseo y los recuerdos se adentrarán en la realidad, una percepción que surge de los ojos de quien mira, asimilando a su vez el cómo quiere anhela ser mirado. Masatoshi Nagase y una magistralmente filmada Juliette Binoche dotan de magia a un relato hermoso y sentido que nos hace recuperar la fe tanto en su directora como en la sección ofial a concurso. Una onírica mirada a la sensibilidad que brilla como los rayos de luz que iluminan la ceguera de sus protagonistas.
«Roma» Perlas
Pocos cineastas más polifacéticos temáticamente hablando que el mexicano Alfonso Cuarón. Oscarizado por «Gravity», sumergido en el mainstream con «Harry Potter y el prisionero de Azkaban» (considerada mejor entrega de la saga), o ahondando en la pasión carnal en «Y tú mamá también», sorprende esta nueva cinta de tintes autobiográficos y abiertamente autoral. Un filme de producción Netflix rechazado en Cannes y erigido como gran triunfador de Venecia. La película rodada en un magistral blanco y negro, se vale de la habilidosa dirección de Cuarón para adentrarnos en el seno de una familia adinerada mexicana de principios de los setenta. Pero ese seno no se forjará gracias al hombre de la casa, ni tampoco los niños, si no de la criada indígena que no solo se ocupa de los pormenores de la limpieza sino que atiende al mismo tiempo a cuatro niños. Personaje abordado con valiosa dignidad y elevado como heroína sumisa y sufriente de una clase social, de un género y una raza históricamente oprimidos. No se valdrá para ello Cuarón de clichés o manipulaciones, sino que sustentará su historia sobre la verosimilitud que respira su puesta en escena. Una apuesta en blanco y negro que casa a la perfección con el tono grisáceo, de claros y oscuros que se denota siente hacia sus personajes. Porque la falta de empatía o la jerarquía social y racial no será abordada de manera burda, sino que fluye como una realidad, como algo socialmente aceptado por los contendientes de la función. Algunos detalles mostrarán el carácter irónico del cineasta para con algunos personajes, y en ocasiones el relato se acercará peligrosamente al desenfreno y la sobresaturación. Aunque bien es verdad que Cuarón sabe dosificar los tempos y mantener esa constante sensación de tempestad calmada, de callar ante la injustica, de ser un mero observador del sufrimiento emocional. Especialmente cruentas serán algunas secuencias, vaciadas de artificios, expuestas en toda su fatalidad, conmoviendo por la sinceridad con la que esos sentimientos han sido rodados.
«Ash is Purest White» Perlas
Ávido radiólogo del pasado y el presente de la China provincial, Jia Zhang-ke demuestra una vez más su tenacidad y conocimiento al sumergirnos de lleno en la cara más violenta de las zonas provinciales de su país. Incansable a la hora de arrojar el horterismo y la desaceleración vivida en esos lugares, Zhang-ke sigue desarrollando ese universo creado a lo largo de su filmografía perfeccionando su estilo cada vez más. Y para muestra esta «Ash is Purest White», un filme en continua evolución temática donde se abren distintas esferas que envuelven y aprisionan lo que el realizador en última instancia ansía hallar. Porque lo que se abre en un formato casi cuadrado en 2001 como una película de gánsgsters, siendo esto en su consecución una mera excusa banalizada metacinematográficamente incluso en irónicos comentarios de su protagonista, vuelca hacia un cine intimista y social abocado a las pasiones humanas más potentes. Gracias a las elipsis temporales, los diecesiete años abarcados en el relato nos invitarán a conocer en primera instancia la relación de un cabecilla de una mafia local con una mujer fatal, joven y caprichosa, que acabará asumiendo su culpa ante la justicia por un puro acto de amor. La evolución de esta pareja dependerá a su vez de los deseos de permanencia o rechazo que experimentarán hacia este estilo de vida a medida que maduren. Así pues, Qiao representará la picaresca y los valores del hampa, mientras que Bin, poco a poco irá desencadenándose de un pasado que no recuerda con gratitud. La cinta, además de analizar y con solvente sobriedad las bases del comportamiento más agresivo en el ser humano tanto a nivel individual como colectivo, nos entregará un romance atormentado que nos desentrañará sentimientos reprimidos condenados a explotar.
«Belmonte» Zabaltegi
Federico Veiroj ya estuvo en el festival, dentro de la sección oficial, en 2015 con «El apóstata». Cinta que cuestionaba códigos cinematográficos, que usaba los conflictos familiares para atacar también los estamentos eclesiásticos. Es por ello que el que su tercer largometraje su encontrara en la siempre poco convencional Zabaltegi, se esperaba cierto avance en la evolución de su corta carrera. Nada más lejos de la realidad. Con «Belmonte», el uruguayo demuestra madurez formal, un cuidado trabajo cromático en consecuencia al estado moral de sus personajes. Todo volcado a un drama familiar que explora un solitario personaje con diferentes frentes abiertos tanto en con su familia desestructurada como en su ámbito laboral. Un trabajo el de artista en el que metaforiza la negatividad de su vida en un plano físico para lograr seguir adelante en su día a día. Un filme con pocas cosas nuevas que añadir, del que se agradece el acabado formal pero que deja algo que desear en una sección como la ya mentada Zabaltegi.
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