La despedida de Sitges 2014 viene bañada por la sangre del grupo de vampiros neozelandeses ganadores del premio del público con «What we do in the shadows».
Nota del autor: Léanse las siguientes líneas escuchando el tema principal de la banda sonora de “Love Story”.
Penúltimo día en Sitges. Suspiros. Nostalgia prematura antes de que terminen los diez mejores días del año. La ingesta masiva de cine sumada a la falta de descanso, lejos de sentar mal, se ha convertido en la droga perfecta con la que sobrevivir a una realidad que, seamos sinceros, nada tiene que hacer contra la magia que proyecta el celuloide sobre las pantallas blancas de las salas.
Pero todo lo bueno se acaba, y qué mejor manera de poner punto y aparte —nunca y final, porque el año que viene volveremos por estas tierras con energías renovadas— que con un cierre de festival con la firma de Taika Waititi y Jemaine Clement, creadores de “Flight of the Conchords”, quienes han conseguido convertir una despedida en una experiencia a años luz de cualquier atisbo de amargura.
“What we do in the shadows”: Desmadre vampírico de primera categoría
Lo primero que se te pasa por la cabeza en cuanto termina la proyección del nuevo trabajo de Waititi y compañía es que, además de que parece estar concebida teniendo en extrema consideración en todo momento al público potencial de la misma, “What we do in the shadows” es una película cuyo único objetivo es entretener y hacer pasar un —muy— buen rato a sus espectadores; metas tan nobles como complicadas porque, bajo mi prisma personal, no hay empresa más ardua que la de crear comedia de manera efectiva.
Sorprende pues la habilidad del filme a la hora de arrancar la carcajada cómplice y desatada en un público unánime en su reacción ante los periplos de los cuatro vampiros compañeros de piso protagonistas de la cinta; personajes que rebosan encanto desde sus primeras secuencias de presentación, y con los que es imposible no empatizar durante la progresión del relato.
Las técnicas empleados por Waititi y Clement para construir un producto tan sólido y eficaz pasan por un guión cuidado, repleto de momentos verdaderamente hilarantes y con un inteligente juego de reconversión que transforma los clichés del género vampírico convirtiéndolos en el primer generador de comedia de la película. Además, el lenguaje de mockumentary utilizado funciona a la perfección pese a la saturación de filmes contemporáneos con este estilo de narrativa. Gracias a la cámara documental y a los apartes de sus personajes, la cuarta pared siempre impenetrable en el universo fílmico se rompe por momentos, aportando unos niveles de cercanía con los personajes que, sin duda alguna, ayudan a convertir “What we do in the shadows” en una de las experiencias más satisfactorias dentro de la comedia de género que puedan recordarse desde bombazos como “Shaun of the Dead” (Edgar Wright, 2004).
Durante su proyección, a juzgar por los aplausos, los vítores y el altísimo nivel de risotadas que se solaparon en la sala, resultaba más que evidente que el film neozelandés recibiría un más que merecido premio del público; presagio hoy confirmado junto a la publicación de un palmarés oficial del certamen que, con premios como este, demuestra que el público echa mucho de menos esa sensación de buen rollo y felicidad espontánea que filmes como “What we do in the shadows” y sus cuatro vampiros compañeros de piso derrocha en cada uno de sus fotogramas. Brillante.
“Monsters 2: Dark Continent”: Que alguien me lo explique
Me tienta mucho escribir un punto y final a la crónica de hoy en este preciso instante, porque me encantaría que “Monsters 2: Dark Continent” no existiese, o en caso de que lo hiciese, que no formase parte de mi mismo plano existencial; pero tras ver semejante horror no puedo menos que dedicarle un par de párrafos rogando que, por favor, huyáis de ella despavoridos, especialmente si disfrutasteis de ese diamante en bruto que fue su primera —y única en lo que a mi respecta— parte.
No entiendo esta película. Ni entiendo su tema, ni entiendo su tesis, ni mucho menos entiendo por qué diantres Tom Green decide ambientar esta suerte de rip-off de cualquier tv-movie bélica de sobremesa en el universo de la delicada, sencilla y brillante “Monsters” (Gareth Evans, 2010).
La lucha entre militares norteamericanos e insurgentes musulmanes de “Dark Continent” podría haberse situado en cualquier parte del planeta habitada únicamente por seres humanos, pero Green parece haber encontrado la excusa perfecta para financiar su filme de guerra empleando y manchando el nombre del primer largometraje de Evans vilmente y sin ningún tipo de escrúpulo.
Formalmente hablando, “Monsters 2” posee tramos notablemente potentes, con juegos de luz interesantes, buen uso de los paisajes desérticos, y unos efectos especiales vistosos. No obstante, el buen hacer del equipo de fotografía se va al garete cuando Green decide agitar la cámara de lado a lado, recurso supuestamente empleado para dotar de realismo y proximidad, que lo único que consigue es marear y evidenciar unas intenciones claramente fallidas. Mención aparte a la sobresaturación de personajes gritando, una mezcla de sonido irritante y recargada, y a una duración excesiva.
Después de esta pequeña reseña, que ha ayudado a sacar la ira interna que fui acumulando durante la proyección, es el momento de darme una ducha y despejarme para ir al último evento social de la temporada; no sin antes agradecer a la Videodromo haberme dado la posibilidad de estar por estos lares. Espero que hayáis disfrutado tanto de mis crónicas como yo escribiéndolas a las cinco de la madrugada despertándome de microsueños de un minuto como si de un preso de Guantánamo se tratase.