Dredd se estrenó en 2012 y se dio un terrible batacazo en taquilla. La revisión del director Pete Travis y el guionista Alex Garland del personaje creado por John Wagner y Carlos Ezquerra, interpretado esta vez por Karl Urban, mereció una carrera comercial mucho mejor. Ha pasado más de un año desde su llegada a las salas españolas y Esther Miguel ya escribió este interesante artículo sobre ella. Hoy, en tres capítulos, la reviso desde la idea de que estamos ante una película de acción feminista sobresaliente, con personajes femeninos de calidad y en cantidad. Y si alguien tiene que sufrir violencia extrema, que sea un hombre.
I. La herencia socialista
Estamos en el futuro. El apocalipsis llegó en forma de guerra nuclear pero no acabó con todos nosotros. La mayor parte del planeta es inhabitable. Mega-City 1 es una ciudad-estado gigantesca que se extiende desde Toronto hasta Miami a lo largo de la costa este estadounidense. La criminalidad es elevadísima y hay un cuerpo de seguridad especializado, los jueces, que se encarga de mantener las cosas dentro de un precario orden. El juez Dredd es el mejor de todos ellos.
No sabemos si en Mega-city 1 existe la Ley de Igualdad que aprobó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Nos hacemos una idea, eso sí, de que en el Hall de Justicia, el organismo filofascista cuyos miembros ejercen como policías, fiscales, jueces y verdugos (¿Gallardón?), están bastante avanzados en este aspecto. Al menos, más que en España, que la tenemos aprobada pero resulta que se está incumpliendo.
Lo sabemos porque, para empezar, Dredd se refiere a los «hombres y mujeres del Hall de Justicia» cuando habla de su trabajo. No utiliza el masculino genérico para referirse a todas las personas que allí trabajan sino que especifica que son tanto hombres como mujeres. Podría haber dicho «los hombres» y no nos habríamos sorprendido al ver mujeres trabajando. Sin embargo, «hombres y mujeres» sacrifica el rollo de la economía del lenguaje para explicarnos con mayor exactitud la realidad.
A este respecto, es muy interesante este artículo: «Lengua, sexismo y mi día a día en todo esto» donde la autora cuenta cómo descubrió que los monjes copistas también eran monjas o que los niños soldados son niños y niñas. Dredd, creo que con toda la intención del mundo, nos deja claro quién trabaja en el Hall de Justicia primero a través de su personaje y, luego, son las imágenes las que confirman que hay tanto currantes como currantas.
En la escena en la que conocemos a la coprotagonista de la película, la novata Anderson, también nos presentan a la jefa de Dredd, una mujer negra que le plantea el marrón de hoy: encargarse de darle un paseo a la muchacha, que está de prácticas.
Resulta que Anderson (interpretada por Olivia Thirlby) casi aprueba el examen de acceso. Casi. No lo aprobó, por lo que no deberían darle ni tan siquiera la oportunidad de ser becaria. Deberían haberla largado ya. No vale. Dredd, que es autoritario a más no poder y sigue toda normativa a rajatabla, caiga quien caiga, hace hincapié en este hecho, pero la jefa tiene claro que la chica tiene potencial. Y Dredd se calla la boquita, porque sigue a rajatabla la normativa pero, sobre todo, no cuestiona a sus superiores.
Así es Mega-city 1 en materia de empleo (sin contar el desempleo estratosférico): hay mujeres y las hay en puestos de responsabilidad. Seguro que os acordáis de Pacific Rim, donde no había tantas mujeres. Dredd demuestra que si se quiere, se puede.
Luego, tenemos a Ma-ma, que es la mala. Un alma oscura, podrida, codiciosa, violenta, rabiosa y desatada. Sabemos que es peligrosa por cómo ha escalado en la escena criminal de Mega-city 1, por cómo todos sus secuaces la tratan con respeto y, además, por la sospecha de que le arrancó el pene de cuajo a un tipo. Un amor de mujer que, cuando tiene la oportunidad de evitar que otra mujer sufra una violación, lo evita. Puede que no sea la malvada más espectacular de la historia del cine o del universo Dredd (al fin y al cabo, solo es una jefa de la droga) pero Lena Heady la deja a la altura de los otros protagonistas de la película.
AVISO: A partir de aquí, se destripan numerosos detalles de la película.
II. Castración
Lo dijo Ben Wheatley en la entrevista que publicamos en Videodromo con motivo del estreno de Turistas: una de las razones por las que consideraba que su película era feminista era que no se ejercía violencia contra los personajes femeninos. Dredd está en ese mismo camino. Aunque hemos visto que hay mujeres trabajando en el Hall de Justicia y es cierto que hay un par de mujeres asesinadas de forma violenta en la película, la peor parte (en cantidad y calidad) se la llevan los desmembrados, los defenestrados, los despellejados y los tiroteados, que son muchos. Y hay una vuelta de tuerca, porque Dredd explora, además, una violencia contra el hombre que hace daño donde más duele: en la genitalia.
No es nuevo, pero tampoco es pan de cada día. Tenemos el Alien de Ridley Scott, por ejemplo, y las declaraciones de Dan O’Bannon, su guionista: la película es un ataque sexual continuo donde los que sufren las peores consecuencias son los hombres. Dredd se apunta a un bombardeo con una baza ganadora: la castración. Ya vimos este recurso truculento en La última casa a la izquierda o La cruz de hierro de Sam Peckinpah. Ambos ejemplos, junto al de Dredd, nos presentan a un tipo de personaje muy especial: el violador que decide que es buena idea meter el pene en la boca de su víctima. #VaginaDentata y Premio Darwin para todos ellos.
III. La importancia de llamarse Anderson
Por mucho que la película se llame Dredd, el juez no es el protagonista. O, al menos, no es el único. Anderson, la chica en prácticas, es coprotagonista y cumple la función de meter a la audiencia en la película. Es difícil empatizar con el brazo duro de la ley que encarna Dredd, con su autoritarismo y su brutalidad. Sin embargo, Anderson es el personaje que va aprendiendo de qué va el mundo en el que vive escena a escena y gracias a ella lo aprende el público.
Anderson es un personaje equilibrado. Es una tía dura pero no tan dura como para parecer sobrehumana. Suspendió por poquito el examen para ser juez pero no es una patosa inútil. Tiene un punto soñador y comprometido pero no vive en el país de la piruleta. Anderson es humana. Una humana excepcional con poderes psíquicos que sabe disparar un arma pero una humana al fin y al cabo, algo de lo que tanto Dredd como Ma-ma están alejados.
Además, juega con el concepto de la damisela en apuros. A priori, no parece candidata a tal arquetipo pero bien avanzada la película es capturada por uno de los malos. Dredd pone cara de mala leche cuando ve cómo se la llevan, pero tampoco queda claro si va a ir a buscarla o va, simplemente, a terminar el trabajo que le habían encomendado en un primer momento. Si Anderson no es una princesa en apuros, Dredd tampoco es ningún caballero de brillante armadura.
Durante el cautiverio de la novata asistimos a una especie de sororidad especialita cuando sea amenazada con violencia sexual y la mala salga a dejar las cosas claras: nadie le va a tocar ni un pelo.
La autoridad de Ma-ma es respetada por todos sus secuaces, igual que la autoridad de la jefa de Dredd es respetada por este cuando toca.
El arco argumental de Anderson capturada termina cuando ella misma se libera. No necesita de Dredd ni de ninguna otra persona para salir del aprieto. Pero eso no es todo. Para rematar la faena, será ella quien salve al juez Dredd cuando este se encuentre en una situación complicada, cerrando su periplo de una forma brillante. La escena es típica. El bueno está a merced del malo. El malo, en lugar de matar al bueno cuando tiene la oportunidad, se distrae un momento. En este caso, Dredd le pide que espere un momento.
A lo mejor Dredd no es la piedra de Rosetta del cine de acción feminista pero es un ejemplo de cómo se pueden hacer las cosas, de cómo incluir dos, tres o cuatro mujeres importantes además de un puñado de extras en la historia está al alcance de cualquiera, de cómo se puede tratar la violencia sexual sin que ella sea la que sufra, de cómo no es necesario rescatar a ninguna chica joven de las garras de los malos porque se las puede arreglar ella sola. De cómo otro cine de acción es posible y sí: existe.
¿La película? A pass, claramente.
A veces una se siente gilipollas cuando tiene que decir que una peli es (o más bien parece) feminista porque simplemente no trata a las mujeres como infraseres. Pero cuando veo algo que no me toma por tonta como espectador-A, me mosqueo para bien. Además, oigan, en la ELECCIÓN también hay feminismo. Me explico: igual que Cuarón eligió a conciencia (y contra todas las voces que le decían lo contrario) que Ryan Stone tenía que ser una tía, los creadores de Dredd llenan la peli de elecciones VITALES para convertirla en lo que es. Y qué leches, sí, eso es feminista. Anderson podría haber sido un tío. Qué fácil habría sido. Cualquier otro guionista, cualquier otro director monguer habría elegido a Andrew Garfield o a Armie Hammer o (redios) a Shia LaBeouf para ponerlo de sidekick coleguita a pegar ostias y hacer alguna payasada. Y MaMa habría sido Mickey Rourke tocándose mucho el nabo. Qué fácil. Pero en vez de eso se alejan del cliché y prefiero que me regalen una rara avis a tener que aguantar a personajes femeninos pasivos peleándose por acostarse con Tom Cruise. Y si vuelvo a oír a alguien decir que Oblivion tenía un pase prometo que pegaré tiros. Eché de menos salvar ciertas inverosimilitudes, eso sí (más tías en el crew de MaMa; cierta tensión ante un motín posible…). Es obvio que MaMa no es La Villana del siglo pero está a la altura (y qué bien se lo pasa la Headey, madre mía). Aún cuando sabes que todos esos machotes le pueden en cualquier momento, sabes que nadie hace nada porque estamos ante una mujer sin miedo. Y capaz de arrancarte el pene de un bocado, sí, pero sobretodo sin miedo. Dos en la peli, de hecho. Y sólo por eso yo a Dredd le debo una edición especial en Blu-Ray. O algo. Quiero más. Por la Diosa.
Suscribo eso de sentirse gilipollas por rebajar tanto los estándares pero es que tal y como están las cosas, hasta da gusto ver El mundo es nuestro, como decía La Guiri: http://eugeniaandino.bachpress.org/?p=211. Explicas bien qué pensé al terminar de escribir esto: «POS SI ESTO ES SUFICIENTE PARA DESTACAR ESTA PELÍCULA, EL PATIO ESTÁ FATAL». Pero bueno, como digo en el párrafo final, hay muchas formas y esta es solamente una de ellas.
Sobre las mujeres en la banda de MaMa, yo también lo pensé. Al final, se traduce en que pueden cortarle el rabo a uno de los secuaces y tirar a otro por el hueco del megabloque, pero también me habría gustado ver a alguna mala. Creo que no es mala solución y que concuerda con el no hacer sangre (jeje) con la violencia hacia las mujeres.
Muchas gracias por comentar y joder, sí, quiero más yo también. Por Anderson.