Mar. Mar 19th, 2024

Este curioso documental habla sobre las teorías que día a día se van manejando alrededor de ‘El Resplandor’ y el significado que, supuestamente, encierra. image_171080_3 Room 237 creó mucha expectación en el pasado Sitges 2012. Se trata de un documental que se centra íntegramente en la película de El Resplandor y las numerosas (y a veces alocadas) teorías que se han creado alrededor de la película tratando de explicar su «verdadero significado». Genocidio Indio, Hitler y Segunda Guerra Mundial, experimento sobre el subconsciente y el sexo… son muchas las teorías que aquí se exponen y que hace muy curioso a este extraño documental.

Un genio aburrido

Sin duda alguna, e independientemente de cuánto puedan gustar sus obras (yo no soy precisamente un gran admirador de muchas de sus películas), Kubrick es un cineasta increíble. Se trataba de un genio, con una inteligencia mayúscula y que nunca dejaba nada al azar.

En El resplandor Kubrick hizo alarde de toda su inteligencia y del poder que tiene el subconsciente en todos nosotros. Es grande la capacidad que una imagen o un elementos de ella tiene sobre nosotros, a pesar de que conscientemente no la localicemos o sepamos de ella.

Entre muchos de los elementos con los que jugó Stanley a la hora de crear la película fue con el espacio donde se daba la historia: el famoso Hotel Overlook. Un hotel que, como magníficamente desarrollaba en este artículo Rob Ager, y parte del cual se explica en Room 237, es físicamente imposible que exista tal y como se nos presenta en la película.

Hay mucho elementos extraños que se pueden observar. Desde la ventana imposible del despacho de Ullman, cuya existencia va en contra de la lógica arquitectónica que se nos presenta durante la película (y sólo unos momentos antes).

Como se puede ver abajo, esta ventana no debería existir.
Como se puede ver abajo, esta ventana no debería existir.

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A la famosa escena del congelador en el que entran por una puerta, salen por la misma y el espacio es totalmente distinto. shining

Pasando por el hecho de que cada una de las veces que se ve la replica del laberinto, es totalmente distinto a cómo se vio antes y distinto al laberinto real.

Sillas que se mueven entre plano y contraplano. Imágenes en las paredes con representaciones extrañas. Los dibujos de las moquetas del suelo. Todo está cuidadosamente cuidado.

El hecho de que la actriz principal, durante la famosa persecución del final de la película, aparezca a veces con el cuchillo en la mano derecho y otras en la izquierda (coincidiendo, precisamente, con la tonalidad de color del plano) no es un hecho casual ni un error del rodaje. En otro caso podría ser así, pero cuando estamos hablando de un hombre como Stanley Kubrick que era extremadamente minucioso con este tipo de detalles, todo cobra un porqué. Quizá no un significado, pero sino un propósito: el extrañamiento del espectador.

Cuando se nos muestra tantas veces a personajes andando por el hotel, entrando en salas, cruzando por distintas estancias, caminando por los pasillos; y cada una de esas veces el lugar está distinto a la vez anterior o se produce un error arquitectónico en referencia a lo que se mostró antes, el espectador se da cuenta. No consciente, sino inconscientemente. Esto hace que aquel que está viendo la película siga pendiente de la historia, de lo que se le presenta en primer término; pero, dentro de sí mismo, una pequeña vocecita, cual Pepito Grillo, le grita: ¡Algo aquí no está bien!

Y es cierto, algo falla. Ese hotel tiene vida propia. Como si de un personaje más se tratase… y no trae buenas intenciones.

Reflejo máximo del nivel de la conspiranoia

Pero, en realidad, Room 237 lo que funciona es como reflejo del tiempo en el que vivimos. De la época de Internet en la que te puedes pasar horas en blogs y páginas, hablando o leyendo sobre temas fundamentados en uno de los fotogramas de una película. En un suceso que quedó no del todo bien explicado. En una explicación que no terminó de convencer a una persona.

La conspiración es el tema que más gusta al ser humano desde tiempos inmemoriables. Unida a la paranoia puede ocasionar grandes problemas. Por sí sola, dependiendo del caso puede ser graciosa, pero siempre destructiva.

Room 237 en definitiva habla de cómo hay gente que busca incansablemente un significado a las cosas. Una verdad oculta. Primero, por el deseo de que todo tenga un sentido, de que el universo tenga un sino concreto y que ciertas cosas se alineen para ello, tanto en la realidad como en la ficción. Pero en segunda estancia, siendo el motivo principal: porque quieren tener razón.

No hay nada más satisfactorio en la vida que hacer una proposición que sólo tu (o unos pocos) son capaces de hacer porque permanece a un nivel oculto y descubrir que es una conjetura correcta. Es un juego de autoestima, narcisismo y algo de prepotencia (que no tiene que ser negativo, ojo, pero lo es) y que siempre hace sentir mejor a aquel que ha tenido la razón. Sin importar a veces la legitimación que tenga la fuente que declare esta razón.

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Ahora mismo vivimos en una época en la que podemos ver el mismo plano una y otra y otra y otra vez. Podemos pasarnos horas viendo el mismo plano repetirse una vez tras otra. Podemos con mucha facilidad ver frame frame una escena hasta descubrir un fotograma que soporte nuestra teoría. Y eso,si  bien en ocasiones es una virtud, a veces es un gran problema.

Funciona en muchos sentidos como el polígrafo. Siempre se habló del polígrafo como de la máquina de la verdad, pero no puede indicar si la respuesta que aquel que se somete a él está dando es cierta o no. Lo que marca es la reacción que la persona tiene el hecho mismo de dar la respuesta, su reacción física. Es cierto que cuando mentimos nuestro cuerpo puede delatarnos. Pero, esto sucede en los casos en que decimos la mentira de forma consciente. Si creemos fuertemente, sin lugar ninguno a duda, que algo es cierto; aunque en realidad no lo sea, la máquina no podrá detectarlo, pues creeremos que decimos la verdad.

Lo mismo sucede con la gente que se somete a las teorías conspirativas. De ver tantas veces el plano, no pueden ver otra cosa. Están tan metidos dentro de la teoría que todo lo que ven les parece que no hace sino confirmarla. Ven una y otra y otra vez toda la información, creyéndose cada vez más y más ciegamente que tienen razón, que esa es LA VERDAD y que son de los pocos que han podido desentrañarla.

¿Alguna teoría tiene sentido?

Muchas de las teorías de las que hablan en el documental (y que son las que se pueden encontrar fácilmente en Internet) están cogidas con pinzas. Justifican su razón con argumentos que pueden servir (y a veces lo hacen) para justificar otras teorías. Lo cuál no deja de demostrar sino que cada uno barre para casa. ¿Cuáles son estas teorías «locas»?:

  1. Kubrick rodó «El resplandor» para explicar cómo se sentía por haber hecho la grabación falsa de Apolo XI: Se basa en 1. Kubrick hizo la grabación falsa del Apolo XI (pues vale), 2. Danny lleva un jersey del Apolo XI en una parte de la película, 3. Habla «curiosamente» de temas relacionados con cómo se habría sentido Kubrick (marido que miente a mujer, mujer que encuentra la mentira del marido, marido que se le «encarga» hacer un trabajo en el que no puede fallar…), etc.
  2. Kubrick utilizó la película como estudio del poder de imágenes subliminales sexuales: 1. Kubrick leyó libros sobre el tema (pues vale), 2. Kubrick habló con gente sobre el tema (pues vale) y 3. imágenes como la siguiente que aseguran tienen carácter sexual:

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    Al parecer, eso es un pene erecto de alegría por ver a Jack Nicholson.
  3. Kubrick hablaba sobre el holocausto Judio y los Nazis: Se basa en varios indicadores, los más importantes: 1. La máquina de escribir que usa Jack es alemana y 2. Cierta reiteración del número 42, que según ellos representa el año 1942 que es cuando los Nazis decidieron deshacerse de los judios. Claro que, hay veces que estos números se pillan muy limitadamente: 2x3x7=42 (pues vale), Danny tiene un jersey con el número 42 (pues vale), en un plano aéreo del inicio de la peli, en el aparcamiento del hotel hay 42 coches (pues vale). Cosas que se toman ya que encajan muy bien en la teoría, pero que sino… pues nada. De hecho, la persona que en el documental sostiene esta teoría es un historiador especializado en la Segunda Guerra Mundial. Lo dicho, cada loco con su tema.

A parte de ello, Room 237 habla de otras cuestiones, ante todo curiosas, como el efecto que produce cuando se proyecta la película simultáneamente hacía delante y hacía atrás, sobreexponiendo ambas imágenes, creando juegos visuales muy interesantes.

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Personalmente, hay una teoría de las que se manifiestan aquí que sí que creo posible. La que dice que Kubrick estaba hablando del holocausto indio. Aquí sí que veo indicadores que lo hacen posible: 1. La historia en sí mismo, al fin y al cabo el hotel está situado sobre un cementerio indio; 2. la representación de la»america limpia» que se menciona alguna vez, 3. «El resplandor» como un poder extraño que parece divino de alguna forma, con carácter muy indígena americano, 4. El hacha, 5. Los botes que se ven varias veces con la palabra Calumet (como se denomina a la pipa de la paz en inglés), 6. Cuadros sobre indios por toda el hotel, 7. Dibujos de carácter indio en todo el hotel, etc. etc. etc.

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De una forma u otra, lo cierto es que una obra audiovisual no está completa hasta que llega al público, es ahí donde cobra total sentido. A veces un sentido que ni siquiera el director en ese momento estaba pensando dar. Puede que sea el caso, es imposible saberlo. Pero tampoco es una locura el pensar que Kubrick quisiese dar este tipo de informaciones durante la creación de su película.

De hecho, yo estoy seguro que tal y como era Kubrick, una parte de estas rarezas las hizo con una intención concreta y otra parte sólo para, como un juego, que la gente se comiese el coco al respecto; sin un motivo concreto.

Quién sabe, quizá esta idea también es absurda, pero yo la apunto ahí, para que quede para la posteridad.

La calidad como documental de Room 237 deja mucho que desear, no aporta nada nuevo, simplemente pone en formato visual lo que podríamos conocer pasando un par de horas mirando páginas de Internet, por ejemplo nuestro monográfico sobre El resplandor. Ahora, te hace que vuelvas a mirar de nuevo la obra de Kubrick con una mirada más extraña, más paranoica y siempre más divertida.

Por Arturo M. Antolin

Me dedico a hacer cine. A veces también escribo al respecto. Vivo exiliado en Reino Unido. España aún no sabe si ha ganado o perdido con ello.

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