Tras el final de la serie original, la multitud de cartas de fans que pedían que su serie favorita volviera a TV, motivaron, junto con el éxito de Star Wars, al retorno de ésta en forma de películas.
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Star Trek – The Motion Picture
Pese a que Star Trek no consiguió un éxito demasiado importante en cuanto a audiencias, sí que consiguió que se articulara un fenómeno fan (tal vez el primero de la historia) activo y relevante, capaz de generar además, los primeros fan fiction sobre la serie (pero eso es harina de otro costal). Fue este movimiento fan que, motivado por la desaparición de la serie, se lanzó a una campaña de carteo masivo pidiendo el retorno o la no cancelación de la serie. Cancelación que tampoco fue del agrado de su creador Gene Rodenberry, que tenía todavía un gran número de ideas y de posibilidades para desarrollar con los tripulantes de la Enterprise. Este carteo masivo motivó que la serie fuese sindicada y se emitiera a través de emisoras locales y por cable, lo que hizo que saliera del encajonamiento en la NBC, haciendo que aumentara exponencialmente el número de seguidores. Poco a poco se fue creando el caldo de cultivo necesario para que Rodenberry volviera a ponerse a trabajar en la realización de varios pilotos para reflotar la serie original bajo la denominación Star Trek II, ofreciéndole a la Paramount algunas de estas ideas, muchas de las cuáles venían de guiones de grandes nombres de la ciencia ficción como Harlan Ellison, Ray Bradbury o Theodore Sturgeon. Pese a ello, lo cierto es que Paramount, al ver el éxito que consiguió «Encuentros en la Tercera Fase» o posteriormente «Star Wars», creyó más oportuno realizar una película que una nueva serie de televisión. Además, parece que algunas de las ideas presentadas eran demasiado, para el gusto de la productora que consideró más factible una película. Así, en una gran maniobra publicitaria que tal vez hizo más mal que bien al proyecto al generar demasiadas expectativas al respecto, se anunció a bombo y platillo que Robert Wise, ganador de varios premios de la Academia por «West Side Story», y «Sonrisas y Lágrimas» y conocido entre los aficionados al fantástico por «Ultimátum a la Tierra», «La Amenaza de Andrómeda», y entre los aficionados al terror por «The Haunting» o «Los Ladrones de Cadáveres», sería el encargado de dirigir la adaptación.
Mientras tanto, el cásting original ya había firmado y dado su aprobación para la aparición en la película. El problema empezó a aparecer en la creación de una historia original y lo suficientemente interesante para el público y que desvinculase un poco a la saga de su estética camp y la acercara a una ciencia ficción más seria y moderna. Para ello se propusieron diferentes ideas y, al final se empezó a trabajar sobre el proyecto de piloto para Star Trek II llamado In Thy Image. La historia debería reescribirse, pese a todo, y al final tardó cuatro meses desde que empezó la fase de producción, lo que alargó el proceso y retrasó la fecha de estreno. Finalmente tras un largo proceso de puesta de acuerdo, y de lucha de ideas, los guionistas Harold Livingston y Alan Dean Foster consiguieron acabar el guion y el rodaje se puso en marcha, siendo estrenada en 1979.
Lo cierto es que «Star Trek: The Motion Picture», como película se sitúa en la mediocridad, no así en lo recaudado, ya que de un presupuesto de 46 millones de dólares, consiguió 140 millones de recaudación, lo que motivó que Paramount diera carta blanca para realizar una secuela. La trama se basa en una mezcla de conceptos seudoreligiosos que tienen mucho en común con «2001: Una Odisea Espacial». Una extraña nube, de dimensiones casi galácticas, acaba con tres flamantes naves K’tlinga de la flota klingon y con la estación de monitorización humana, la Epsilón Nueve. Kirk, que ha sido nombrado Almirante, se postula ante la Flota Estelar, para investigar lo que ha pasado, ya que la Enterprise ha sido la nave elegida para llevar a cabo la misión. La Entreprise ha pasado este tiempo siendo renovada y bajo el mando del capitán Willard Decker, al que Kirk relevará del cargo pero no de la tripulación, lo que hará que afloren rivalidades entre ambos, sobre todo cuando Kirk demuestre que no está familiarizado con los nuevos mecanismos y sistemas de la nave. Pronto, la Enterprise deja en evidencia que no está puesta a punto del todo ya que los teletransportadores matan a dos oficiales al no poder reintegrarlos en el transportador y una calibración defectuosa del motor casi hace que la nave quede destrozada. Spock, por su parte se reincorporará como asesor científico, ya que siente, en su planeta natal, mientras celebra el ritual de purga de sentimientos, una perturbación cósmica que emana de la nave.
Finalmente la Enterprise consigue ponerse en contacto con la nave, que enviará a un interlocutor con el aspecto de Illia, una oficial de comunicaciones de la nave y que es un antiguo amor de Decker. La nube ha desmaterializado a Illia y ha creado a un ser sintético con su aspecto y parte de sus conocimientos para poder entablar contacto con la Enterprise. Por su parte Spock que ha salido de la nave en un paseo espacial, consigue establecer contacto telepático con la nube y descubre que se llama V’ger y que es una máquina viviente. Spock consigue llegar al centro de la nube y descubrir que V’Ger es, en realidad, la sonda Voyager 20, enviada en el siglo XX por los seres humanos al espacio exterior y que fue encontrada por una raza de máquinas vivientes. Las máquinas entienden los datos y la programación que llevaba la Voyager como una orden de aprender todo lo posible y devolver esa información a su creador, así que programan a la Voyager para tal menester y la envían de vuelta con la misión de contactar con su creador. A lo largo de los años, la Voyager adquiere tal conocimiento que acaba desarrollando conciencia, pero al haber concluído ya su misión y no encontrar al creador cree que su existencia no tiene sentido y está vacía. Decker, considera que sin Illia, tampoco tiene sentido su vida por lo que decide hacerse pasar por el Creador y concluir la secuencia de V’ger. Así se fusiona con la máquina con aspecto de Illia, creando una nueva raza híbrida que consigue detener a V’ger en su búsqueda y desaparece en una nueva dimensión.
Lo que podría haber sido una interesantísima reflexión sobre la humanidad, el punto omega, la religión, el destino último de la evolución y de la creación de la consciencia, se acaba convirtiendo en «Star Trek: The Motion Picture» en dos horas y media de hastío. Su excesivo metraje y un guión demasiado cargado de metafísica barata, hace que la película se pierda alargando excesivamente las secuencias y mostrándonos escenas largas y redundantes hasta el paroxismo. Prueba de ello es la presentación de la nueva nave, un compendio de tomas y planos de la nave en movimiento y de operarios trabajando cual curris de Los Fraguel, que no aportan nada, ni a la trama ni a la presentación. Lo mismo ocurre con la secuencia de contacto con V’ger, en la que pasamos casi 20 minutos contemplando como la Enterprise navega a través de ella sin que pase nada relevante. Además la resolución de elementos narrativos y dramáticos se van resolviendo de manera aleatoria y porque conviene a la trama, no porque haya una secuencia de eventos que lleven a uno u otra decisión por parte de los personajes.
También son fallidos los efectos especiales pese a que fueron realizados por dos de los nombres más representativos del sector, Douglas Turnbull y John Dykstra, que se vieron sobrepasados por los efectos especiales realizados por la ILM de George Lucas y dejaron a «Star Trek» como una película de factura anticuada y pasada de moda. Sonrojantes, en comparación, son las maquetas y los efectos de disparos, que nos acercan más a los efectos de cartón piedra de la serie original, que al soberbio y a otro nivel uso de los mismos que hizo de «Star Wars», una película que cambió el género y la forma de trabajar de los técnicos en FX.
Pese a todo, fueron tal las ansias de los fans de volver a ver a la Enterprise y a toda la tripulación al completo, con Sulu, Uhura, Spock, Scott, Bones, Chekov y el capitán Kirk, que la película consiguió hacer los números suficientes para que Paramount diese opción a la realización de la secuela.
Star Trek II – La Ira de Kahn
Como hemos visto pese a que el resultado artístico y narrativo de la primera película producida por Paramount fue realmente nefasto, los números dieron la razón a los encargados de la productora que vieron como la recaudación casi triplicaba el gasto. Así que, ni cortos ni perezosos, decidieron encargar la producción de una secuela. Pero para ello decidieron dejar fuera de la misma al creador Gene Roddenberry viendo el resultado creativo que se había obtenido y con la intención de realizar una película que fuera mejor recibida por la crítica. Rodenberry, entonces, se quedó relegado a figurar en los títulos de crédito del mismo modo que Stan Lee en los cómics de Marvel, con un Star Trek created by Gene Roddenberry. Su cargo como productor ejecutivo fue ocupado por alguien que estaba muy ligado también al medio televisivo, como era Harvey Bennet que se había ocupado de esa tarea en «El Hombre de los Seis Millones de Dólares» (1973-8), «El Hombre Invisible» (1975) o «La Mujer Biónica» (1976-80).
La primera decisión de Bennet fue escoger guionista, tarea que recayó en Jack B.Sowards, que mintió a Bennet sobre su conocimiento de la serie para conseguir el trabajo, ya que no había visto ningún capítulo a excepción de Semilla Espacial y, sobre ese episodio, Sowards desarrolló la historia, elaborando una secuela del mismo y ahondando en la profundidad de los personajes, sobre todo el del Capitán Kirk, ahora Almirante, que se había mostrado, a lo largo de la serie, como un personaje relativamente plano y con muy pocos matices. Esta humanización de Kirk, desligándolo de la caricatura fue uno de los grandes puntos fuertes de esta Ira de Kahn y uno de los aciertos de la película, como también lo fue una trama más centrada en la pura aventura y con un villano a la altura. Sowards buscó completar la historia narrada en ese capítulo, el 22 de la primera temporada, repitiendo los mismos personajes como ese Kahn, que acabó el episodio siendo exiliado al planeta Ceti Alpha V, donde podría reinar a sus anchas.
El director encargado de llevar a la pantalla el proyecto resultó ser el novelista Nicholas Meyer que realizaba su segunda incursión en el cine tras la recordada «Los Pasajeros del Tiempo» (1979). Y lo cierto es que con la tríada de noveles, se consiguió la película de toda la saga que más cercana en espíritu, narrativa y temática estaba de la serie original. La historia, como hemos dicho, era una secuela del episodio Semilla Especial. En ella, 10 años después de lo acontecido en la serie, Chekov y su compañero, ahora a bordo de la Reliant, están buscando un planeta idóneo para llevar a cabo el Proyecto Génesis, un experimento a cargo de la doctora Carol Marcus, que ha conseguido realizar un sistema de terraformación casi instantáneo, capaz de devolver a la vida a un planeta muerto. Chekov se da cuenta de que han llegado al planeta donde Kirk envió a Kahn y, antes de poder huir, son secuestrados por éste y por sus ayudantes. Kahn introduce un parásito en la mente de Chekov con la intención de llamar a Kirk y conseguir vengarse de él por haberle enviado a un planeta desolado. Kahn es interpretado por el propio Ricardo Montalbán, que ya encarnara al personaje en la serie, dándole a la misma una excelente sensación de continuidad narrativa y dotando al villano de carisma y profundidad, pese a ser recordado entre los fans por ese pecho lobo que lucía el actor. Kahn lograrrá, gracias al parásito hacerse con el control de la Reliant y conseguir el proyecto Génesis, que quiere usar para crearse un planeta donde gobernar a la vez que se venga de Kirk.
Uno de los personajes que tiene un peso capital en la película va a ser Spock. Leonard Nimoy estaba cansado del personaje y quería dejar de interpretar al famoso vulcaniano. De hecho la película ya cuenta con la aparición de otro vulcaniano, Saavik, interpretada por Kirstie Alley, que lo cierto es que no está a la altura de Spock, y que sólo sirve como excusa argumental de una de las tesis del filme, enfrentarse a la propia muerte y tomar una decisión moral que lleva a la muerte del propio sujeto. Bennet convenció a Nimoy sobre su participación, prometiéndole que iba a morir en esta película, con lo que podría despedirse de la manera épica y necesaria para la importancia del personaje dejando un gran poso en el corazón de los fans de la saga. Aunque como todos sabemos la muerte en las sagas nunca es definitiva y Nimoy volvió al personaje para la tercera entrega a cambio de ser él el director de la película.
La película es, para todo fan de la saga, una de las mejores sino la mejor obra del «Star Trek» cinematográfico clásico. Con un tiempo de duración que no llega a las dos horas, la película está excelentemente condensada en todos sus planteamientos dramáticos, sabiendo dosificar el tiempo entre todas las tramas y las subtramas, sin que ninguna quede descompensada. Además, la película busca el lado más aventurero y de acción, desarrollándose todo el tercer acto en una trepidante persecución intergaláctica entre la Reliant y la Enterprise. La Ira de Kahn, podría entenderse como una película marítima de corte clásico en el que la tripulación de la Reliant sería un barco pirata que se debe enfrentar a las tropas de la Marina Oficial, que sería la Enterprise. De hecho el aspecto de Kahn cambia con respecto al del episodio de la serie y él y su tripulación tienen un aspecto a medio camino entre los niños salvajes de «Mad Max» y una tripulación pirata.
Pero, si hay algún apartado a destacar, a parte del cambio de la empresa encargada de los efectos especiales que pasó a ser la de la franquicia rival, Industrial Light & Magic, es en la profundidad de los elementos que quedan bajo la superficie del desarrollo de la acción. Como ya se ha citado Kirk es humanizado, sobre todo cuando descubrimos que la profesora a cargo del proyecto Génesis, Carol Marcus, es la madre del hijo de Kirk, el doctor David Marcus. Este descubrimiento, junto con al miedo que pasa Kirk ante el inevitable paso del tiempo y el irse ver relegando a un papel secundario dentro de la flota, es el que nos va a servir para presentarnos la película como una aceptación del paso del tiempo y la asimilación costosa de la vejez como algo ineludible. La mayor parte de los diálogos entre los miembros veteranos de la tripulación y Kirk, giran en torno a eso, como gira en torno a esa circunstancia la presentación de los nuevos tripulantes, jóvenes y cargados de ambición y ganas. Es en esta película cuando vemos realmente a Kirk como lo que es, un capitán de barco a cargo de la tripulación y sabiendo más por viejo que por diablo. Kahn es vencido por las astucias y la experiencia acumulada a lo largo de los años por Kirk, lo que ahonda en esta idea. Kirk y Kahn son las dos caras de la misma moneda. Kahn quiere resucitar lo que ya está muerto, volver sobre hechos pasados y no acepta, en cierto modo, que ni él ni Kirk son los mismos de antes.
En este sentido es importante la decisión que toma Spock y que lleva a su muerte. Es Spock, el que usando la lógica, como siempre, toma la decisión que va a salvar a la Enterprise y a la nebulosa en la que penetran huyendo de Kahn. Su sacrificio obedece a la razón lógica en la que es más importante el beneficio de muchos que el de uno. Ante esa situación se sacrifica para que el resto pueda vivir, creando con eso, un nuevo planeta rebosante de vida donde acabará su cuerpo, de forma poética.
En definitiva «La Ira de Kahn», representa el mejor intento de la saga de salirse de lo trillado, ahondando mucho y muy bien en el desarrollo de personajes y optando por hacer una película de aventuras navales (los uniformes tienen un tono napoleónico y la película se coloriza hacia tonos azulados haciendo que el espacio sea más océanico que sideral).
Star Trek III – The Search For Spock
Tras el final de la segunda película parecía que todo se había acabado para Spock.Leonard NImoy había conseguido un glorioso final para su personaje. La película empieza con el retorno de la tripulación de la Entreprise a la Tierra para lamerse las heridas y darle el homenaje que se merece a Spock, de forma oficial y, si no supiésemos por el título que Spock iba a aparecer sí o sí, nos encontraríamos ante el argumento de cierre de etapa e inicio de una nueva, configurándose una nueva tripulación y dejando a Spock en el salón de la fama de los héroes. El asunto fue que «La Ira de Kahn» dejó unos números inesperados y Paramount quiso seguir exprimiendo esta nueva gallina de los huevos de oro. La recaudación y el relativo éxito entre la crítica, pero el abrumador entre los fans, dio al reparto original una situación de fuerza inesperada que sirvió para que Nimoy planteara sus exigencias, lo que a la larga serviría para dar forma a la secuela y al propio guion de la misma. Spock solo volvería si era el propio Nimoy el encargado de dirigir esta secuela de la secuela, porque lo cierto es que la franquicia cinematográfica se configura a partir de «La Ira de Kahn», no a partir de la primera película.
Paramount acepta la proposición de Nimoy y se le encarga la escritura del guion a Harve Bennet, que sería también el productor. Bennet, afirmaría que el guion de la película ha sido de los más fáciles que ha escrito: «Sabía que Spock iba a resucitar, así que plantee el cómo y luego empecé a desarrollar la historia hacia atrás«. Pese a lo que pueda parecer, la historia no es que sea fácil, tampoco es un drama shakesperiano, no nos engañemos, pero sí que plantea una serie de elementos de cierta profundidad bien desarrollados y con unos subtextos interesantes y que dan empaque al desarrollo de la película. Así, La Búsqueda de Spock, parte de la aceptación de la muerte y el saber vivir con la ausencia de los que ya no están. Kirk, como protagonista principal, no acepta del todo la muerte de Spock, sobre todo a partir de su encuentro con Sarek, el padre de Spock, que le reprocha haber dejado su cuerpo abandonado sin saber que los vulcanianos pueden traspasar su conciencia a otro cuerpo, en este caso el doctor McCoy, alias Bones. Tal información y carga de culpa cae como una losa sobre Kirk que, desobedeciendo órdenes de la Federación abandona, junto con la tripulación de la Enterprise, la Tierra a la búsqueda del cuerpo de su amigo, en el planeta Génesis, para resucitarlo. Paralelamente la USS Grissom, ha recibido una señal del planeta, Saavik y David, el hijo de Spock, descienden para descubrir que de la cápsula donde se ubicó el cuerpo de Spock, ha aparecido vida microscópica y que el cuerpo del vulcaniano ha desaparecido, pero descubren a un niño vulcaniano, Saavik, vulcaniana también descubre que Génesis ha dado vida de nuevo a Spock, creándolo de nuevo a través de su cuerpo muerto. Por otro lado una nave Klingon, descubre el potencial del proyecto Génesis como arma destructiva y secuestrará a Saavik, David y al joven a cambio del proyecto. Los Klingon destruyen a la Grissom con un mecanismo de ocultación, y consiguen someter a Kirk y al resto, que se ven obligados a autodestruir la Enterprise para evitar que caiga en las manos de sus enemigos.
Esta sencilla trama de búsqueda y antagonistas que se oponen, genera un interesante contrapunto con la temática de la película anterior. Ambas son las dos caras de la moneda y una interesante muestra de evolución dramática de los personajes. Si «La Ira de Kahn» iba de aceptar la vida y vivir, no importa como se sea o los años que se tengan, sino que la vida merece ser vivida hasta sus últimas consecuencias (la muerte de Spock) (las continuas referencias a la vejez y a sentirse joven) , «La Búsqueda de Spock», en cambio, habla de la muerte y el cambio. Kirk, sin Spock, no tiene un aliciente para volver a la Enterprise, el resto de la tripulación es reasignada (Saavik, por ejemplo) y Kirk, no debe asumir sólo la muerte del vulcaniano, sino la de su propio hijo David, que muere a manos de los klingons, o la de la propia Enterprise, sacrificada por una fuerza mayor. La búsqueda es lo que reactiva el hálito vital y da nuevas alas a Kirk y a la tripulación, pero a un elevado coste, como hemos visto. Pero Kirk al final asume la muerte como parte de la vida y, los sacrificios son lo que nos hace humanos y nos hace estar vivos. El precio es alto pero no pagarlo, supone un coste mucho mayor, la muerte de uno mismo, ya sea real o metafórica.
Otro interesante aspecto de «La Búsqueda de Spock», es que conocemos mucho más de la raza vulcaniana. Sarek nos enseña aspectos desconocidos de la raza, y el hecho de que su nueva vida en Génesis vaya ligada al planeta (ambos envejecen al mismo ritmo, un ritmo acelerado por culpa de la manipulación con antimateria, por parte de David, del proyecto Génesis, lo que ha dado como resultado esos inesperados efectos. De este modo aprendemos que los vulcanianos sufren ataques de ira explosiva cada 7 años. Además, se enfatiza la ironía y el dualismo entre Génesis como planeta muerto y que arrastra a la muerte a quién se queda en él, como Spock. Es ahí, además donde muere David, y la razón por la que es destruida la nave, auténtica tragedia de la película.
«La Búsqueda de Spock», además, pasa a ser una película inmersa en lo trekkie en mayor grado que la anterior. «La Ira de Kahn», con todos sus logros como película, y con todo el acierto al recuperar a Kahn, no deja de ser una película de batallas navales y, su desarrollo, se articula de esa manera. No pasa así con ésta. La película nos deja la que es una de las mejores secuencias del universo clásico de «Star Trek», el robo de la Enterprise, y que muestra como Nimoy ha entendido perfectamente el tono de la serie y conoce a la perfección a todos los personajes. Esta escena, que funciona perfectamente como una heist movie dentro de la película. Sulu, Scott, Chekov y el propio Kirk desempeñan un papel clásico de trama dentro de la serie original y nos retrotrae de nuevo a ese universo que aúna diversión, camp, y aventuras sin pretensiones con un punto humorístico. De hecho, los trekkies siempre escogen esta escena como la mejor de toda la saga. A esta trekización de la saga también obedece el hecho de que los klingons sean elegidos como los villanos de la trama. Sí, los klingons siempre han estado ahí, pero finalmente se muestran como el enemigo poderoso y terrorífico que ha de ser. Taimado, violento, pero también con un fin, la Génesis como arma que pueda cambiar el equilibrio de fuerzas. La tripulación Klingon a cargo de Kruge es el reverso tenebroso de la Enterprise. El respeto se gana por la fuerza y no por las decisiones acertadas, pero también vemos a la raza con más matices de los que anteriormente hemos visto y con un parecido a los krull de Marvel que los coloca en la galería de archivillanos reconocibles y con un universo propio.
«La Búsqueda de Spock» se estrenó el 1 de Junio de 1984 y contó, de nuevo con los efectos especiales de ILM, mejorados y con una factura superior a la de la película anterior, aunque siguen siendo campies y con ese tono acartonado de todo lo que ha rodeado siempre a Star Trek. La película recaudó 87 millones de dólares, menos de lo esperado, lo que supuso un cierto golpe a las expectativas de la Paramount, pero sin que eso significara el abandono de la nueva secuela. Del mismo modo, la crítica la recibió con disparidad de criterios, alabando el papel de los personajes pero criticando la trama por sencilla y camp, pero lo cierto es que, pasados 32 años de su estreno, «La Búsqueda de Spock», demuestra que el paso del tiempo no ha hecho demasiada mella en ella, salvo en los aspectos técnicos. Es, de hecho, la primera película de la saga que ofrece todo lo que el fan de la serie necesita y aumenta el universo de la federación mostrándonos aspectos nuevos de antiguos personajes, además de luchas a bordo de naves intergalácticas de interesantes diseños (la Ave de Presa de los klingon, la USS Excelsior, la USS Grissom) , pero tocando temas universales como la muerte, la amistad, el sacrificio, el valor y la vida.