Soy Terry Gilliam, me gusta ser raro, aunque mis películas no tengan sentido alguno.
Terry Gilliam es ese hombre tan fascinante que cuenta con el crédito de haber sido nada menos que uno de los seis integrantes de los Monty Phyton (sí, el menos gracioso, pero cuenta) y ser el director de 12 Monos. Pero, en realidad, la obra que más me gusta (personalmente) de Gilliam es el documental sobre su fracasado rodaje de El Quijote: Lost in La Mancha. Era de esperar por tanto que su última película no me fuese a gustar (lo anuncié en Twitter antes de entrar a la proyección). Pero claro, es que aunque fuese fan…
La película cuenta con un intérprete tan magnífico como Christoph Waltz, pero da igual porque la historia que cuenta… no interesa. El personaje es muy poco empatizable, lógicamente sus objetivos son nimios y el mundo futuristica con tantas cosas de color y tonterías, pues no ayuda. Se qué todos estos elementos que he mencionado están, precisamente, buscados por el director. Pero, lo que consigue es que sólo puedan entrar en la película aquellos o que les guste mucho la estética o el director. Pero para quién no… el pensamiento es uno: «Estamos en el año 2013, no en los noventas. Este tipo de futuro dejó de funcionar después de El Quinto Elemento».
No es una distopía con mensaje de fondo (aunque tiene sus elementos clásicos marcados en 1984), ni una película ultra-filosófia (aunque creo que lo intenta). Los chistes no son graciosos, más bien te ríes de las cosas que no deberías por ilógicas. Comportamientos erráticos de personajes. Guiños al espectador que son señales de neón e interfieren en la historia. Aquí no hay nada que se salve y, en serio, creo que Gilliam debía plantearse abandonar este camino que siempre toma o comenzar a buscar un guionista que sepa manejar mejor esos elementos.
Y me reitero, sé que muchas de estas cuestiones están buscadas por el propio director, e incluso que la historia es tan «subrealista» y «metafísica» que en momentos hay que dejarse llevar. Pero, lo mismo ocurría precisamente con The Double (que he comentado aquí esta mañana) y eso no significaba que la historia careciese de lógica en su propia composición (como sucede en esta). Los personajes son caricaturas de sí mismos (y los clichés de donde salen). Toda la trama romántica está manida y no se nota orgánica, al igual que no se nota química entre los actores. Y sí, Waltz es buen actor, pero ni sus vanos intentos (que son buenos, pero no pueden salvar las líneas) consiguen que la historia mejore o resulte más interesante.
Los peinados graciosos, vestimentas de colores y chistes fáciles ya no funcionan (sólo en casos muy concretos como Los juegos del Hambre y ni ahí). Así que, por favor, Gilliam, trata de volver a hacer The man who killed Don Quixote para que o bien te salga por fin la película o nos vuelva a salir un buen documental. Porque últimamente mucho más no nos estás dando.
PD: Destaco, ahora que lo recuerdo, las apariciones de Matt Damon. En sus trajes de «camuflaje» estaba la mayor gracia de toda la película.