El cuarto día queda marcado por la violencia en múltiples lenguas, y por haber llorado durante una secuencia de acción en una película de artes marciales.
¡Salutaciones, lectores!
Hoy estamos de celebración, y es que, gracias a los dioses primigenios, al Monstruo del Espagueti Volador, o a San Christopher Lee que nos cuida desde el cielo desde hace unos meses, y del que hemos estado charlando esta mañana en una mesa redonda la mar de interesante, la tormenta de proporciones bíblicas que, supuestamente, iba a arrasar Sitges, ha terminando siendo sustituida por un sol de justicia. Con esta “interesantísima” noticia sobre la meteorología, y con el estómago lleno de macarrones con atún y un café con leche —soy un hombre de gustos sencillos—, procedo a contaros cómo ha ido esta políglota cuarta jornada del festival de festivales, en la que disfrutaré —ya lo habré hecho cuando leáis estas líneas— de cintas gestadas en Hong Kong, Francia, y la todopoderosa Estados Unidos.
¡Comencemos!
“SPL 2: A time for consequences”: El ballet de las caras partidas
En la despedida y cierre de la crónica de ayer prometía dedicarle unas líneas a una película que pude disfrutar el día anterior, y que hoy se ha vuelto a proyectar en el Retiro para gozo y disfrute de los afortunados asistentes. Esta película, secuela independiente de la “Saat po long” original, ha entrado de manera inesperada en mi top tres de lo que llevamos de certamen; y es que no esperaba en absoluto que una cinta de artes marciales consiguiese emocionarme tantísimo y desplegar una sensibilidad de tamaño nivel como para exprimir mis lacrimales sin clemencia. Bienvenidos a “SPL 2 A time for consequences”, o “sangre, lágrimas, y música clásica”.
Si alguien me hubiese dicho hace un año que iba a encontrar una película congénere que pudiese equipararse en términos de calidad a la obra de arte “The Raid 2: Berandal”, me hubiese reído en su cara y le hubiese llamado loco. Ahora, tras haber asimilado las dos horas de drama criminal y acción sin tregua de “SPL 2”, he de decir que no sólo podrían resultar homólogas en cuanto a su dominio narrativo y esplendor audiovisual, sino también complementarias debido al modo tan diferente de trasladar las secuencias de pelea a la pantalla sin perder un ápice de contundencia.
Donde las cintas de Gareth Evans —“The Raid” y su secuela— abogan por un enfoque más seco y «realista» de la acción, el director de “Motorway” opta por impregnar a su trabajo de un liricismo de lo más suculento, introducido durante su secuencia de créditos animada al ritmo de la Lacrimosa del Réquiem de Mozart. A partir del término de la misma, “SPL 2” comienza a desarrollar una aparentemente enmarañada trama de personajes cuyas historias irán confluyendo progresivamente hasta llegar a un clímax magistral con tres secuencias montadas en paralelo que nos permiten ser testigos de una de las peleas más espectaculares, emocionantes y físicas que se hayan visto en muchísimo tiempo en la gran pantalla: una batalla en la que la gracilidad de los movimientos de los actores fluye sobre la partitura del Verano de Vivaldi durante unos diez minutos en los que la violencia se convierte en poesía en movimiento.
Sorprende de igual modo el elaborado guión de un filme en el que hay cabida para emotivos pasajes dramáticos, secuencias dedicadas a la construcción y gestión del suspense, e incluso agradecidos despuntes cómicos, todo ello tratado con un mimo y un gusto por el detalle inusitado en un largometraje de sus características que se alza como un digno sucesor de esa acción made in Hong Kong encumbrada por el John Woo que dio vida al mítico Inspector Tequila interpretado por Chow Yun-fat.
“Goddess of Love”: Amar mata, y no lo pone en el paquete
De nuevo, el experimento de entrar a ciegas a una proyección ha dado sus frutos; y es que “Goddess Of Love”, nuevo trabajo del director Jon Knautz, quien debutó en este festival años ha con “Jack Brooks: Cazador de Monstruos”, ha terminado siendo la gran sorpresa del día gracias a su inteligente propuesta thriller erótico —muchísimo más sugerente que “Knock Knock”— con unas más que notables, y reconocidas por su encantadora guionista y actriz protagonista Alexis Kendra, influencias de esa obra maestra titulada “Repulsión” de Roman Polanski.
La historia sobre una celosa patológica con serios y la espiral violenta y auto destructiva en la que se ve sumida, sencilla y, a priori, no excesivamente original, se ve enriquecida por una dirección inteligente y muy, muy calculada cuanto a actores como y a trabajo de cámara se refiere.
El guión no se queda atrás y, pese a estar escrito en tan sólo tres meses deja un gran sabor de boca, especialmente si atendemos a la manera en que Alexis Kendra desvela el giro final jugando con la estructura narrativa clásica y sus tempos tradicionales.
“Goddess Of Love” me ha fascinado por la gran optimización de los pocos recursos de los que hace gala, dando la sensación de encontrarnos ante una película mucho más grande de lo que en realidad es, rodada en cuatro meses por su ajustado presupuesto y falta de medios; factores que no han importado para dar a luz un filme sexy, retorcido, y que nos hace temer aún más si cabe ese ente dominador de mortales que es el amor.
“Night Fare”: Macarrada sobre ruedas
Mentiría si dijese que no he salido un tanto decepcionado del pase de “Night Fare”.
Tras ver su apabullante trailer en el que se intuía mucho de la herencia de la mala uva de la que hizo gala la nouvelle horreur vague en una secuencia de montaje frenética, violenta, con una estética retro-ochentera y una banda sonora a cargo del genio del synthwave Carpenter Brut, la nueva película de Julien Seri se convirtió en uno de mis obligados de este festival.
Es una lástima que, finalmente, gran parte de las esperanzas que tenía puestas en ella, se hayan quedado en la mera expectativa, porque cuando “Night Fare” se decide a arrancar y dejar de lado una primera mitad de película de lo más manida, presentando a personajes que interesan más bien poco, cuyos enigmas no terminan de cuajar y que no son más de carne de cañón para el verdadero reclamo de la cinta: Un antagonista tan enigmático como molón —no puede haber otra palabra para la macarrada de villano que han creado los cuatro guionistas que firman el libreto—.
“Night Fare” hace gala de numerosos defectos, como tomar por tonto al espectador y pecar de evidente en muchos momentos, perderse en un mar de secuencias reiterativas que no aportan nada en absoluto a la trama, poseer un ritmo de lo más irregular pese a lo dinámico de su propuesta… Pero alcanzado el mid-point, y cuando toda esperanza queda reducida a aceptar que el sinsentido no va a pasar de lo olvidable, la tensión, el salvajismo y la intriga comienzan a aumentar in crescendo hasta derivar en un giro de guión tan demencial que da la vuelta a la tortilla y transforma la tercera película de Seri en una auténtica macarrada sin sentido a la que sólo puedes aplaudir de manera sincera si pasas por el aro de todas las licencias —y los estupefacientes— que los creadores se han tomado.
¡Mañana más y mejor!
Sean ustedes felices.