
Fuente: Wikipedia
Por Alfredo Manteca y Víctor Martín-Pozuelo
Nos hemos levantado con la triste noticia de la muerte del gran maestro de la ciencia ficción, el novelista, guionista y más -istas norteamericano Richard Matheson. A través de un comunicado público realizado por su hija en el que no se detallan ni causa, ni circunstancias, tan solo el dolor causado por la pérdida, nos hemos enterado de su fallecimiento a la edad de 87 años.
De obra inabarcable y dilatada en el tiempo, repasar de forma pormenorizada la trayectoria de Matheson se nos hace imposible: no hemos visto ni leído todo su universo. Buena noticia esta, porque quiere decir que todavía nos queda mucho por descubrir de este hijo de inmigrantes noruegos que ha conseguido dejar su huella indeleble en la cultura popular del siglo XX. En cualquier caso, aquí van algunas consideraciones, impresiones y reflexiones sobre su relación con el séptimo arte.
Más de medio siglo nos contempla
Posiblemente uno de los primeros títulos que uno hayamos podido ver o que recordemos a la primera es El increíble hombre meguante, de 1957. Film lleno de ingenio, filantropía y sabiduría, donde tenía lugar una extraña comunión entre el Universo y la humanidad, que sólo un hombre como Matheson era capaz de vislumbrar.
Para la posteridad quedarán filmes tan inquietantes como El diablo sobre ruedas, de Steven Spielberg, con el que trabajaría en otras ocasiones, como en la correcta adaptación del mundo catódico al cinematográfico de la mítica serie En los límites de la realidad (Twilight Zone), aunque no corrieron con el mismo éxito al crear la suya propia titulada Cuentos Asombrosos.
Los cinéfilos más veteranos siempre le llevaremos en el corazón porque se encargó de realizar el guión de las tres mejores adaptaciones de Edgar Allan Poe a la pantalla grande, de la mano de Roger Corman. Nos referimos obviamente a La caída de la Casa Usher, El cuervo y El pozo y el péndulo.
El Cuervo es tremendamente divertida. Empieza siendo la traslación literal del poema de Poe al cine, recitado por Vincent Price y combinado con una serie de imágenes oníricas donde se superponía la figura de un cuervo contra el mar, las olas y una serie de manchas de color que fluían lentamente. Luego, la película daba un giro y se convertía en una divertida aventura que culminaba con un espectacular combate entre magos donde la postproducción de hace cincuenta años hacía maravillas. Era el año 1963 y los hechiceros se las gastaban así. Es, de lejos, más divertido que el combate que vimos entre Saruman y Gandalf de El Señor de los Anillos muchos años después.
La tiranía de la taquilla
Algo común en los filmes donde Matheson participó es que realmente parten de un presupuesto muy ajustado, pero aún en así, no consiguen obtener una gran rentabilidad. Aunque hay excepciones. Atendiendo a los números, la más rentable de todas es el remake de El último hombre vivo (The Omega Man), que en nuestro país se llamó Soy Leyenda. En este caso, Will Smith sustituía a Charlton Heston en el papel del científico Robert Neville. El público fue en masa a verla pero no con el beneplácito de la crítica. Este desencanto también lo sufrieron muchos de los que habían leído el libro, que se encontraron una versión edulcorada de la obra maestra de Matheson. El final, en especial, cambia el sentido del original para adecuarlo a un público más amplio (o lo que entienden algunos por eso), perdiendo por el camino toda la fuerza.
La segunda más rentable de su carrera es Acero Puro, que se basaba en su relato corto titulado Steel, y que contó con Hugh Jackman, Dakota Goyo, Evangeline Lilly en sus principales papeles. Y el tercer puesto lo ocupa una rareza en su filmografía, nos referimos a Tiburón 3D. Es absolutamente un título menor, bastante olvidable, pero la gente fue a verla.
Es triste pero uno de los fracasos más sonoros sea el protagonizado por el cineasta Richard Kelly, al intentar adaptar el título The Box, el público no acabó de ver las cosas positivas que si vio la crítica en su momento. Semejante camino le seguiría el director neozelandés Vincent Ward y su film Más allá de los sueños, donde ni Robin Williams, Cuba Gooding Jr., Annabella Sciorra consiguieron arrastrar a la gente al cine, a pesar de que en el fondo se trate de toda una curiosidad.
Y En algún lugar del tiempo, un filme que lo tenía todo a su favor, la creciente fama de la pareja protagonista (Christopher Reeve y Jane Seymour), una historia de obsesiones, fantasías y amor verdadero, no acabó de funcionar. Era un cocktail demasiado empalagoso, sumado a que en realidad era una historia de viajes temporales, y corrían tiempos mucho más díscolos, eso llevó a que nadie fuéramos a verla, y acabó siendo carne de videoclub y acabó siendo un título para ver en la televisión.

Fuente: Box Office
Al margen de los números, Richard Matheson deja un legado de valor incalculable. Su obra es tan extensa que aunque creas que no has leído o visto nada suyo, lo más probable es que te hayas dejado encandilar por alguna de sus historias. Richard Matheson será recordado y venerado. Y como su personaje más emblematico, como Robert Neville, ya es leyenda.