Una inglesa en la corte de Walt Disney.
Mary Poppins es un sueño. Desde el año 1964 cualquier niño que se precie (y haya tenido un poco de infancia) ha visto la película de la factoría Disney. Pocos, sin embargo, sabíamos lo que había costado llevar la película a la pantalla. Y es que la escritora de la novela en la que se basa la película, P.L. Travers, tardó más de 20 años en vender a Walt Disney los derechos de la película. Y no le puso fácil el camino. La última película del BFI London Film Festival 2013 es Saving Mr. Banks, la historia sobre cómo se hizo esa película.
Y… entretiene, pero no alegra. Es divertida, sin duda. He de decir que me reí bastante durante la proyección gracias al personaje de Travers (Emma Thompson), pero narrativamente la historia tiene problemas. Y muchos se deben a que como anécdota funciona, pero para dar coherencia a toda la película y el porqué de las cosas que están sucediendo se necesita conocer el pasado la protagonista. ¿Qué ocurre entonces? Que nos enfrentamos a una cantidad ingente de tediosos flashbacks que rompen por un lado el ritmo y que además interesan menos que la trama principal de la película: Disney (Tom Hanks) tratando de que Travers se decida a firmar los papeles de cesión de derechos. Así, una vez te paras a analizarlo, te das cuenta de que casi (si no más) un cuarto de la película está compuesta por flashbacks. Que, sí, explican cosas de la protagonista e indirectamente tienen relación con la trama principal, pero no son necesarios para que ésta se mueva. Así pues, acaban resultando lastres, paradas estacionarias que lo único que hace es cansar pues la atención está en la trama principal.
Parte de la función de estos flashbacks también es que empaticemos mejor con el personaje de Travers. Ahí sí que cumplen bien la función, pero no creo que sea totalmente necesarios, pues el contraste (bien construído) que supone ella como inglesa férrea en este mundo de fantasía y amabilidad y amistad de Walt Disney, es suficiente para que el personaje caiga bien al espectador. En cambio, el hecho de imponer todo este pasado con los flashbacks sirve para explicar y dar un porqué al comportamiento de los personajes. Algo muy necesario en algunas ocasiones en el cine, pero demasiado sobreexplicado aquí y que empalaga un poco también y acaba por quitar importancia a mucho del carácter del personaje.
Independientemente de esto, los momentos cómicos de la película sí que están bien realizados y consigue levantar la carcajada tan buscada. El contraste y duelo entre el afable Walt Disney y la fría P.L. Travers está magníficamente construido, representado y actuado. Los dos actores dan una gran interpretación. Hanks, por un lado, interpretando a este bonachón rey de la animación sin que parezca que está realizando una caricatura; Thompson por el otro, dando vida a esta fría mujer de mentalidad británica y afilada lengua, rápida de instintos y respuesta y siempre graciosa.
Curiosamente la película no alterado extremadamente la realidad (en lo que la batalla Disney-Travers se refiere), sin embargo sí que ha decidido ser engañadiza al final. Y esto no me ha gustado. Es ampliamente conocido que Travers nunca estuvo contenta con Disney, que no le gustó la película y se negó complemente a vender los derechos de las secuelas. Se dice que lloró durante todo el pase del estreno de lo poco que le gustaba. Y si bien en la película no se dice lo contrario, se decide que acabe en un punto que deja abierto a la interpretación este punto. Si bien en cualquier otro caso me habría dado igual, lo desapruebo en esta ocasión, pues precisamente gran parte de la película se trata de eso, de ella y la película. No dejar claro al final cuál fue su impresión al verla me parece un intento de engañar al espectador haciéndole creer algo, aunque no lo diga directamente.
Así pues y en definitiva la película es entretenida, cuenta una historia interesante y que no se acostumbra a contar. Pero, al final, acaba resultando un autoretrato de la factoría Disney. Se mira a sí misma y trata de mostrar la mejor cara. Aquí no hay errores, no hay nada del todo malo, lo bueno es bueno y lo malo no se muestra.
Entretiene, a veces. Divierte, a veces también. Es sincera, no lo creo. Y ahí es donde pierde todo.