Un día de salud fílmica y dolor mental. Si ayer las posiciones se bipolarizaron con The Lords of Salem hoy lo han vuelto a hacer, de la mano de Berberian Sound Studio (y también con Cabin in the Woods, que si no se ha proyectado hoy en el Auditori es el día en el que yo la he visto). Mientras The Lords se centraba en la recreación estética y referencial sin añadir ninguna novedad, Berberian y The Cabin hacen justo lo contrario. La enseñanza que extraemos es que, aunque todo es una remezcla, una cosa es imitar y otra construir en base a lo preexistente. Personalmente tengo la cabeza tan alborotada que no sé hasta qué punto podré defenderlas, pero allá va:
The Cabin in the Woods
The Cabin in the Woods, película auto-consciente de Joss Whedon y Drew Goddard que llevaba guardada tres años ha causado sensación entre público y aficionados. Desde Scream y su conversación sobre los tropos genéricos que no había un hito cinematográfico que diese pistas para hacer evolucionar los lentos engranajes de la industria fílmica, que no le ofreciese un nicho de nuevas posibilidades que si bien no deja de ser un capítulo de The Twilight Zone su importancia se debe al saber estar en el lugar y momento adecuado y con una presentación equilibrada. Mucho bien le haría al cine de terror actual aplicarse el cuento de lo que se nos presenta aquí. Para empezar es una película con guión e idea original (tan raro en estos tiempos), que combina el contentar a sus espectadores con descolocarlos sin que llegue a generar rechazo. Su visionado se marca también con el premio de encontrarnos con personajes estereotipados (pero inteligentes) que consiguen generar empatía e interés. Y por supuesto, la idea central (un choque mental) que gira en torno a los mecanismos dialécticos de cultura y relación espectador-creador, entre la búsqueda y sus procesos de hallazgo hacen de este título una parada de reflexión obligatoria. Subversiva, vigorizante, cautivadora. Que no te cuenten nada, no busques tráilers. Tienes que verla.
Berberian Sound Studio
Tras el abrupto e inesperado final, tímidos aplausos y algún abucheo vuelven a dominar la platea. Peter Strickland deja Berberian Sound Studio, como quien deja un seductor dulce lleno de agujas con la intención de que quién quiera tomarlo deba saborearlo y prestarle toda su atención, o si no abortar la misión. Esta especie de inmersión metarreferencial en un giallo como aquel de Dario Argento o Lucio Fulci de los años 70 cuenta la historia de Gilderoy, británico y experto sonidista que se ha dedicado toda su vida a hacer documentales campestres y programas para niños y ahora, sin explicarnos por qué acaba trabajando en la postproducción de una película de terror italiana. Poco a poco bajamos escalones del subconsciente entrando en un onírico (muy similar en lo confuso al del Inland Empire de Lynch) universo donde el terror acecha en lámparas rojas, crucifijos, susurros en latín, sospechas, mujeres exuberantes, peinados engominados y comportamientos extraños. El idioma no es barrera, ya que aunque Gilderoy no entiende el significado de las palabra se mueve en el lenguaje universal de lo sonoro. Sin embargo, mientras va perdiendo parcelas de poder sobre su propia vida, cuanto más le obsesiona lo que ocurre en la sala de edición termina por perder la voz, y se queda como un fantasma que pasea descubriendo los horrores de la creación que entre todos están montando. Y mientras esto ocurre nos encontramos un fuerte subtexto de rechazo al machismo imperante en aquellos filmes, y un contrapunto humorístico en el plano más cercano a la realidad en el que el gran drama de nuestro héroe Gilderoy será que no le paguen por su trabajo. Con pathos en lo cognitivo, atmosférica e irritante, esta pesadilla que es más efectiva generando angustia y terror que otras que confluyen en esa etiqueta y que pide varios visionados para completar su puzzle, merecería ganar el festival, aunque otras como Holy Motors o Looper tendrán más posibilidades de triunfar al ser más democráticas para la audiencia.
[…] Berberian Sound Studio Aquí mi terror favorito del año (lo siento, Cabin in the Woods). “Esta especie de inmersión metarreferencial en un giallo con pathos en lo cognitivo, atmosférica e irritante, es una pesadilla es más efectiva generando angustia que otras que confluyen en esa etiqueta y como plus pide varios visionados para completar su puzzle.” […]
[…] le hemos visto como secundario de lujo en multitud de proyectos entre los que podemos destacar Cabin in the woods. Aunque siempre es un placer que nos rescaten actores de la talla de Robert Duvall. Y para los […]