Para algunos lo más maravilloso de Pablo Berger y su Blancanieves es lo mismo que irrita a tantos otros. Hablo de las referencias cinematográficas que rellenan el metraje de su cuento mudo, desde el expresionismo alemán en sus varias vertientes – la parafernalia gótica de Las tres luces de Fritz Lang o la perturbadora normalidad y perverso drama de obras como El último de Murnau– hasta La parada de los monstruos del genial Tod Browning. Esta última referencia es la más reconocible de todas debido a esos enanos toreros que no son siete sino seis. Porque ni Pablo está tratando de adaptar el cuento de Blancanieves, solo se sirve de él para contar otra cosa muy distinta, ni pretende inventar nada (aunque algunos se encabezonen en catalogarle como uno de esos exasperantes listillos). “Las cosas que pueden parecer novedosas no lo son porque en el cine de los años 20 ya estaba todo inventado”, palabra de Berger.
En la rueda de prensa de la presentación de Blancanieves, que se estrena en cines el día 28 de septiembre (ya mismo), el director y la maravillosa Maribel Verdú han dejado claro que confían en el impacto internacional de esta película. Y aunque pueda achacarse cierta influencia de The Artist por la diferencia de tiempo entre ambas, que no se lleven a engaño, Blancanieves lleva gestándose desde 2005. “Ambas son un homenaje al cine, The Artist homenajea al cine mudo americano y Blancanieves al Europeo”, declaró el director.
En cualquier caso esta repentina moda por quitar el color y los diálogos a las películas es un vicio maravilloso. Estar en la sala a oscuras durante dos horas escuchando una banda sonora flamenca cubierta a ratos por las risas y los suspiros del público emociona. Quizá solo nos pase a los que nos gusta viajar en el tiempo.
Y ya van tres
No es buen actor y cuando ganó un oscar junto a su amigo Matt Damon por el guión de El indomable Will Hunting nadie le atribuyó a él el mérito. Pero luego empezó a dirigir y firmó un thriller redondo con Adiós pequeña adiós, donde dio el papel principal a su hermano Casey y se rodeó de tipos como Morgan Freeman y Ed Harris. La película además consigue algo inaudito, superar en fuerza, profundidad y relevancia a la novela de Lehane en la que está basada. Después mostró al mundo que lo suyo no era la suerte del principiante y estrenó Town, otro thriller policiaco, menor que su ópera prima pero con un ritmo abrumador a pesar de sus 120 minutos. Ahora llega con Argo y directamente el ya no tan galán ni tan joven Affleck se dirige a por el oscar. Y se lo merecería si así fuera.
Nunca había estado en un pase de prensa donde el público aplaudiera en momentos claves del argumento o resoplara al cesar la tensión. Siempre hay una primera vez. Y es que Argo es una bomba de relojería cuando el thriller se apodera del argumento además de una maravillosa sátira sobre el mejor Hollywood de la historia, el de los 70’. No contento con eso el director se envalentona y firma momentos casi de documental sobre la crisis de los rehenes estadounidenses en Irán (un grupo de iraníes invadió la embajada estadounidense en 1979). Dicha crisis levantó al presidente Jimmy Carter –al que Affleck entrevistó para el filme- de su trono para que se sentara un tal Ronald Reagan.
El director ha buceado por una historia real y la ha convertido en una película brillante con un guión sin huecos firmado por Chris Terrio y unas interpretaciones soberbias. John Goodman y Alan Arkin (esa historia viva) forman el dúo cómico del film, sus afiladas réplicas sobre la industria son un relajante necesario. El secundario de lujo de esta década que acaba de comenzar se llama Bryan Cranston y como siempre está perfecto, esta vez le ha tocado bailar con un agente de la CIA. Su personaje recurre a un experto en rescates, Affleck, para salvar a seis estadounidenses refugiados en la casa del embajador Canadiense, en Teheran. Y Affleck, muy comedido, salva el pellejo ante tanto actorazo. “Lo importante es rodearse de gente mejor que tú, ser humilde y estar predispuesto a mejorar”, reconoció en la rueda de prensa. Aunque también le ha ayudado una pequeña transformación física, “odié la barba durante el tiempo que la tuve, fue un gustazo afeitarse”.
Y sí, ya van tres joyas firmadas por Affleck. Esta última se estrenará a finales de octubre. Imprescindible.