Mar. Mar 19th, 2024

Nos hemos perdido el estreno mundial de la película de acción «Hardcore Henry» pero nos da igual, porque hemos visto cuatro grandes títulos.

Se nota mucho que Austin es una ciudad cercana a Méjico. No solo se aprecia en la climatología, también en el ambiente de la ciudad, que posee una marcada idiosincrasia. En él se mezcla lo latino, el ambiente sureño, todo ello aderezado con lo más modernillo. Austin no es una ciudad cualquiera del sur de los Estados Unidos, resulta ser un lugar muy hospitalario y cosmopolita para el turista accidental. Todo es más caro, y este evento no lo pone fácil. Anoche el conductor del Huber me reconocía que todo se encarece durante estos diez días que dura el certamen. Así es la economía del libre mercado, ya se sabe uno el cuento de la oferta y la demanda.

La sorpresa culinaria vino esta vez a la hora del brunch, que pedi unas “migas”. Si un extremeño o cordobés viera lo que me comí se echaba las manos a la cabeza. Lo que se esconde tras ese nombre son unos huevos revueltos con queso cheddar y trozos de yellow corn tortilla. Eso sí, todo bien salteado. Esta vez fui astuto y pedí que me lo sirvieran sin los consabidos jalapeños. Para finalizar no pude evitar tomarme unas tostadas francesas del granjero. Traducido, unas torrijas hechas con pan de sándwich y aderezadas con sirope de arce. La prueba de la gran influencia del mundo hispano vino de la mano del café expreso que me tomé. Por fin, me he podido beber en suelo estadounidense un café expreso ¡como Dios manda!

Tras tomar energía me dirigí hasta los Alamo Drafthouse que se convertirían en el centro base de la jornada de hoy, teniendo que desestimar en ir al Paramount Theater a ver “Hardcore Henry” por incompatibilidad horaria. Eso nos demuestra que una de las cualidades del redactor mientras cubre un certamen es tener la capacidad de doblegarte como junco al viento, parafraseando al gran cineasta André Techiné. Con las fuerzas repuestas y llenos de emoción entramos en el cine para dejarnos sorprender por lo que los cuatro directores de hoy tenían que contarnos.

“Mrs. Stevens”: emotiva carta de amor a los profesores

Dentro de la sección oficial a concurso tuvo lugar la premier mundial de la ópera prima de Julia Hart. Una bella y emotiva historia con la que conectas desde el primer minuto. “Mrs Stevens” es una profesora que lleva a sus tres mejores alumnos a una competición estatal de representación teatral para intentar obtener fondos para el instituto. Durante el corto fin de semana cada uno hallará su sitio en el mundo.

Miss Stevens

Hasta hoy no había caído en la cuenta que la mayoría de las películas centradas en el mundo de los profesores siempre están contadas desde una perspectiva masculina, siendo muchas veces muy machistas, porque parece que solo los hombres pueden ser profesores buenos que marcan a sus alumnos y siempre serán recordados. Hay mil ejemplos que ilustran esta idea, desde “Bienvenido, Mr. Chips” hasta “El club de los poetas muertos” (Peter Weir, 1980). Cierto es que hay largometrajes con profesoras como protagonistas, basta recordar “La sonrisa de Mona Lisa” (Mike Newell, 2003) con Julia Roberts, “Mentes peligrosas” (John N. Smith1995) con Michelle Pfeifer o “Música del corazón” (Wes craven, 1999) de Meryl Streep. Todos estos ejemplos tienen en común que su objetivo es hurgar en el hígado del espectador para obtener una apología lacrimógena. Por suerte, Hart firma esta hermosa y emotiva carta de amor a los profesores en clave femenina carente de la menor estridencia. Es un filme que resulta ser tan natural como la vida misma. El magnífico guion de “Mrs Stevens”, vas más allá de lo que podría haber convertido en una feel good movie más, porque explora dramáticamente aspectos como ¿Quién cuida del cuidador? Nos enseña el arte que tiene esta profesora para involucrase y no quemarse en el intento, porque en la realidad el alumno convive más tiempo con ellos que con sus padres. Máxime tal y como tenemos organizada la vida moderna.

Julía Hart y Jordan Horowitz, ambos guionistas del largometraje han tardado casi siete años en escribir y poner en pie esta magnífica película, donde se nota como han cuidado hasta el último detalle como esas referencias explícitas a “Alguien voló sobre el nido del cuco” (Milos Forman, 1975) que les permite explorar territorios como el concepto de la libertad, la locura y quién determina cuando uno está loco o no.

“Donald Cried”: mezclando agua y aceite

Dentro de la sección oficial a concurso pudimos ver esta divertidísima comedia loca y surrealista. Se trata de la ópera prima firmada por el actor y director Kris Avedisian, en la que explora más en profundidad los personajes de su corto homónimo. El filme arranca cuando Peter Latang regresa a su pueblo natal para hacerse cargo de los ceremoniales de su abuela que acaba de fallecer repentinamente. Sus problemas comienzan cuando se hace consciente a la hora de pagar el taxi que ha perdido su billetero, por lo que está sin dinero y sin tarjetas. A partir de este momento su vida se convertirá en un auténtico caos, máxime cuando se vea obligado a pedir ayuda a un amigo de la infancia llamado Donald.

Donald Cried

Avedisian huye de firmar una buddie movie al uso. La brillantez de este filme radica en la simplicidad de elementos. Esta delirante comedia funciona porque tenemos, básicamente, dos personajes están muy bien construidos. Poseen marcadas diferencias, y de la yuxtaposición de comportamientos surgen los momentos más delirantes. Por supuesto, también hay momentos para entrar en el terreno de la vergüenza ajena. Avedisian juega a mezclar el agua con el aceite, y es ahí donde encuentra la fórmula para este pequeño filme funcione a la perfección. El espectador encima se verá sorprendido por la deriva y el desenlace, que nada tiene que ver con el desarrollo habitual de este tipo de productos.

“I’m not a serial killer”: enfrentándose al lado oscuro

Con el siguiente largometraje cambiamos de tercio y nos adentramos en la sección «Narrative Spotlight» para ver la premiere mundial de la película irlandesa rodada en Estados Unidos, “I’m not a serial killer”. Billy O’Brien, director del filme, y Christopher Hyde adaptan la novela homónima firmada por Dan Wells, presentes todos ayer en la sala. El protagonista es un joven de dieciséis años llamado John Cleaver. Su madre trabaja en el tanatorio de una funeraria, y el adolescente le ayuda en los ratos libres que el deja el instituto. John está obsesionado con los asesinos en serie, pero no quiere convertirse en uno. En Clayton, de repente comienza a sucederse una serie de asesinatos que despertarán su curiosidad y tratará de resolverlos.

I Am Not A Serial Killer

Este estupendo thriller de tintes fantásticos recuerda vagamente a esa obra maestra que es “Terciopelo azul” (David Lynch, 1986). Tan sólo hemos de cambiar Lumberton por Clayton y John Cleaver por Jeffrey Beaumont. En ambos casos el espectador acompañará a estos jóvenes en su descenso a los infiernos, donde ambos acaban descubriendo su lado más oscuro, a su oscuro pasajero, y tendrán que librar una dura batalla con ellos.

La brillantez de este excelente thriller radica en primer lugar en la construcción de personajes muy turbios que se mueven en un paisaje idílico en el momento más entrañable del año, la navidad. En segundo lugar, la acertada labor de casting. Max Records, al que todos recordaréis por ser el niño de “Donde viven los monstruos” (Spike Jonze, 2009), que nos brinda una actuación de lujo de nuevo, realzada porque en frente tiene al mítico Christopher Lloyd, que compone formidablemente un personaje con muchas dobleces. Y finalmente, este híbrido de géneros tan bien tejido, que acaba sorprendiendo al espectador.

“Hush”: dura de roer

Y así llegamos a la medianoche viendo en la sección «Midnighters» el nuevo trabajo del realizador Mike Flanagan, al que todos recordaréis por la formidable Oculus. En este caso, la actriz Kate Siegel, ayudada por el realizador, se construye un personaje que es todo un caramelo, se trata de una escritora de éxito llamada Maddie Young, que en la adolescencia tras padecer meningitis se queda sorda y muda. Maddie deja atrás la ciudad para irse a vivir en una gran casa en plena naturaleza. Una noche tras la visita de una amiga, un asesino comienza a jugar con ella al gato y al ratón, y le promete que no la dejará en paz hasta que desee morir.

Hush

“Hush” es un efectivo thriller con un personaje femenino sólido, coherente, y sobre todo, inteligente, perfectamente interpretado por Siegel. Nunca hace cosas inverosímiles o fuera de tono. Flanagan y la actriz hacen que el espectador sienta auténtica angustia en algunos momentos. Muy acertada es la decisión de usar el sonido de una manera subjetiva, de tal forma que Flanagan comparte con el respetable lo que ella escucha, es decir, nada. Pero, curiosamente no nos pone un silencio sepulcral, porque según nos reconoció a los espectadores, no quería que el público acabara escuchándose a sí mismo, el sonido de las palomitas, etc. Por ese motivo crearon su particular sonido de la sordera de Maddie. Hay que reconocer que funciona a la perfección. Otro de los grandes aciertos de la obra es que los creadores de la trama rehúyen por completo de contarnos los motivos del asesino, y lo cierto, es que como espectadores no lo necesitamos. Si “Hush” fuera una película convencional de Hollywood nos abrumarían con las explicaciones más tontas y rocambolescas. El acierto radica en no perder un minuto con explicaciones innecesarias. El filme es pura acción, va al grano, y los personajes se mueven dentro del marco de la coherencia, hacen y les pasan cosas plausibles. Y para finalizar, queremos compartir algo que nos reconoció el propio realizador. Sin desvelar nada podemos deciros que las verdaderas referencias cinematográficas de la cinta son “La ventana indiscreta” (Alfred Hitchcock, 1954) y “La jungla de cristal” (John McTiernan, 1988). Porque la clave está en lo que ve, y porque el asesino tiene mucho del mítico personaje Hans Gruber.

Por Alfredo Manteca

Periodismo UCM. Cinéfilo y cinefago compulsivo. Crecí con Kubrick, Hitchcock y Cronenberg.

Un comentario en «SXSW 2016 (Día 2): para todos los gustos»

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