Mar. Mar 19th, 2024

Dedicado a Iván por sus inestimables visionados

B) Nuestros hermanos de las estrellas
Robert Wise antes de enfrentarse a extraterrestres virulentos en “La amenaza de Andrómeda” ya tuvo contacto con seres procedentes del espacio exterior, concretamente con Klaatu en “Ultimátum a la Tierra” en 1951. Edmund H. North crea un alienígena antropomorfo que viene en son de paz a entregar un mensaje a los humanos, como sus intentos son infructuosos decide  infiltrarse entre los terrícolas para averiguar sus usos y costumbres para poder decidir si merecemos el exterminio como especie o no. 20th Century Fox decidió actualizar este clásico y confió en Scott Derrickson y sobre todo en el tirón en taquilla del actor Keanu Reeves, recién salido de la saga Matrix para interpretar a este moderno Klaatu. En ninguna de las dos versiones se nos da información sobre esta especie, sabemos que tecnológicamente están muy evolucionados porque viajan con un robot llamado Gort. En ambas versiones queda patente que este alienígena nos ve poco evolucionados y muy contaminantes, pero a pesar de todo este mensajero no acabará con nosotros. En ambas versiones nuestro amigo de las galaxias entra en contacto con el género femenino, y ambas protagonistas tendrán fuertes sentimientos hacia Klaatu, pero en ningún momento ni se hará mención alguna a su ciclo biológico ni a por qué posee ese parecido con los nuestros. Todos estos aspectos quedarán relegado a un tercer plano porque el mensaje de ambas películas es en primer lugar de carácter pacifista (recordad que el filme se realizó en plena guerra fría) y en segundo abiertamente crítico con la xenofobia. Alejándose de las tesis McCarthystas que podíamos leer en películas como “La invasión de los ladrones de cuerpos”

Steven Spielberg será el director que nos de una visión más idílica de estas extrañas criaturas. La primera la realizó en 1997 y nos llevó a un perfecto y musical “Encuentros en la tercera fase”. Así los humanos y seres venidos de lejos se darán la mano y se encontrarán por fin, con un marcado mensaje de hermandad galáctica. Para este joven realizador son seres bondadosos, así que los llena de luz, rasgos infantiles y pálidos, que llevará al espectador a pensar en el gran parecido con los ángeles celestiales, por ese motivo queda claro que vienen en son de paz y que quieren compartir, por eso acabarán llevándose a varios terrícolas a voluntad propia. Obviamente no se habla nada del ciclo reproductivo de estos seres porque el filme posee un marcado carácter mesiánico, sobre todo porque su protagonista, Roy Neary, tendrá que que mantenerse firme en sus creencias y deberá luchar frente a la comunidad de descreídos sobre le tema, en el que incluiremos a su mujer, de esta manera Spielberg llevará su martirio al paroxismo al llegar a perder sus relaciones familiares al separarse de su esposa, porque piensa que está loco.  Por ese motivo nada le atará aquí y acabará yéndose con los extraterrestres. En la versión del director el espectador podrá ver el interior de la nave alienígena. De ellos sólo sabremos que la música y el lenguaje de signos son los elementos en común con los que podremos entrar en contacto.

Con la segunda hizo llorar a miles de niños por todo el globo terráqueo con “E.T. El extraterrestre”. Una vez más regresa a un territorio común en la filmografía de este director que son las relaciones padres e hijos y la infancia. Así el protagonista principal es el benjamín de una familia divorciada, en la que acabará una buena noche el joven botánico de las galaxias, tras perderse en el bosque. Este pequeño ser de grandes ojos y cara algo simiesca llegó a nuestro planeta en una expedición donde sus amigos y compañeros “se olvidaron” de recogerlo al partir apresuradamente. En esta secuencia introductoria, narrada con pulso firme por el maestro Spielberg, ya se nos adelanta que por extraña que resulte la silueta de estos seres, son bastante parecidos a nosotros: el motivo de la expedición parece ser el recoger muestras de la flora de nuestro planeta, algo que hacen muchos humanos, algunos incluso para ganarse la vida con ello.

Etológicamente podemos decir que aprenderá rápido nuestras costumbres, así como nuestro idioma a pesar de que nos resulte ciertamente ridículo en sus torpes andares, incluso algo repulsivo en ciertas características (esa piel de aspecto y coloración fecal, desprovista de pelo, “calvo” como lo llama una entrañable Drew Barrimore en su primera aparición en pantalla) el bueno de E.T. no escapa a la concepción eminentemente antropomórfica de la vida en otros planetas. Para dar un toque de realismo, en una de las últimas secuencias donde los científicos desprovistos de escrúpulos analizan sin piedad a la criatura, exclaman exaltados “¡Tiene DNA! ¡¡Tiene DNA!!”. Aquí es donde entronca con el segundo plano de trabajo de la guionista Melissa Mathison, la metáfora del inocente en tierra extraña. De nuevo, el alienígena es un pariente lejano, una forma de vida extraña pero lo bastante parecida como para que olvidemos nuestras diferencias y nos encariñemos con ella. De esta manera el público se identificará de lleno con el joven botánico, eso se verá facilitado por el excelente trabajo del oscarizado Carlo Rambaldi al jugar con el parecido entre especies no para mostrar un reflejo oscuro, sino para hablar de igualdad, de hermandad, en la línea del Spielberg más blandito. No hay mayor coherencia en la concepción del alienígena, y los demás rasgos distintivos obedecen únicamente a caprichos de guión (el cuello que se estira a voluntad, y especialmente los “poderes” telepáticos y telequinéticos). En manos de cualquier otro artesano del cine, esta combinación hubiera quedado incluso ridícula, pero Spielberg consigue tocarnos el corazón y que volemos junto a esos niños emocionados y ese extraño ser cabezón, con la luna de fondo en una de tantas imágenes para la historia del cine. No olvidemos que la mayor similitud entre este ser y nuestra especie es  el gigantesco corazón que bombea sangre por sus venas, un corazón tan grande y poderoso que es capaz de iluminar toda la caja torácica del alienígena cuando se encuentra henchido de felicidad, provocando el enternecimiento de su amigo humano y de toda la sala de espectadores.

Volvemos ahora sobre la figura del director John Carpenter porque dos años después del taquillazo estelar, concretamente en 1984, dirigió un filme de grandes ambiciones comerciales por eso siguió el dictado de los mismo parámetros dramáticos que su colega de Cincinnati, se trata de “Starman”. Las diferencias entre esta producción de Michael Douglas con “ET” radican en elevar la edad del sujeto y humanizarle todo lo que pudieron los guionistas Bruce A. Evans y Raynold Gideon. En este caso el inocente extraterrestre que ha aceptado la invitación del Voyager y decide venir a conocernos, acabará conociendo el significado del concepto amor cuando el ejército de los Estados Unidos derriba su nave espacial en Wisconsin. Así este ser del espacio exterior llega a la remota cabaña de una joven viuda, Jenny Hayden, y allí toma la apariencia de su difunto marido duplicándole a partir de un mechón de pelo. El extraterrestre convence a Jenny para que le lleve a Arizona, ya que si no llega a su nave nodriza antes de tres días, morirá. Al mismo tiempo, los agentes del gobierno intentarán dar caza al hombre de las estrellas, vivo o muerto. Esta película también conoció una secuela en forma de serie televisiva dos años después, así el actor catódico Robert Hays tomaba el relevo a Jeff Bridges que dio vida a Paul Forrester, el marido difunto que recobrará la vida. En este caso, además, la humanización del personaje llega a tal grado que veremos como el extraterrestre deja embarazada a Jenny, siguiendo los sacro santos cauces de la especie humana. Así el infantil espectador asistirá a una suerte de coito “cósmico” consentido a bordo de un tren de mercancías y sin albergar el menor propósito de maldad. En la secuela catódica Paul y su hijo Scott Hayden huirán del malvado agente del gobierno George Fox, interpretado por el eterno secundario Michael Cavanaugh, siguiendo la estela de “El fugitivo” protagonizada por David Janssen solo que en versión estelar. Lo increíble del caso es que Bridges obtuvo una nominación por este pánfilo y blandito personaje, mientras que el neoyorkino director firmaría su obra más olvidable, comercial y sensiblera.

Ahora que hablamos de Bridges, coincidencias o no, en el 2001 protagonizó un filme que mezclaba la premisa básica de “Starman” con el drama lacrimógeno de 1991 titulado “El príncipe de las mareas” de Barbra Streisand. El resultado es el folletín galáctico en el que Prot, un extraterrestre del planeta K-Pax (Un universo aparte) que posee tecnología para viajar a la velocidad de la luz, decide visitar nuestro hogar sólo para ir al psiquiatra. Ese es el resumen de la trama del trabajo dirigido sin pulso y sin garra por el británico Iain Softley, y en el que Kevin Spacey tomará el relevo de su compañero californiano en el registro de poner caritas de pánfilo y sonrisitas estomagantes, eso sí con mucha menos fortuna porque la Academia de Cine norteamericano lo le bendijo con nominación por este trabajo. Charles Leavitt, adapta la novela de Gene Brewer, nos cuenta como es el ciclo vital de estos seres, que carecen de lazos sociales o familiares, que se reproducen sin placer y con dolor según narra el mismísimo Prot, y usando sus palabras cataloga su sistema reproductivo como nauseabundo. Así que el espectador se alegra de no tener que visionar tal evento, así como que no entre en más detalles.

http://youtu.be/UfcbshzkvUs

Y siguiendo esta senda de extraterrestres “bienintencionados” el director alemán afincado en Hollywood, Wolfgang Petersen, firmaría en 1986 “ Enemigo mío”. Es una cinta que nuestros lectores habrán podido ver infinidad de veces los sábados al mediodía en su cadena amiga. Este largometraje tuvo el honor de inaugurar el certamen madrileño IMAGFIC en el año 1985. Supuso una auténtica decepción tanto para crítica como público que esperábamos mucho más del creador de “El submarino (Das Boot). El planeta Tierra y el Dracon libran una cruel batalla. El terrícola Willis Davidge y el draconiano Jeriba Shigan en su fraticida batalla acabarán quedando aislados en un lejano planeta y ambos deberán unir sus fuerzas para luchar contra los terribles seres monstruosos que la pueblan. Así el refrán del enemigo de mi enemigo es mi amigo se hará verdad y entre ambos surgirá la amistad y algo más, porque el relato tendrá ciertas connotaciones homosexuales. Todo empieza porque el draconiano Jeriba, Jerry para los amigos, tiene un retoño por partenogénesis, es decir se reproduce mediante el desarrollo de células sexuales femeninas no fecundadas. Así, cumpliendo su alienígena naturaleza se quedará embarazado, de esa forma Willis se convertirá en padre forzoso adoptivo, porque dentro de su ciclo biológico al dar vida el padre muere. Así entramos en la dinámica de tolerancia con otras culturas que defiende a ultranza el guión de Edward Khmara, que además denuncia la discriminación racial y la esclavitud infantil.

Una de las grandes productoras del género y que comenzó sus labores profesionales con el gran Roger Corman, Gale Anne Hurd, en 1988 tras el éxito catódico de la serie “V” decidió levantar el proyecto “Alien Nación”. Se trata de un filme en el que los extraterrestres llegan a nuestro planeta en busca de asilo porque se trata de un conjunto de esclavos mineros, así los recién llegados o escorias convivirán con los terrícolas compartiendo los recursos. El choque cultural está servido y le sirve a Graham Baker para firmar un alegato en contra del racismo y la esclavitud en términos generales, pero sus buenas intenciones se diluyen y el largometraje gira para adentrarse en el género policiaco y dotarle una estructura de buddie movie, porque sus dos protagonistas los detectives Matthew Sykes y Samuel ‘George’ Francisco se verán inmersos en un caso de tráfico de un potente narcótico alienígena que mantiene sumiso y productivo a los escorias. El guionista Rockne S. O’Bannon como particularidades que diferencia a los recien llegados de los humanos es que les dota de dos corazones, una gran fuerza muscular, sólo pueden asimilar los nutrientes  cuando los alimentos no están cocinados, por eso comen los alimentos crudos, como por ejemplo la carne de castor, y se emborracharán con leche agria. Poseen un sistema social semejante al nuestro, viven en núcleos familiares, pero de su reproducción no hablan. El único detalle es que George desconoce tanto el funcionamiento como la función de un preservativo, eso puede arrojar bastante luz al tema, es decir carecen de programas de control de natalidad. Este filme conocería una versión televisiva de escaso éxito.

Un año después levantaría con su marido el director James Cameron, tras haber firmado esa batalla campal entre madres librada en el planetoide LV-426  bajo el título Aliens (El regreso), otra aventura con seres del espacio exterior llamada “Abyss”. Se trata de otro curioso cruce de géneros al plantearse como un thriller naval ambientado en plena guerra fría; sin embargo, según avance el metraje virará hacia una historia fantástica originada por una tecnología alienígena desconocida. Estos seres permanecerán ocultos durante prácticamente la totalidad de la película, manifestándose a través de unas curiosas columnas de agua. Una de ellas protagonizará una escena pionera en el uso del morphing, culminando con el momento en que la columna de agua suspendida en el aire del interior del submarino reproduce la forma y silueta de una cara humana. De alguna manera se nos sugiere que los alienígenas controlan el líquido elemento a su antojo, infiriéndose que provienen de un mundo acuoso. Son una inteligencia superior, y su imitación del rostro humano tiene como objeto estudiar y acercarse a los pobladores de este mundo en el que han caído.

Finalmente  se nos mostrará algo más de la biología de dichos seres, y comprobaremos cómo de nuevo (en una estrategia similar a la utilizada con los aliens y las hormigas, apenas unos años antes) el diseño de las formas de vida alienígenas se basa en crear una analogía con la biología terrestre: dado que los seres pertenecen a un mundo acuoso y viven en sus profundidades, su anatomía recordará a la de los seres abisales luminiscentes que pueblan los abismos marinos terrestres. Una idea interesante que no llega a desarrollarse, quedando como testimonio de la pasión (obsesión, dirían algunos) del director con los fondos marinos, el color azul y los alienígenas bondadosos de colores fluorescentes, que llegaría a culminar con el desarrollo de su caprichosa Avatar y de la cual hablaremos más adelante en este monográfico.

http://youtu.be/lJyRF0Fzl9Y

De origen pulp y con un gran carácter transgresor es el extraterrestre más famoso del planeta Transexual, se trata del gran doctor Frank-N-Furter, un exótico científico travesti, que posee una mansión en la que acabarán en medio de una noche tormentosa la pareja integrada por Brad Majors y Janet Weiss, que están buscando a su  viejo amigo y antiguo profesor, el Dr. Everett V. Scott, quien en realidad investiga los fenómenos relacionados con los OVNIs para el gobierno. Lo malo es que acabarán en una convención de transilvanos con motivo de la creación de su criatura, Rocky Horror, un hombre perfecto cuyo «medio» cerebro pertenece a un delincuente juvenil. Tanto Riff Raff como su hermana Magenta, o 18 Transilvanos están totalmente emparentados con la especie humana, en aspectos sexuales y en apariencia física. Así Jim Sharman en 1975 firma este musical titulado «The Rocky Horror Picture Show» que honra (y al tiempo satiriza) las películas de ciencia ficción, en particular las producciones en blanco y negro de la productora RKO, y se convierte en un bello y divertido canto a la libertad sexual sin prejuicios.

No podemos acabar este capítulo sin hacer mención a uno de los productores italianos más importantes dentro del género de la ciencia ficción, hablamos obviamente de Dino De Laurentiis, que en 1968 y en 1980 se armó de coraje para adaptar los cómics de obra de Jean-Claude Forest y Alex Raymond titulados “Barbarella” dirigido por Roger Vadim y “Flash Gordon” realizada por Mike Hodges. En ambos casos el espectador puede encontrar toda una gama de alienígenas antropomorfos en distinto grado; sin duda una herencia de la ingenuidad de los cómic pulp origen de estos dos personajes. En un caso la voluptuosa astronavegatrix terráquea, personaje encarnado por la actriz norteamericana Jane Fonda, tendrá que encontrar a un joven científico llamado Duran Duran (inventor del rayo positrónico) para mantener la paz en la galaxia y de paso exaltar el poder del feminismo. En el planeta Tau Seti encontrará toda una variedad de seres, de fuerte herencia mitológica como Pygar (el último de los oscilántropos) encarnado por el actor británico John Phillip Law, que recuerda a Ícaro, o como el Gran Tirano que posee un cuerno en la frente, y otros con gran carga sexual como el Vigilante del planeta de hielo, que es un auténtico oso peludo.

En el caso de Gordon el malvado Ming y su prole tampoco se diferencian mucho de los humanos, salvo en la forma de sus puntiagudas orejas o afiladas cejas (también visto en otros seres como los famosos Vulcanianos de la saga Star Trek), en el planeta Mongo el terráqueo Flash Gordon se enfrentará a otros seres humanoides como los alados hombres halcón o los arqueros de aspecto humano al cien por cien. Por supuesto no faltarán otras alimañas como seres de aspecto reptilioide o un pariente de nuestros escorpiones con unas secreciones de lo más abundantes. La curiosa trayectoria evolutiva de semejante biodiversidad en un mismo ambiente, incluyendo formas humanas indistinguibles de las nuestras, es algo que podría ocupar varias tesis doctorales.
La coexistencia de especies variadas con las de aspecto más humano las podrá ver el cinéfilo en sagas tan famosas como “Star Wars” y “Star Trek”, donde sobre todo en esta última podrán apreciar en algunas de las secuelas que hasta el modelo de las instituciones gubernamentales son parecidos y se rigen por reglas análogas a la de entidades humanas como por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Continuará…

Artículo escrito por Alfredo Manteca y Carlos Romá

Por Alfredo Manteca

Periodismo UCM. Cinéfilo y cinefago compulsivo. Crecí con Kubrick, Hitchcock y Cronenberg.

Un comentario en «Guía básica de Extraterrestres de Cine (IV)»
  1. […] un espacio que nuestro imaginario asocia, de forma aprehendida, a una realidad ficticia vinculada a alienígenas, ruidosas explosiones y armas futuristas. Sin embargo, el trabajo de Alfonso Cuarón se aparta de […]

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