Anime que narra desde una animación espectacular las aventuras de un superhéroe que derrota a cualquiera de un solo puñetazo.
Saitama es un joven japonés que se ha entrenado durante tres años seguidos para convertirse en el superhéore más fuerte del mundo. Tras tanto esfuerzo y dedicación, se ha quedado del todo calvo y su aspecto resulta algo ridículo. Debido a su enorme poder derrota a todos sus enemigos de un solo golpe, por lo cual, el pobre se aburre. Además, debido a su aspecto físico, tanto rivales como superhéroes, así como ciudadanos, nunca se lo toman en serio. Esta la interesante y original premisa sobre la que despega el anime sorpresa de 2015, «One Punch Man», el cual se distribuyó en España gracias a Selecta Visión y Movistar+ a partir de 2016.
Nacido en forma de webcomic en 2009 y logrando ser publicado en 2012, es en septiembre de 2015 cuando la empresa de animación Madhouse estrena la serie en Japón. Estamos pues ante los responsables de animes televisivos como «Death Note» (2006) o «Monster» (2004) y películas como «Ninja Scroll» (Yoshiaki Kawajiri, 1993) o de la filmografía al completo de Mamoru Hosoda (nuevo director de la compañía). Un sello de calidad que ya hacia presagiar el cuidado con el que tratarían el material original y que sin embargo, no puede sino soprendernos por la profesionalidad del resultado final visionado en la pequeña pantalla. Además, el hecho de emitir tan solo 12 episodios (de septiembre a diciembre del mismo año del estreno), esperándose hasta primavera de 2017 para continuar la saga, nos deja ver su compromiso con el respeto al manga, huyendo de emitir relleno y condensando su calidad y esfuerzos en pequeñas dosis para lograr un producto más compacto. Algo que se disfruta en animaciones tan espectaculares como con la que se inicia la última entrega. Todo un recital digno de ser visto en los mejores cines.
El anti shonen
Los shonen habituales, son mangas de aventuras destinados a adolescentes o a jóvenes donde la lucha cuerpo a cuerpo protagoniza la esencia de cada arco argumental. La amistad, la superación y el humor son los pilares fundamentales donde se sostienen. En ellos, un héroe con una buena base, encuentra a un seguido de compañeros y juntos se enfrentarán a enemigos cada vez más temibles, haciéndose más poderosos a medida que avanza la trama. Ejemplos claros de ello serían personajes de mangas muy internacionalizados como Son Goku, Luffy o Naruto. Y es en la parodia de esta fórmula donde funciona el humor de «One Punch Man». Su genialidad radica en que su personaje principal, no teme por su vida ni un solo segundo ni puede llegar a experimentar la más mínima sensación de peligro. El desfile de monstruos, extraterrestres o superhéroes rivales es eliminado de un solo golpe. Se produce pues un anticlímax curioso y que traiciona el esqueleto consagrado de este tipo de productos. Además, se muestra de manera macabra y un poco gore, impactando y dejando a entremedías lo que una historieta habitual sería el discurso o las motivaciones del malvado de turno.
No obstante, la escala de superación está presente en la serie. Y está introducida de forma irónica y ácida, logrando colocarla sin traicionar el sentido que envuelve a «One Punch Man». Tras conocer Saitama en el cuarto episodio que existe una Asociación de Héroes regulada por el gobierno, decide inscribirse junto a su aprendiz. Y en el capítulo siguiente, uno de los más memorables del anime, encontramos el sistema de valoración establecido. Se entreve la pésima organización de las pruebas cuando el aprendiz de Saitama logra colocarse en la clase superior mientras que su sensei lo hace en la más baja aprobando de manera raspada.
Una visión del japonés moderno
En el plano social es donde «One Punch Man» demuestra además ser una obra que se relaciona con su propio tiempo. Si bien hay multitud de monstruos y superhéroes que componen el universo desarrollado durante los 12 episodios emitidos, no deja de ser vital la existencia de un lugar físico anclado en el panorama real nipón. Con nombres como Ciudad A o Ciudad Z, el hecho de que Saitama vive en Japón es innegable. Resulta interesante pues hechos como que un superhéroe que ha dedicado tres años a formarse y ser literalmente el mejor, se encuentre en situación de paro. También se hace patente el aburrimiento y la ordinariez constante en la que se desarrolla su vida. Y de hecho, es la aparición del mal en forma de fantástico, el único elemento que puede llegar a estimular lo más mínimo a un ser casi alienado. Y es que Saitama es un personaje que fascina en lo complejo de su simplicidad. En la mayoría de ocasiones, es capaz de derrotar a los más temibles enemigos y no percatarse de lo relevante de sus actos. Algo que finalmente le frustra en su falta de reconocimiento por parte de la ciudadanía. Una población que encarna unos valores realmente rastreros y aun así presentes en la sociedad. Las masas claman ayuda contra el mal pero son capaces de tergiversar, juzgar y señalar, así como exigir a Saitama, basándose únicamente en su aspecto físico. Son pues seres superficiales, educados en la reverencia del idol. Algo que nutre el ego de algunos superhéroes, evidenciando también la agresiva competitividad entre los que se supone forman parte del mismo equipo.
«One Punch Man» se erige así como una vuelta de tuerca al género, una serie que en su humor y genialidad no se despega de un mundo real al que logra atizar con fuerza consolidándose como uno de los animes más portentosos de los últimos años.