Live action de un manga que ficciona con un jurado que parece salido de un talent show si los participantes podrían haber tenido sexo escuchando sus historias
Basado en un manga de Takashi Yoshida de 2016, ha llegado a Netflix la popular serie emitida en la televisión japonesa esta misma Primavera «El Comité de Podría-Haber-Tenido-Sexo», un título de lo más llamativo cuyo contenido supera incluso la expectativas. Se trata de un live action serializado en nueve episodios y que podemos ver subtitulados al español desde el pasado mes de agosto.
Cabe comentar en primera instancia que pese a que el look que presenta el filme pueda invitarnos a pensar que estamos ante un reality, nada más lejos de la realidad. Todo lo que vemos en una ficción, y viendo lo que en ella acontece, casi que nos alegramos de que sea así. La serie se sustenta en historias episódicas donde normalmente un joven entre los 28 y la 37 años pide una cita con el Comité vía online para mostrarles su caso. Al ser seleccionados, son amablementes servidos y colocados ante un atril delante de el Comité que da nombre a la serie. Ellos son los carismáticos Yuzuro Nojima, un hombre maduro de aspecto bondadoso y serio, con kimono propio de las artes marciales y el más impetuoso de los miembros del jurado. Por otro lado, Ayako Tsuki interpreta un rol frío, una joven vestida de ejecutiva incapaz de esbozar un amago de sonrisa. En esa línea tan seria, se encontrará el tercer miembro, Oasis, un músico siempre acompañado de sus gafas de sol, su sombrero y su ordenador portátil. En primera instancia, acuden a sus puestos sin perder la seriedad y a continuación escuchan atentamente la historia que se les relata. Un recuerdo que también se ficciona y que nos lleva a los tiempos de juventud de estas personas, abordando la adolescencia o la etapa universitaria. Lo que explican será una fallida historia de amor con tal de salir de dudas de un enigma que les ha atormentado hasta el momento presente. En todas esas ocasiones, existen indicios para creer que aquel encontronazo pudo haber acado en sexo aunque nunca fue así. La idea de los participantes es corroborar si puso serlo, anhelar cierta catarsis y seguir adelante (o no) con sus vidas futuras. Y es que en última instancia, la serie es más rica en matices de lo que su peculiar y absurda premisa promete.
La tragicomedia de la vida
«El Comité de Podría-Haber-Tenido-Sexo» podría-haber-tenido-gracia si hubiese apostado por el absurdo y el ridículo. No obstante, la serie quiere ir más allá. Es por eso que lo que en ella se narra no peca de exagerado o histriónico. Decide mantenerse sorprendentemente sobria, calmada, intercalando su comicidad en algunas secuencias aisladas, en las indecisiones de sus protagonistas y, sobre todo, en la recurrente mirada de un jurado entregado a su relato. Y mientras se vive con encanto y, como habíamos dicho anteriormente, con comicidad, estos intentos fallidos de haber tenido sexo, el espectador puede ir valorando al ritmo que los jueces, sopesando si realmente existió la posibilidad o no fue así. Y es una vez se ha expuesto el caso, que los tres miembros levantarán su madera para otorgar su veredicto. Lo cual, siempre llevará a debatir (muchas veces en la pizarra que tienen detrás), distintas casuísticas que varían el resultado de lo que pudo pasar. Será interesante como se reflexiona sobre los recuerdos alterados por el orador, sopesando si pasó realmente así y si ciertos detalles nacen de su idílica nostalgia de que realmente pudo haber pasado. También las recreaciones que puedan hacer los propios jueces. El resultado, en última instancia, llevará a estos jóvenes a emocionarse, ampliando el aspecto cómico y lúdico del producto, siendo totalmente absurdo el ver como lloran de alegría al saber que podrían haber tenido sexo. Después, tendrán que seguir el rumbo de su propia vida. Algunos pasarán página y mirarán hacia adelante, otros, en los casos más lúgubres, seguirán perdidos y sin avanzar. En eso el Comité nada podrá hacer, ellos, pese a tratar de empatizar con ellos, se mantendrán profesionales a la hora de valorar si existió la posibilidad. Y en caso de que así fuera, se les pedirá que atesoren esos momentos.
La puntilla final
Si no fuera poca la adicción que crean estos casos, la diversión con la que se viven sus escenas más descacharrantes y la emotividad que despiertan esos romances imposibles, la serie termina con dos sorpresas muy interesantes. Una es el episodio 8, donde hay un elementos que nos negamos a desvelar pero que supondrá una importante novedad respecto a los capítulos anteriores. Por otro, tenemos una entrega final que es la guinda del pastel. Un falso making off que nos revela todos los secretos del programa como si fuera real. Este último es tan absurdo y consciente de sí mismo que se agredece que nos regalen 20 minutos más de locura entrevistando a miembros del jurado, a la azafata o incluso al hombre que escribe los carteles de podría o no podría haber pasado como si estuviesen en un rodaje del programa para televisión. Algo parecido al Detrás de las risas de aquel antológico episodio de «Los Simpsons».
En un encuentro entre Isabel Coixet y Haruki Murakami en una biblioteca de Barcelona en 2007, se le preguntó al escritor nipón si se arrepentía de novelas pasadas. Su única respuesta fue que de lo único que se arrepentía era de haber podido tener sexo con algunas mujeres y no haberlo hecho. Lejos de emocionarse como en la serie, Murakami encontró su actitud totalmente miserable. Nos preguntamos que pensaría de este programa.