Mar. Mar 19th, 2024

Cómo ser vintage desde la modernidad

«Paquita Salas» supuso el debut en la dirección de Javier Ambrossi y Javier Calvo, artífices del musical teatral y cinematográfico «La llamada», popularizados como los Javis a raíz de su participación como profesores en la seguidísima edición de Operación Triunfo de 2017. Una webserie estrenada en una plataforma perteneciente a Atresmedia y que fruto de su éxito logró ser exhibida en Neox. No obstante, desde el pasado año Netflix se hizo con los derechos de la serie, produciendo la segunda temporada que se ha estrenado recientemente y anunciando una tercera entrega en 2020.

¡Ay, Paquita!

El contraste de la visión del personaje que ofrecen los directores con la esencia del mismo choca desde el primer momento. Los Javis hacen gala de una dirección muy visual, jugando con el montaje y valiéndose de herramientas vistas en series como «Modern Family» (2009) en las declaraciones que se hacen a una cámara inexistente en el relato. También saltando de un espacio a otro y distorsionando la realidad con tal de modificar el género de la narración englobándolo dentro de la ensoñación de sus protagonistas, destacando los momentos musicales de los últimos episodios de la primera temporada. Un formato en general fresco y dinámico, que logra acentuar la comicidad de lo mostrado, pero también reforzar la épica o el drama desde la estilización, la cámara lenta y el continuo uso de temas musicales extradiegéticos que elevan el clímax de cada uno de los distintos y cortos episodios. Recursos en definitiva modernos y acordes a la personalidad de sus artífices, y que a su vez, acrecentan el modo de entender la vida de Paquita. Porque Paquita Salas, dueña de PSManegement (leáse en español tal y como suena), es una representante de actores venida a menos, estancada en los años noventa y ajena a la evolución que ha sufrido el mundo al que ha dedicado toda su vida. Y gran parte del primer episodio se desarrollará dentro de las cuatro paredes de su discreta oficina. Siendo Macarena García la única de sus representadas que abraza el éxito, tras la pérdida de ésta tanto ella como su inseparable ayudante Magüi, vivirán un seguido de infortunios que nos ayudarán a conocer en profundidad todo lo que ocurre dentro de su empresa.

Recuperando viejas glorias

A parte de la elaborada construcción de la protagonista de la función, personaje empático y poderoso a partes iguales, gran parte de la gracia de la serie reside en cameos imposibles (que no desvelaremos para no aguar la sorpresa de sus inesperadas apariciones) y la recuperación de un mundo televisivo que creíamos olvidado. Así pues, cabe destacar el trabajo que se realiza con el personaje secundario de Lidia San José, quien se interpreta a sí misma como representada de Paquita. Actriz que de adolescente protagonizó series como «A las once en casa» (1998) o «Ala…Dina» (2000) y que se encuentra antes las adversidades de un mundillo en el que no ha podido volver a introducirse desde antaño. Con menos protagonismo encontramos a Belinda Washington, Jorge Roelas y demás actores venidos a menos y que, con mucha mala leche, se les tacha como no famosos desde la cómica violencia de una muchacha con síndrome de down que realiza un calendario solidario en una de las descabelladas ideas que nacen en un despacho de PSManegement convertido en peluquería por culpa de la insolvencia de la empresa.

La situación del mundillo actual

Si bien «Paquita Salas» tiene una vertiente claramente cómica, la coherencia narrativa de la trama nos deja entrever la realidad de un mundo laboral cada vez más complejo (y alejado de que lo que Paquita había estado haciendo hasta ahora). Y uno de los puntos donde mejor se refleja sería en el primer capítulo de la segunda temporada, donde casi todo el metraje de desarrolla en el rodaje de un filme que supone la segunda entrega de una triogía de novelas. Una producción golpeada por la incendiaria presión en redes sociales tras las declaraciones de una actriz vasca que participa en la película cagándose en España. Reflejo real de lo que ya vimos con el boicot a «El guardían invisible» (2017) con Miren Gaztañaga y el comunicado de DeAPlaneta desvinculándose de sus opiniones.  También resulta interesante el reconocimiento de Paquita de haber falseado el CV de una de sus representantes mediante photoshop, para escarnio público de la prensa como pasó con el inventado paso por la alfombra roja de los Oscars de Anna Allen. Y quizás el menos citado de casos de dominio público pero más realista dentro de su contexto sería el capítulo en el que la ya mentada Lidia San José representa un pequeño papel dentro de «El secreto del Puente Viejo», donde las habilidades interpretativas y realismo son menospreciadas en pos de la rápida producción de material nuevo que emitir. También la poca honestidad entre casting y representantes, siendo Paquita familiarmente saludada por el mandamás de la serie y ninguneada por vía telefónica a la hora de luchar por conseguir un papel continuado para su actriz.

Historia de una luchadora

Paquita evoluciona a lo largo de las dos temporadas siendo mostrada finalmente como una eterna perdedora. Capaz de llevar al estrellato a diferentes actrices acaba siempre traicionada, maltratada por la inclemencia de la industria. Sin embargo, Paquita jamás se rinde, nunca pierde sus valores y cuando se equivoca siempre reflexiona y acaba sacrificándose con tal de gratificar a aquellas personas que han creído en ella. Incluso cuando venderse a sí misma salvaría su situación empresarial, prefiere mantenerse erguida y fiel a si misma. Es por ello que el personaje, incapaz de caer en la autocomplacencia, supone un ejemplo de superación, un rayo de esperanza que nos hace creer que hay espacio en el mundo actual para actuar a la vieja usanza.

Tráiler de la segunda temporada de «Paquita Salas»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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