Mar. Mar 19th, 2024

Este filme de Nicholas Ray en 1955 optó a tres Oscars pero no consiguió ninguno, aunque se convirtió en un largometraje legendario y lanzó a sus actores a la fama.

“Rebelde sin causa” llegó a las pantallas de cine un mes después del fatal accidente que había tenido James Dean (30 de septiembre de 1955) convirtiéndose en uno de los títulos míticos del séptimo arte con cierto aura de incuestionabilidad. Aunque para muchos cinéfilos puede que sea más interesante bucear en el subtexto de este largometraje dirigido por Nicholas Ray. Stewart Stern y Irving Shulman fueron los guionistas que desarrollaron la historia creada por el realizador de Wisconsin, que aparentemente se centra en las problemáticas típicas de la adolescencia: la incomprensión, hijos consentidos, rebeldía, etc. Siempre que se ha analizado este largometraje se ha hablado mucho del retrato de la decadencia moral de la juventud estadounidense, que es una crítica al estilo de vida de los progenitores de la época o que intenta explorar la brecha generacional. Nuestra tesis es que el argumento va mucho más allá y es lo que hace de este filme una joya del séptimo arte. El espectador a priori puede pensar que este es el relato de un joven que se rebela contra el sistema, pero en realidad son las circunstancias las que le llevan a ser un rebelde.

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El filme no puede arrancar de mejor manera: el espectador ve como nuestro héroe, Jim Stark, cae al suelo borracho y se pone a jugar con un juguete, se dedica a arroparle con un trozo de periódico. Esta conducta le lleva a ser arrestado. De esta manera Ray nos detona el cierto cariz infantil de su personalidad, y lo enfatiza cuando le pide al policía quedarse con el mono o cuando se pone a jugar con el policía haciendo el sonido de una sirena. Este “problemático” adolescente es un recién llegado a la ciudad porque su familia se acaba de mudar. Allí se verá por primera vez con sus compañeros de aventuras: Judy y John. Ellos están en la comisaria por motivos totalmente distintos. Judy ha sido detenida por vagabundear a altas horas de la noche por la calle, tras escaparse de su casa tras una importante disputa con su padre. Por su parte, el joven John Crawford ha sido detenido por pegar tiros a unos perros.

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Relaciones psicológicas un tanto atípicas…

Queda claro que los personajes son unos rebeldes: fuman, se emborrachan, le pegan tiros a las mascotas de sus vecinos… pero lo curioso es que en el fondo son unos críos que comen sándwich de crema de cacahuete. En realidad no saben lo que buscan ¿o sí? Jim, Judy y John van juntos al Instituto Dawson y tendrán una relación psicológica muy atípica.

El apodo de John Crawford en el instituto es “Platón”. Es curiosa elección por parte de los guionistas, que le otorga una clara y directa referencia griega al personaje. De esta manera se establece una conexión entre la homosexualidad encubierta y John. Por si quedaba alguna duda, rápidamente Ray lo dejará más patente aún si cabe en la secuencia de la entrada en clase de Jim. Mientras vemos a éste buscando la clase, podemos ver cómo John le está mirando por el espejo de la taquilla. Justo debajo del mismo hay una foto promocional de la película “Raíces profundas” (George Stevens, 1953) donde aparece el gran actor Alan Ladd, ídolo femenino del momento y famoso sobre todo en el género del Western. Esta mítica imagen ahora la podéis ver en la extensa colección de autógrafos de Peter Ford, hijo del mítico actor Glenn Ford.

La taquilla de John en Rebelde sin causa

Hay que destacar el carácter protector de Jim con respecto de John desde su primer encuentro, donde le ofrece su chaqueta para que no pase frío. Eso denota la vulnerabilidad de John. Al igual que en la escena del planetario en el Observatorio Griffith de Los Ángeles. Cuando John se esconde por miedo al escuchar la explosión mientras el profesor está narrando el Big-Bang. Lógicamente, este será rescatado al final por Jim y este le replica aludiendo al profesor: “¿Qué sabe él de la soledad del hombre?”. Llegados a este momento el espectador no debería dejar pasar la atención sobre las miradas de admiración sexual de John sobre Jim.

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Otro momento donde se remarca la homosexualidad de Platón es en la famosa secuencia de la carrera de gallinas. Judy y John son las “acompañantes” de los jóvenes machos alfa (Buzz y Jim) que lucharán a muerte por demostrar su gallardía y virilidad. En este preciso instante del largometraje, Jim se convierte en el objeto de deseo de Judy y John, podemos ver como ambos le miran con deseo. Esta escena se convierte en el primer punto de inflexión de la trama. Inclusive será el primer momento en que John fantasee verbalmente de una manera idílica sobre una relación con Jim. De esta manera los guionistas generan un triángulo amoroso un tanto particular, en el que Judy y John lucharán por las atenciones del anhelado adolescente. Desde el punto de vista del vestuario queda patente al ponerle la famosa cazadora roja, que se convirtió en icono de una generación. John, por su parte, luchará por su amado con todas sus fuerzas hasta el punto de proponerle tras el desastre del acantilado que vaya a su casa a dormir esa noche. Siendo justo este instante cuando los guionistas, por temor a ir demasiado lejos con esta línea argumental, dan una vuelta de tuerca a la relación y juegan con el aspecto aniñado de Sal Mineo para transformarla en una relación paterno-filial que tendrá su hogar en la casa abandonada en las colinas de Beverly Hills. Y de esta manera el triángulo amoroso se tornará en otra familia nuclear tan disfuncional como la que tiene Jim en su casa, aunque por unos instantes serán felices viviendo una fantasía lejos de la cruda realidad. Todo ello se aprecia en detalles como la escena de la piscina donde acabará Judy cantándole a Platón una nana mientras este se duerme en el suelo tras haber jugado todos juntos.

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La virilidad del héroe en entredicho…

La virilidad de Jim siempre estará en tela de juicio, ese será el motor de la película, es lo que en cierta medida le convertirá en un rebelde sin quererlo. El primer momento donde se pone en tela de juicio su masculinidad es en la pelea entre Buzz y Jim en el Observatorio, inclusive será cuando en tono irónico Buzz le llame torero durante la pelea de navajas, correctamente apostillado con la coreografía de la lucha.

Lucha de navajas en el Observatorio Griffith

Los propios guionistas sembrarán la semilla del entredicho a través de la disfuncional relación del matrimonio Stark. Esto se empieza a intuir por los diálogos iniciales donde queda patente que la familia está constantemente mudándose por las habladurías que generan. Jim no quiere ser como su padre, un hombre dominado por el mundo femenino, sometido a la voluntad de su autoritaria mujer, por eso pierde los nervios cuando alguien le llama gallina. El director artístico nos da muchas pistas al ponerle un delantal a Frank mientras recoge las cosas del suelo o va por la casa. Jim se siente confundido y avergonzado profundamente por ello. No ve en Frank un referente de masculinidad, máxime cuando le plantea dudas relacionadas con comportamiento esperado de un hombre en la secuencia en la que le pregunta “¿Qué haces cuando tienes que ser un hombre?”, y este no es capaz de resolvérselas. Es más, en este momento Frank se comporta como una abnegada madre recogiendo las cosas. El clímax de esta relación atípica lo veremos en la escena tras el accidente en el promontorio de Millertown. Frank y Carol siguen con los roles intercambiados, ella totalmente violenta, autoritaria, mientras que él es totalmente condescendiente. Inclusive si el espectador en esa secuencia cambia ‘gallina’ por ‘marica’, funcionaría de la misma manera y no perdería el menor sentido.

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Así que todo se puede resumir en que fue un asunto de virilidad y honor, cuestiones sobre los que Frank es incapaz de asesorar a su propio hijo. Es más, llega a dudar de su virilidad cuando le reconoce a su padre que no se puede ir por la vida de duro cuando no se es. Y llegados a este punto Carol como salida propone mudarse de nuevo. Jim, desesperado, le pedirá a Frank que la replique y le defienda ante su madre, pero este se ve incapacitado para hacerlo. Jim lo único que quiere es no volver a repetir el error de su padre. Eso le llevará a intentar acabar con su padre biológico en el clímax de la pelea familair, de la misma manera que al final John intentará acabar con su padre ficticio en el ‘idílico hogar’ de la colina por la misma causa, al grito de: “¡Déjame! ¡Tú no eres mi padre! ¡Tú no eres mi padre!”. La causa es obvia, él no ha sido capaz de defenderle ante los viriles matones.

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Una chaqueta cargada de simbolismo

Este guion se puede considerar una joya, sobre todo si sabemos apreciar los esfuerzos por conseguir otorgarle una falsa estructura circular. Esto lo conseguirán cuando en la secuencia final en el Planetario Jim le vuelva a ofrecer a Platón su chaqueta roja. La diferencia es que esta vez sí aceptará ese trofeo, porque en Norteamérica las chicas acostumbran querer quedarse la chaqueta de sus novios. Por eso, John no duda en quedársela. Es como si hubiera ganado a Judy en esa particular lucha entre amados. Aquí es vital la actuación de Sal Mineo cargada de simbolismo, está claro que sabía lo que estaba haciendo. El espectador podrá ver cómo se la pone y la acaricia, como si estuviera rozando la piel de Jim. Aunque sin albergar la menor duda, el momento más bello es cuando Jim le cierra la cremallera de la chaqueta a John abrochándosela, en un claro símbolo de que su amor será eterno.

Rebelde sin causaAunque la gran ironía del guion llegará tras ese momento álgido. En esta escena final Jim acaba presentando a sus padres a Judy. La madre, lógicamente, se sorprende y dice: “¿Que es su amiga?” y el padre se ríe. Muchos verán en ese momento como una salida airosa al galimatías, pero en el fondo, queda claro que Jim ha decidido porque no la presenta como su novia y el espectador verá que se montan en el coche por puertas opuestas. De manera que la madre confirma sus sospechas y el padre se alegra de su salida del armario. Eso por no hablar del beso que teóricamente se deberían dar Jim y Judy en ese preciso momento, y no se dan. Así, ella asume convertirse en la «amiga» del homosexual tras verle llorar a su «amante». Este curioso, coherente e inteligente desenlace le sirve a los guionistas para poner punto y final a esta aventura juvenil de amores no correspondidos, donde dos adolescentes intentan aceptarse a sí mismos y ello les llevará a vivir una bella y dramática historia de amor entre ambos. La gran ironía es que esta producción estableció la imagen de James Dean como icono de la rebeldía juvenil, puede que ahora lo veamos más como un icono gay.

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La idílica relación entre Dennis Hopper y Nicholas Ray

“Rebelde sin causa” también es famosa porque es la primera película de un joven actor que procedía del mundo de la televisión y que se convertiría en uno de los auténticos rebeldes de Hollywood, nos referimos al actor Dennis Hopper. En este filme da vida a Goon, uno de los jóvenes del instituto. Otra de las curiosidades de su carrera es que un año antes hizo una breve aparición en “Johnny Guitar”, también dirigida por Nicholas Ray. Pero será con este filme donde tenga una aparición relevante aunque sin apenas texto. Antes de morir el afamado realizador norteamericano volvieron a coincidir de la mano de Win Wender en el thriller basado en la novela de Patricia Highsmith “El amigo americano”, donde Hopper daba vida a Tom Ripley y Ray a Derwatt. Con los años acabaría convirtiéndose en todo un artista polifacético: pintor, poeta o fotógrafo. En 1969 se pasó a la dirección con el mítico filme “Easy rider”, aunque los laureles le llegaron más tarde con “Colores de guerra” (1988).

Dennis Hooper en rebelde sin causa

La localización de “Rebelde sin causa”

Si alguno de nuestros lectores viaja hasta la ciudad de Los Ángeles podrá visitar una de las localizaciones más famosas, el lugar donde se rodó la practica totalidad de las escenas míticas del metraje de “Rebelde sin causa”, como por ejemplo la secuencia de la lucha de navajas o el inolvidable final. Para ello se tendrá que dirigir a la colina de Hollywood donde se sitúa el Parque Griffith. Allí en lo alto está el Observatorio Griffith desde donde uno puede observar, si tiene suerte y no hay mucha contaminación, toda la ciudad. El enclave es muy reconocible porque hay una estatua en honor al legendario actor. Este se puede visitar ya que reabrió sus puertas en el año 2006 y sigue manteniendo la función de planetario. Así que si podéis perder 40 minutos podréis sentiros como en la película visitándolo por dentro.

Observatorio Griffith (1)

Observatorio Griffith (4)

Observatorio Griffith (5)

Y estas son las vistas de la ciudad de Los Ángeles desde el Observatorio en un día con contaminación

Observatorio Griffith (2)

Frases destacadas de “Rebelde sin causa”:

  • Judy: “Nadie me amará nunca
  • Jim: “Si hubiese un día en el que no estuviese confundido y no siéntese que me tengo que avergonzar de todo. Si siéntense que pertenezco a algún lugar”.
  • Frank Stark: “Ten cuidado con los amigos que eliges. No dejes que te elijan ellos”
  • Jim: “La vida puede ser maravillosa
  • Judy: “¿Quién vive?
  • Judy: “Es una nueva enfermedad
  • John: “¿Qué sabe él de la soledad del hombre?
  • Jim: “¿Y qué pasa contigo? ¿Siempre estás en el lado equivocado?
  • Madre de Judy: “Es la edad en la que nada va bien
  • Jim: “¿Qué haces cuando tienes que ser un hombre?
  • Buzz: “Este es el fin
  • Jim: “No puedes ir por la vida de duro, cuando no lo eres”.
  • Jim: “Lo dices por mí o por los vecinos
  • Judy: “Nadie actúa sinceramente
  • Judy: “Todo el tiempo he estado buscando alguien que me amase, y ahora amo a alguien
  • John: “¡Tú no eres mi padre! ¡Tú no eres mi padre!
  • Judy: “Puede que él te necesite, pero yo también”.
  • Jim: “Los amigos siempre mantienen sus promesas”.
  • Frank: “Pase lo que pase, lo afrontaremos juntos. Lo juro”.
  • Jim: “Siempre tenía frío

Por Alfredo Manteca

Periodismo UCM. Cinéfilo y cinefago compulsivo. Crecí con Kubrick, Hitchcock y Cronenberg.

4 comentarios en ««Rebelde sin causa»: la ambiguedad del mito»

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