Independientemente de lo que me pueda gustar o no la nueva trilogía del hombre murciélago llevada al cine por el inglés Christopher Nolan, siempre me ha apasionado su banda sonora, compuesta con el ya multiconocido Hans Zimmer en conjunto con James Newton Howard en las dos primeras entregas del Caballero oscuro. Las escucho con bastante asiduidad.
Sin embargo, pronto me di cuenta de que no la escuchaba equitativamente. Me fijé en que dependiendo del tono con que quería otorgar al texto que estaba escribiendo o la intensidad con la que quería correr mientras escuchaba las melodías del murciélago, me ponía uno u otro disco. Así, pronto averigüé que, a pesar de su apariencia similar, cada una de ellas se distingue de las otras en pulso, ritmo y tono. Dependiendo cada una de ellas, del título a tratar y, por tanto, del villano en cuestión que Batman combatía en cada cinta.
Si la trilogía de Nolan ha funcionado tanto y tan bien no ha sido únicamente por su actualización a los tiempos actuales, no es sólo por ese punto de «realismo» que añadió al personaje, ni por la aplicación de las herramientas típicas del blockbuster que hizo en una historia que en su anterior adaptación se había dirigido a un público más minoritario.
Una de las cuestiones que ha hecho que funcione tan bien entre la audiencia es que el británico ha conseguido que capture la esencia del estado político y sociológico en el que se encuentra la sociedad en el momento de su realización (entendamos por esto que nos referimos a la sociedad estadounidense, pues al fin y al cabo es el primer público en el que se centra este tipo de películas).
Batman Begins: Ra’s Al Ghul. El enemigo exterior
Batman begins es la primera película de la trilogía. El nacimiento del superhéroes encarnado por Christian Bane en el doble papel de Bruce Wayne y Batman. La forja de Batman bebe directamente del comic de Frank Miller Batman: Año uno. Este comic escrito en el año 1987 tiene toda la esencia del momento de su publicación, en medio de la administración de Ronald Reagan, casi al final de la Guerra Fría, cuando el enemigo seguía estando fuera de los Estados Unidos, pero comenzaban a preocupar más los problemas que se tenían dentro del hogar.
Aún con mucha de esta base, cabe recordar que una película de estas características tiene su guión escrito desde varios años antes de su estreno. No sería muy equívoco decir que el guión de Batman begins fue escrito aproximadamente tres o dos años antes de su estreno en pantallas. Sacando cuentas, podemos ver que el guión del inicio de la trilogía se escribe al inicio de la época post-11S. Los Estados Unidos de América acababan de ser atacado por el enemigo más potente que había tenido nunca, un enemigo que tenía en el extranjero y que nunca había logrado ver claramente hasta que le pilló demasiado cerca.
Es indudable ver que Ra’s Al Ghul es la representación de este enemigo. Un hombre misterioso que proviene de la zona oriental del mundo. Un fantasma que se camufla entre sus seguidores y que tarda mucho en dar la cara. Astuto y siempre en la sombra. Y con una ideología muy clara. Un enemigo exterior que terminará por acudir a Gotham con el único propósito de destruírla. Terminar con el mal que asola la ciudad para que así pueda resurgir de sus cenizas. Acabar con todo lo inmoral y destructivo que hay en ella mediante su aniquilación inmediata. La liga de las sombras, si nos damos cuenta, no se diferencia mucho de ciertos planteamientos que presentan grupos terroristas islámicos como Al Qaeda.
Así, en esta primera entrega los compositores, aparte de crear el theme que será propio de la trilogía, comenzarán a realizar melodías de carácter mucho más místico a la par que melodías sentimentales para la parte de la relación de Bruce con sus padres o con Rachel. Se trata de una banda sonora que evoca más al control, al aprendizaje, a melodías suaves que evolucionan en potencia y ritmo junto a Batman en la película.
The Dark Knight: Joker / Harvey Dent. El enemigo interior
La segunda entrega de la saga, la más alabada por público y crítica llegó en 2008, justo a finales del gobierno de George W. Bush. A estas alturas ya se había dado la Segunda Guerra del Golfo y todo el mundo se había dado cuenta del error que habían cometido los Estados Unidos entrando en el territorio árabe alegando la existencia de unas armas de destrucción masiva que acabaron por ser claramente falsas. Todo el mundo se daba cuenta de que el peligro no sólo estaba en el exterior, sino dentro de cada uno de nosotros, en nuestra propia casa.
Esto es lo que representa precisamente el Joker interpretado por Heath Ledger. El joker es un enemigo interno, es el diablillo, el leprechaun que habita en todos nosotros. Cuando nos liberamos del sistema, de las normas establecidas y de las indicaciones morales de nuestra sociedad, la anarquía y el caos dan rienda suelta. El Joker es la representación de los Estados Unidos cuando deciden saltarse las reglas establecidas por las instituciones mundiales en base a un «poder» superior. En el caso de la administración de Bush: la paz mundial. En el caso del Joker: el caos anárquico. En esencia, claramente la misma cuestión si se ve con perspectiva.
Sin embargo, en esta entrega nos vemos sometidos a una pequeña paradoja. Si por un lado se nos muestra cómo es el ser humano sin control social, por el otro se muestra la corrupción de ese mismo control. Harvey Dent (dos caras) representa precisamente la corrupción interna de la propia administración Bush. Por un lado una corrupción moral, que ensucia unos principios bienintencionados como los de supuestamente esta «paz mundial» anunciada por Bush mediante el famosos argumento de hacer la guerra para lograr la paz. Pero también, la corrupción política que comenzaba a sacar su cabeza en los territorios estadounidenses (como hacía también en España ya). Harvey Dent nos dice a todos que, como el Joker, el enemigo está más dentro de las fronteras de los EEUU que fuera.
En este caso la trama habla de una cuestión mucho más psicológica que física o emocional. Es cierto que a Wayne le afecta la muerte de Rachel, pero toda la película se basa en la corrupción de lo bueno, en el mal que llevamos dentro. Un juego psicológico que acaba en sacrificio por el enmascarado y que se representa en su banda sonora al trabajar melodías más estridentes, menos melódicas y más rítmicas y que se mueven a golpes de fuerza y percusión en muchos momentos.
Una banda sonora que se oscurece respecto a su predecesora.
The Dark Knight Rises: Bane. El enemigo sistemático
La última entrega, final de la trilogía por parte de Nolan, se crea en mitad de la legislatura Obama, cuando la esperanza había brillado en el horizonte y se creía que moral y simbólicamente los Estados Unidos iban a volver a alzarse ante el mundo. Sin embargo todo fue un espejismo. En el inicio de una creciente crisis económica a nivel mundial, habiendo acabado con el gran fantasma y enemigo externo Osama Bin Laden; el enemigo se encuentra una vez más dentro. Pero ya no son los ciudadanos, sino que los ciudadanos se encuentran subyugados bajo el poder de aquellos que creían estar ayudándoles: el sistema económico.
Bane es el principal villano de esta entrega y representa en sí mismo el sistema capitalista. Algo muy curioso, pues la voz del personaje mueve durante la película a decir lo contrario. Sin embargo, es un espejismo. Dentro de la conformación de la metáfora estadounidense en estas entregas, Bane juega el papel de la bolsa, de los conocidos (y a su vez sin rostro) mercados, de los bancos. Bane presenta un discurso terrorista que busca acabar con esta problemática, los ciudadanos en un inicio podrían verle con un aspecto de cruzado, pero en realidad no tarda mucho en convertirse en un tirano. En los capitales, las hipotecas que les esclavizan en la realidad.
El propio aspecto de Bane pone en manifiesto esto. Su poder no es la extremada inteligencia, ni los planes muy bien urdidos. Él es la fuerza bruta, tiene más fuerza que los demás y, por tanto, más poder. Lidera bien, pero mediante el miedo bajo el que los demás se ven sometidos. Es grande e imponente físicamente, pero pronto descubriremos que en realidad no tiene mucha más idea de cómo funciona el plan. Es un hombre sencillo, que atrapado en una máscara, en un mecanismo metálicos se convierte en una bestia. Pero, no puede deshacerse de dicho mecanismo o morirá. Así que ha de permanecer como bestia. Lo mismo sucede con el sistema económico. En sí el capitalismo es inofensivo, pero en bajo ese mismo mecanismo que le da la vida, se acaba por convertir en una bestia que usa su fuerza para dañar en su beneficio.
En esta ocasión fue Hans Zimmer sólo quien se ocupó de la banda sonora en la que añadió canciones mucho más electrónicas, más oscuras y estridentes. A su vez, mucho más mecánicas, más movilizadoras y frías. El dilema de Batman no es interno en esta ocasión (por mucho de que Nolan nos trate de engañar diciendo que sí), sino externo. Así, la banda sonora se nos presenta mucho más fría, que recuerda al blanco nieve y negro oscuridad que vemos constantemente en la pantalla durante toda esta película de fin de saga.
Terminamos por ver, por tanto, que la banda sonora tiene una función clara de acompañar a la acción y a las imágenes de la película; pero que también evoluciona en función de ésta, transmitiendo distintos estados de ánimo, psicológicos o ideológicos dependiendo de cada uno de los episodios que se nos muestran dentro de la vida del Caballero Oscuro.