“Under the Silver Lake”, “Killing”, “Ghostland”, “The night comes for us” y “Galveston” han sido las películas que hemos podido ver en el cuarto día del festival.
«Under the Silver Lake»: El Gran David Robert Mitchell
El plato fuerte del cuarto día de festival era la reválida del director estadounidense David Robert Mitchell, quien tras revolucionar el cine de terror con su primer éxito “It follows” (2014) (técnicamente su ópera prima fue “El mito de la adolescencia” (2010), pero pasó inadvertida), tenía que demostrar que la solidez de guion y ese ojo cinematográfico que mostró en su anterior filme, no fueron mera casualidad, sino fruto de un talento indómito. Para esta delicada ocasión, Mitchell, que podría atrincherarse en un género que claramente domina para poder salir del paso, decide hacer otra cosa completamente distinta: nn delirante thriller neo-noir muy deudor de “El gran Lebowski” (1998), “Quemar después de leer” (2008) o “Arizona baby” (1987) de los hermanos Coen o del cine de Shane Black. “Under the Silver Lake” es tan ingeniosa como absurda, tan cruda como hilarante. Del sórdido terror donde el humor no tiene cabida cimentado sobre una premisa tan simple como efectiva que fue “It follows”, Mitchell se pasa al humor más ácido y disparatado con un guion extremadamente enrevesado pero tan robusto y efectivo que te atrapa y no te deja salir. Y todo ello sin perder un ápice de su personalidad como autor y su don para el encuadre y el montaje.
Protagonizada por un Andrew Garfield inconmensurable, la cinta narra como investiga la desaparición de su vecina (Riley Keough), de la que se ha enamorado a primera vista. Siguiendo una serie de pistas de lo más enrevesadas le llevarán a tramas paralelas y a puntos sin retornos. La complejidad de la trama es tan alta que la investigación no es lineal llegando a solaparse historias muy diferentes. En el punto más enrevesado, hacia el final del segundo tercio de la cinta, la historia se hace tan densa que llega a perder un poco de fuelle, pero pronto vuelve con toda su fuerza dejándonos las mejores y más delirantes escenas. Pero la riqueza del filme no se queda ahí. Mitchell no descuida otros aspectos de su guion como enterrar en él un discurso potentísimo sobre el estilo de vida de la gente multimillonaria, el arte y la cultura pop, y la meticulosa construcción de sus personajes aparentemente estereotipados pero de gran profundidad alcanzando y con un protagonista más complejo de lo que parece a simple vista e interpretado por Andrew Garfield como jamás lo habíamos visto. “Under the Silver Lake” consolida a David Robert Mitchell como uno de los grandes exponentes de su época, un todoterreno que destaca en el género que se proponga.
«Ghostland»: Y el terror francés
En el décimo aniversario del estreno de su obra más controvertida, “Martyrs” (2008), el director francés Pascal Laugier vuelve un poco más comedido al festival de Sitges para presentar “Ghostland”, un slasher psicolóligo que te mantiene en tensión continua desde el principio y que te hace saltar de la butaca, al menos, un par de veces. El filme narra la historia de una madre que se traslada con sus 2 hijas adolescente a una casa que heredan de su tía. Pero en su primera noche, cuando apenas acaban de sacar las maletas del coche, son atacados por dos maníacos. El realizador galo demuestra en “Ghostland” su solvencia en el género con una dirección férrea a partir de un guion maleable pero cimentado sobre las bases narrativas del cine de terror clásico para asegurar un producto tan eficiente como efectivo. Esto conlleva a un producto altamente disfrutable pero que, al no arriesgar en nada, tampoco deja huella una vez se abandona la sala.
Tanto visual como narrativamente, el filme pertenece al cine de terror de principios de siglo, recordando mucho a “Alta tensión” (2003) de su compatriota Alexander Aja, apostando por una atmosfera tan terrorífica y grotesca como descaradamente impostada y alejándose de la estética de la factoría Blumhouse que impera en la actualidad. Aunque este estilo es muy deudor del cine de género de los años 70 y 80, cine imperecedero, si que tiene aspectos diferenciables confiriéndole identidad propia. Pero eso quizá no hayan pasado los suficientes años como para poder considerar que “Ghostland” homenajea a cierta corriente del terror, y si que da la sensación de estar anticuada. Es posible que este hecho haga que muchos espectadores rechacen la propuesta de Laugier por obsoleta, pero personalmente, que viví el cine de terror de principios de siglo en plena adolescencia marcando así mis gustos sobre el género, la he disfrutado en demasía.
«Killing»: Las obligaciones del samurái
El veterano realizador japonés Shinya Tsukamoto, autor de culto por películas como la trilogía de terror ciberpunk “Tetsuo” (1989, 1992 y 2009), se adentra, por primera vez en su larga trayectoria, en el cine de samuráis con “Killing”. Tras cosechar buenas críticas en el pasado festival de Venecia, el filme de Tsukamoto llega a la sección oficial a competición de Sitges para fascinar con la lírica narrativa formalmente realista con la que narra la historia de 2 samuráis sin dueño que protegen una pequeña aldea del ataque de los malhechores. En sus apenas 80 minutos de metraje, Tsukamoto condensa magistralmente el planteamiento de temas tan densos y abstractos como el deber del samurái, los efectos de la guerra, la importancia de la vida o la fragilidad de la muerte. La oposición entre planos rápidos de cámara al hombro con planos fijos sostenidos junto a unas actuaciones muy teatralizadas que oscilan entre la contención y la exageración, y la fuerza de su banda sonora envuelve el pequeño poblado donde transcurre la acción en un aura místico muy disfrutable estéticamente.
Sin embargo, la fórmula se desgasta con rapidez y, en el contexto de un festival donde son muchas las películas que se visionan, llega a resultar cargante. Sobretodo en su último tercio, donde una persecución exageradamente lenta se estira como un chicle más allá de su límite de elasticidad sin aportar contenido y carente, intencionadamente y en consonancia de su discurso, de toda épica. Escenas más contemplativas como este final se enfrentan a otras muy viscerales en una cinta de contrastes que exige mucho del espectador que la disfruta. “Killing” es pues una propuesta con sus aciertos y sus lastres, recomendable hasta cierto punto, pero lejos de ser una de las mejores obras de su autor.
«The night comes for us»: Las artes marciales más gore
Ayer comentábamos que Gareth Evans había puesto en el mapa el arte marcial indonesio conocido como penak silat con su díptico de “Redada asesina” (2011 y 2014), pero parece haber abandonado para volver a su Gales natal. Sin embargo, los amantes de estas cintas no deben preocuparse, Evans ha dejado a un digno sucesor, Timo Tjahjanto, con quien co-dirigió “Safe haven” (2013). Si ya apuntaba maneras en su anterior trabajo, “Headshot” (2016), en “The night comes for us” Tjahjanto se confirma como uno de los más importantes exponentes del cine de artes marciales contemporáneo. El realizador nos sumerge en el cine de yakuzas trasladado a su indonesia natal para narrarnos una historia de traiciones y venganzas que poco importa, ya que la espectacularidad de sus escenas de acción no necesitan nada más. De hecho, si la cinta se compusiese de una serie de sketches de acción hubiese incluso mejorado, porque la trama es innecesariamente retorcida con giros argumentales obvios que no hacen más que entorpecer el ritmo de la peli llegando incluso a robarle demasiados minutos.
Toda la maestría que denota el realizador en las meticulosas coreografías de acción desaparece en sus momentos dramáticos. Pero no importa, sabemos a lo que venimos, y las dosis de tortas y gore del más doloroso son maravillosas y derrochan una imaginación asombrosa en su extenso abanico en formas de matar, desmembrar y golpear a cada uno de los muchos secuaces que mueren por el camino. Lo más loable del trabajo de Tjahjanto es su arriesgada secuencia final, donde deja todo el peso del climax en sus dos protagonistas, Iko Uwais y Joe Taslim. En lugar de una escena grande con muchos extras dándose duro, el director nos ofrece un magistral cuerpo a cuerpo de 15 minutos que va in crescendoextasiando a los espectadores que vitorean cada golpe. “The night comes for us” es puro divertimento sin pretensiones. Serie B del bueno.
«Galveston»: Sin salida
En las antípodas de “The night comes for us” nos encontramos a “Galveston”, el nuevo drama intimista dirigido por Mélanie Laurent (quien alcanzó fama internacional interpretando a Shosanna, la vengadora judía de los “Malditos Bastardos” (2009) de Quentin Tarantino) adaptando una novela de Nic Pizolatto (guionista de “True detective” (HBO, 2014-presente)), quien también interviene en la escritura del libreto. Por ello, es normal que los parecidos con la serie de HBO, tanto narrativos como formales, sean tan evidentes. No obstante, con el fin de desmarcarse un poco y aportar su punto autoral, la directora francesa opta por un ritmo más contemplativo y unas composiciones del plano menos comunes. Pero, desgraciadamente, ni Laurent ni su director de fotografía tienen demasiada aptitud para ello resultando en una fotografía feista que entorpece el visionado del filme. La dirección en las escasas escenas de acción es anticlimática y la realizadora demuestra no saber moverse a cierta velocidad por los espacios donde esta acción transcurre.
“Galveston” parte de una premisa bastante trillada como es: hombre de pasado oscuro ayuda a damisela en apuros. En estos casos, para que el producto funcione, o se ahondas mucho en los personajes o se optas por buscar algo más formalmente diferente como, por ejemplo, en “Drive” (Nicolas Windig Refn, 2011). La realizadora intenta hacer las dos cosas pero sin conseguirlo. Los personajes son muy planos hasta casi la última media hora donde empezamos a ver una evolución, pero siempre a base de escenas impostadas que corrompe la fluidez del filme. Ni las estupendas interpretaciones de Ben Foster y Elle Fanning logran reflotar un filme con demasiados fallos. Solo a golpe de situaciones tan crudas como sensacionalistas (a pesar de la austeridad de la dirección de Laurent) logra llamar mínimamente la atención del espectador.
Termómetro de Sitges 2018
“Under the Silver Lake”– 9
“El apóstol”– 7
“Climax”– 7
“Verano del 84”– 7
“The night comes for us”– 6
“Au Poste!”– 6
“Ghostland”– 6
“Killing”– 5
“Suspiria”– 5
“Galveston”– 4
“La sombra de la ley”– 4
“Elizabeth Harvest”– 3