Abrimos la edición número 48 del festival de Sitges con ‘The Witch’: Una de las mejores películas que han pasado por el certamen en los últimos años.
Muy, pero que muy buenas madrugadas desde el paraíso terrenal.
Un año mas, la llegada del ansiado mes de Octubre trae bajo el brazo una nueva edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña y, con ella, la felicidad de este humilde redactor ansioso por engullir cine de género de calidad —o no— como si no hubiese un mañana. Así que, sin más dilación, sólo me queda decir eso de “Bienvenidos a todos a Sitges 2015” y contaros cómo ha ido mi periplo durante el pistoletazo de salida del certamen.
Tras el caos matutino que suele imperar durante la primera jornada, aderezándola con colas kilométricas en la sala de prensa y retrasos a tutiplén, he abierto el festival con la cinta que más he ansiado ver —junto a ‘Night Fare’— desde que su título comenzó a retumbar por la red de redes tras su espectacular acogida en Sundance. Por suerte, las excelentes palabras vertidas sobre ella no hacen justicia al prodigio narrativo y fílmico que ha resultado ser esa joya titulada ‘The Witch’.
«The Witch»: Empezando por todo lo alto
Durante los primeros compases de «The Witch», además de percibir un ligero y muy agradable aroma al Michael Haneke de «La cinta blanca« que más tarde se fue diluyendo en pos del terror más visceral, fui totalmente atrapado y seducido por la lenta cadencia con la que se introduce el relato, empleando largos y turbadores zooms sobre unos encuadres compuestos con una exquisitez impropia de un debutante. Este dominio sobre el lenguaje audiovisual desplegado por Robert Eggers en su ópera prima se antoja tan innato como cautivador, y viste a la perfección la historia de una familia de colonos acosada por ciertas fuerzas sobrenaturales en la que la brujería y las criaturas de leyenda son sólo la capa superficial de una asfixiante crónica repleta de subtextos y múltiples lecturas sobre los funestos efectos de la fe, las relaciones materno-filiales y la desestabilización del núcleo familiar en una época tan convulsa.
El horror puro y desasosegante de «The Witch», tan atípico en cualquiera de sus cintas congéneres como altamente estimulante, viene estrechamente ligado a su densa y malsana atmósfera, que te atrapa sin precipitarse, de forma pausada y precisa, y termina de robarte el aliento con unas interpretaciones brillantes y desgarradoras —impresionante Anya Taylor-Joy— al servicio de la mejor cinta de terror que se haya podido disfrutar desde la imprescindible «The Babadook».
Una auténtica obra maestra dentro de su género, y un ejercicio cinematográfico tan soberbio, imprescindible y necesario, que hace que el futuro remake de ‘Nosferatu’ resulte una idea menos nefasta tras saber que el encargado de llevarlo a buen puerto será Eggers.
«Mr. Right»: Adorable salvajada
Tras el visionado de una joya de tamaña calidad y después de recuperarme de la extraña sensación que ‘The Witch’ había dejado en mi cuerpo y mente, tocó cambiar de tercio y verse las caras de nuevo con uno de los habituales del festival, el gran Paco Cabezas, que este año da continuidad al periplo norteamericano que inició con «Tokarev« de la mano del siempre ilustre y amado Nicolas Cage con «Mr. Right»: una delirante, violenta e inusitadamente adorable comedia de acción escrita por Max Landis y protagonizada por Sam Rockwell y Anna Kendrick. Si esta descripción no os parece suficiente estímulo como para verla, seguid leyendo.
Al igual que ocurrió con «American Ultra«, anterior trabajo del hijo de John Landis como guionista, resulta imposible terminar de ver «Mr. Right» y no esbozar una sonrisa bobalicona durante sus títulos de crédito. El buen rollo que transmite el último trabajo del director de «Carne de Neón« es sencillamente impagable entre tanta comedia insulsa y tanto filme de acción que se toma excesivamente en serio, y resulta un balón de oxígeno para todos esos amantes del amor fou a los que nos cautiva ver a personajes tan excéntricos y rotos enamorándose y, ya de paso, volando unos cuantos cráneos.
Si bien la peculiar historia de amor entre un no menos singular asesino a sueldo y una chica despechada está narrada de forma convencional sin demostrar grandes alardes en cuanto a lo audiovisual se refiere, el mimo con el que parece estar escrito el libreto —lleno de detalles, running gags y con unos personajes principales entrañables y cuidados—, sumado a la cinefilia que rezuman los 90 minutos de metraje influenciados directamente por referentes tan dispares como «Taxi Driver», «Cantando bajo la lluvia» o la filmografía de Buster Keaton, convierten a «Mr. Right» en la cinta perfecta para reír a mandíbula batiente, aplaudir como locos y, por qué no, enamorarse un poquito más si cabe de una encantadora Anna Kendrick y de un Sam Rockwell desatados y rebosantes de química secuencia a secuencia.
Una verdadera y refrescante sorpresa que, esperemos, no pase en absoluto desapercibida y reciba todo el reconocimiento que se merece. Gracias, señor Cabezas, por elevar mis ya de por si escasas cotas de buen humor hasta límites insospechados.
Y como no todo el monte es orégano, dos buenas películas sólo podrían ir seguidas de dos horrores…
«What We Become» y «Summer Camp«: Cintas para olvidar
Para comenzar con la parte negativa del día, la danesa ‘What We Become’ vuelve a recorrer los manidos y revisitados mil millones de veces terrenos del brote zombi. En este caso, el director Bo Mikkelsen —quién, dicho por el productor de la película, es un hombre de personajes y no de terror—, impregna ese sello gélido y pausado del drama nórdico a una típica y tópica historia de muertos que vuelven a la vida para devorar nuestros cerebros, esta vez, tras infectarse con una suerte de gripe.
Clichés, tópicos, madres que se niegan a ver a sus hijos, adolescentes que fornican en escenarios poco indicados para ello y un ritmo tan irregular que me ha permitido dormir un par de siestas sin que hubiese progresión en la trama entre despertares hacen de «What We Become» uno de esos filmes que pasan sin pena ni gloria por las pantallas del certamen.
Y para poner punto y final a la jornada inaugural; la última proyección ha terminado bajando el listón hasta prácticamente rozar el suelo con la vergonzante «Summer Camp»; un largometraje dirigido por Alberto Marini —responsable, por increíble que parezca, de guiones como el de «Mientras Duermes«— y apadrinado por el mismísimo Jaume Balagueró tan estúpido en su planteamiento y nulo en su progresión y coherencia narrativas como bochornoso en lo técnico, haciendo gala de una dirección de fotografía —o la ausencia de ella— propia de cualquier cortometraje amateur que podamos ver en Youtube, y de unas interpretaciones no menos insatisfactorias.
Soporífera, carente de ningún tipo de aliciente, y merecedora de toda mi furia nocturna por haber conseguido ponerme de mal humor tras el arranque tan magnífico que me han otorgado los dos primeros pases de este viernes 9.
Por suerte, mañana será otro día, y aquí estaré para contar si algún largometraje osa a arrebatar a «The Witch» el prematuro título a mejor película de este festival de Sitges 2015.
Permanezcan a la escucha.