Mar. Mar 19th, 2024

Segundo día por Sitges con asaltos domésticos, mujeres de buen ver y una antología de terror sorprendentemente satisfactoria. ¡Cine fantástico en vena!

¡Segundo día en las trincheras del paraíso —o el infierno, según la película que se mire—!

El sol radiante que nos está regalando la costa catalana aún no había salido cuando el despertador nos ha privado de más horas de sueño para reservar las condenadas entradas del día siguiente. Pero bueno, dicen que los madrugones, con cine, son menos, y más aún si amaneces tarareando el tema principal de “Mr. Right”, que llevo tarareando desde que me ha dado el título el buenazo de Paco Cabezas vía Twitter. Gracias de nuevo.

Sin más dilación, y aprovechando el parón de la comida —ojalá pudiésemos alimentarnos sólo de celuloide, o proyecciones digitales, lo mismo da—, voy a contaros cómo han ido los dos primeros pases de la segunda jornada, unidos por la tónica que dicta el subgéneros de los allanamientos —ya sean domésticos o mentales— y los stalkers (acosadores), y separados por diferente el sabor de boca que ha dejado cada uno de ellos; siendo “The Gift” el equivalente al suculento y estimulante plato de cocina tradicional que te pueden servir en un bar de mala muerte adaptado por un chef de alta cocina, y perteneciendo “Knock Knock” a la liga de la comida basura de más ínfima calidad —por no equipararla a cierto plato que dan de comer a los torturados personajes de “Saló”— destinada a llenar los estómagos del público menos exigente.

The Gift: el dinero no lo es todo

UNTITLED JOEL EDGERTON PROJECT

Durante esta edición del festival me he propuesto acudir a un buen número de proyecciones a ciegas. El no tener ningún tipo de expectativas sobre un filme y, sobre todo, el no conocer ni un sólo detalle de su argumento puede resultar una experiencia de lo más agradable. En el caso de “The Gift”, dirigida e interpretada por el debutante Joel Edgerton —uno de esos actores al que has visto en doscientos millones de largometrajes y no recuerdas en cual—, la sorpresa ha sido enormemente grata. Tan grande como el genial acabado de una propuesta que podría haber caído en terrenos pantanosos con otro equipo detrás y delante de las cámaras.

La eterna producción de bajo presupuesto —unos irrisorios cinco millones de dólares— de la incombustible Blumhouse Pictures se erige sobre la estructura ósea de uno de esos telefilmes austriacos o alemanes en los que una familia aparentemente idílica es acosada por un personaje de lo más siniestro y retorcido que bien podría titularse “Acoso mortal” o “Abrumada por su vecino”. Por suerte, lo que Edgerton logra con “The Gift” roza lo excepcional, convirtiendo la simpleza del planteamiento de la cinta en un retorcido juego de máscaras que te mantiene en vilo a cada sorprendente giro de un guión en el que nadie es lo que parece, maravillosamente interpretado por el trío principal compuesto Jason Bateman, Rebecca Hall y el propio director, todos tan intensos como alejados del histrionismo que puede dominar este tipo de thrillers.

Son, sin lugar a dudas, el inesperado giro del segundo acto, que desvela la temática subyacente de la película, y la notablemente construida atmósfera de esta ópera prima lo que la catapulta hasta ese estatus de «tapada»; una de esas películas que, sin hacer ruido, se cuelan en tu vida y juegan con tu cerebro durante horas. Aunque, gracias al señor, no hacen peligrar la integridad de tu matrimonio. Muy, pero que muy gratificante.

Knock Knock: entre el bochorno y la vergüenza

Knock Knock

Y de un ejercicio de suspense inteligente y pulido, pasamos a la chabacanería más rancia y de nulo estímulo neuronal. Porque Sitges, señores, es un festival de contrastes.

El tándem Nicolás Lopez—Eli Roth, después de la simplemente aceptable “Aftershock” y ese divertidísimo revival de las películas de caníbales italianas de los setenta que fue “Green Inferno”, vuelven a unir fuerzas en la que puede que sea una de las películas más bochornosas que este humilde espectador haya podido visualizar en los últimos años de festival.
“Knock Knock” se presenta como una combinación entre un largometraje de asalto doméstico incoherente y, por momentos, involuntariamente —creo— ridículo, y un sexploitation en el que el erotismo brilla por su ausencia y cuyas secuencias de montaje sexuales se antojan tan sugerentes como las de la eterna “The Room” de Tommy Wiseau —nótese la ironía—.

Este intento de sexythriller, que hace llorar al Paul Verhoeven padre de esa maravilla titulada “Instinto Básico”, parece por momentos una suerte de versión de la estupenda Hard Candy —mal— escrita y —peor— dirigida por un trío de preadolescentes que se quedaron anclados en los ochenta entregándose al onanismo cinco horas al día frente a un póster de Samantha Fox, y que confunden lo grosero y chusco con lo provocador.

Huelga decir que la hora y media de despropósito que nos brinda “Knock Knock” está aderezada con, al menos, una palabra malsonante por segundo, unas actuaciones que rozan la vergüenza ajena capitaneadas por un Keanu Reeves que parece haber sido poseído por el espíritu del peor Nicolas Cage —su interpretación puede equipararse a la del bueno de Nic en “El hombre de mimbre”—, y un dúo de antagonistas con las mismas cualidades interpetativas que un ficus seco que, no lo neguemos, alegrarán la vista todo varón que esté entre el patio de butacas.

Por favor, que alguien me haga olvidar este horror y me devuelva el tiempo perdido.

Tales of Halloween: Gore festivo a mansalva

Tales of Halloween

Ya es la una de la madrugada, y junto a unas indispensables hamburguesas de pollo y un poco de helado de nube con trozos de nube —inception—, remato esta crónica con un muy buen sabor de boca cortesía de una nueva antología de terror que, tomando el relevo de “Trick ‘r Treat”, adopta la festividad de Halloween como leit motiv para sus once cortometrajes. Pese a tratarse de una compilación de historias cortas, “Tales of Halloween” mantiene su nivel de calidad y entretenimiento a cotas muy elevadas, situándose por encima de filmes similares como “V/H/S: Viral”, “Mexico Bárbaro” o ambas entregas de “The ABC’s of Death” gracias al buen hacer de directores de renombre como Lucky McKee, Neil Marshall o Darren Lynn Bousman.

Gore festivo a mansalva, humor cafre, cameos de alto nivel para aficionados al género, y un público muy entregado proclive al aplauso y a la carcajada han hecho del pase de “Tales of Halloween” una experiencia de lo más amena pese a estar frente a un filme correcto sin más.

Y con esto y un bizcocho —o una copa de Jager, para qué nos vamos a engañar— voy a darme una buena ducha y a ver qué se cuece por la primera fiesta «oficial» del festival en el Nirvana.
Sean ustedes buenos, y no se olviden de continuar leyendo mis aventuras y desventuras por estos lares.

Por Víctor López G.

Sociópata altamente funcional. Ex-gordo. Ex-ESCAC. Superhéroe a tiempo parcial y cinéfilo a tiempo completo

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