A pesar de la expectación de «Lasa eta Zabala», es «Relatos Salvajes» la que se lleva los aplausos más sonoros de la jornada.
«Lasa eta Zabala», una historia que se merecía otra película
En 1983, Lasa y Zabala, miembros de ETA, desaparecieron de Baiona. Diez años después, sus cuerpos fueron hallados en Alicante. Habían sido brutalmente torturados y enterrados después en cal viva. Esta película cuenta los hechos que ocurrieron tomando como base el sumario del juicio. Cualquiera que conozca la historia sabe que aquel juicio en cuestión fue una farsa, con acusados cambiando de declaración en todo momento y un abogado incapaz de avanzar.
El problema de la película de Pablo Malo empieza precisamente por culpa de esa base, de esas frases que parecen obra del peor guion de la historia del cine pero se dijeron palabra por palabra en la realidad. Un perfecto ejemplo de esto es la frase de Galindo, «dadme quince hombres como estos y reconquistaré Sudamérica», la cual ha hecho que más de uno riera en la sala a pesar de estar frente a una trama que merece cualquier cosa menos risa, con unas escenas de torturas duras y detalladas. Otro punto en contra de ella son los actores que, con Unax Ugalde a la cabeza, parecen incapaces de ofrecer algún tipo de carisma a unos personajes que parecen un tópico en sí mismos. En el lado positivo, mención especial a la música de Pascal Gaigne, que ya componía la partitura de la magnífica «Loreak»… y poco más. Una lástima, ya que se trata de una historia necesaria que queda ensombrecida por demasiados errores.
«Relatos salvajes», capítulos de locura y carcajadas
Un avión repleto de personas con un nexo en común; reencuentros; un diminuto altercado en una carretera; problemas burocráticos; un atropello; una boda. Pequeños capítulos en los que un personaje (Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia …) se ve sobrepasado por la situación y estalla de la forma más violenta y cómica posible. Historias que tienen algo de crítica pero que sobre todo derrochan una originalidad que parecía impensable en estos últimos años. Los aplausos en el cine se han repetido con el final de cada uno de los capítulos, si bien es cierto que no todos tienen la misma calidad: son el relato del coche, del ingeniero y, por encima de todo, el de la boda los que tienen los momentos más descacharrantes de la película. Las actuaciones son simplemente sublimes, como si los propios actores aceptaran esa locura como una cosa natural. En definitiva, una experiencia que todo el mundo debería probar aunque fuera una vez. O dos, viendo que muchos de los asistentes hoy en el Victoria Eugenia ya la habían visto y querían disfrutar de ella una vez más.
«Tigers» tiene un gran mensaje, pero no lo aprovecha
La mezcla de leche de fórmula con agua no potable causa miles de muertes de bebés en el mundo. Parece un tema antiguo, algo de lo que ya se ha hablado en muchas ocasiones. Y, sin embargo, varias de las imágenes reales que impactan durante el transcurso de esta película han sido sacadas en el 2013 en Pakistán. Un antiguo trabajador de la empresa (Nestlé, pero camuflada como Lastavita) empezará una cruzada
Existen muchas películas similares a «Tigers» (Danis Tanovic). «El jardinero fiel», sin ir más lejos, también trataba el tema de las grandes corporaciones, y lo hacía de un modo bastante superior a esta. «Tigers» evita el drama sensiblero y lo hace bien, pero no evita que la película se vea como un telefilme en busca del aplauso fácil. El mensaje es importante, pero incluso con sus apenas 90 minutos de duración recae en las repeticiones y se aqueja de una falta de ritmo. No es una mala película, pero tampoco tiene nada que la haga destacar.
«Murieron por encima de sus posibilidades», así no se sale de una crisis
Llamaba la atención por su título, por ser la primera comedia loca de Isaki Lacuesta, por la gran panda de actores que se reunía en ella. No obstante, todo esto ha quedado relegado a un segundo plano en cuanto ha comenzado la película, mostrando el mayor decrescendo de todo el Festival. Una buena base, una gran idea, pero un despropósito de película. «Murieron por encima de sus posibilidades» se cree más inteligente de lo que es, más satírica. Las escenas violentas resultan gratuitas. Algunas conversaciones resultan brillantes (mención especial al gran monólogo de Albert Pla, que ha hecho que por un momento la película alcanzara un nivel sobresaliente), pero la mayor parte del tiempo la historia avanza a trompicones, indecisa y lunática, hasta un final que ha culminado en un abrumador silencio y protestas por parte de algunos miembros de la prensa. La sensación general al salir de la sala del cine era la de no saber qué decir ante el esperpéntico espectáculo que se acababa de visionar. Probablemente la película más floja de todo el Festival.