Mar. Mar 19th, 2024

El nuevo éxito de Netflix trae de vuelta el mejor cine de terror/aventuras de los 80, pero es mucho más que un mero homenaje fruto de la nostalgia.

Aquellos que rondan ya la cuarentena pueden sentirse unos privilegiados por crecer con grandes clásicos del cine para adolescentes como “E.T. El extraterrestre” (Steven Spielberg, 1982), “Los Goonies” (Richard Donner, 1985), “Regreso al futuro” (Robert Zemeckis, 1985) o “Cuenta conmigo” (Rob Reiner, 1986) y del terror como “La cosa” (John Carpenter, 1982), “Posesión infernal” (Sam Raimi, 1981), “Tiburón” (Steven Spielberg, 1975) o “Poltergeist” (Tobe Hooper, 1982). Para aquellos que no tuvimos tanta suerte y nacimos ya a finales de los 80, la escasez de cine familiar de calidad en los 90 nos permitió poder disfrutar de estos clásicos en televisión una y otra vez. Aquella generación ha crecido lo suficiente para coger el testigo de aquel cine, con J.J. Abrams como cabeza visible, trayéndonos de vuelta ese aroma inconfundible con cintas como Super 8 (J.J. Abrams, 2011), It follows (David Robert Mitchell, 2015) o el resurgir de “Star Wars” (George Lucas, 1977) con una nueva trilogía. A esta moda se ha sumado Netflix con “Stranger things”, una serie de 8 capítulos que recuerdan enormemente a “Super 8” pero con mayor dosis de nostalgia ochentera a la vez que cubre las imperfecciones del filme de Abrams y la dota de personajes más carismáticos.

Como bien sugiere el título, “Stranger things” trata sobre una serie de “cosas raras” que ocurre en Hawkins, un apacible pueblo de Indiana, cuando el joven Will Byers desaparece misteriosamente tras jugar una partida de “Dragones y mazmorras” en casa de un amigo. Entre estas cosas aparece Once, una niña con extrañas habilidades que ayudará a los niños a buscar a su amigo junto a la familia y la policía. Esta sinopsis bien podría pertenecer a un capítulo de “Expediente X” (Chris Carter, 1993-2002) si no fuera por el sinfín de referencias cinematográficas a los clásicos de los 80 de los que hace gala la serie.

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Homenaje a toda una generación

Desde los créditos iniciales marcados con neón rojo bajo un ritmo siniestro que recuerda a una cinta de Carpenter, las hermanos Matt y Ross Duffer (creadores de la serie) dejan claras sus intenciones, homenajear el cine de los 80. Un cine abanderado por Steven Spielberg tanto en su faceta de director como de productor bajo la marca insignia de toda una generación cinematográfica, Amblin Entertainment. Junto al creador de E.T., grandes maestros del cine como el ya mencionado Carpenter, Dante, Landis, Zemeckis o Lucas aportaron su grano de arena para moldear un cine tan característico y exclusivo. Las referencias de “Stranger things” van de lo más sutil a lo descaradamente obvio, pasando por lo paródico e incluso rompiendo una cuarta pared hacia el cine venerado a base de alusiones directas como el visionado de “La cosa” o lo inapropiado de tener el cartel de “Posesion infernal” en la habitación de Jonathan Byers según su padre . Pero las referencias no quedan simplemente en lo cinematográfico. Una atmósfera inspirada en las obras de Stephen King junto a los walkie talkie, los teléfonos de disco, el juego de “Dragones y mazmorras” y una banda sonora repleta de grandes éxitos de The Clash, David Bowie, New Order o Dolly Parton aportan consonancia a la serie a la vez que impulsa ese estado de euforia nostálgica.

Entre tanta referencia ochentera, los hermanos Duffer se vienen arriba colando claras alusiones a cintas más recientes como “Bajo la piel” (Jonathan Glazer, 2013) o “Minority report” (Steven Spielberg, 2002). Sin embargo, estas salidas de tono acaban jugando en contra de la serie, pues puede llegar a plantearse que, más que un ejercicio homenajístico, parece que roza el plagio y la escasez de originalidad. Carne de cañon para los detractores de la serie.

En conjunto, “Stranger things” suena a un producto impulsado por Spielberg o por la Bad Robot de J.J. Abrams. Sin embargo, sorprendentemente, ni el Rey Midas del cine ni su hijo pródigo andan detrás de esta serie, dando esperanza a la posible perpetuidad de un estilo que nace pero no muere con ellos. Sin embargo, hoy en día parece que ninguna serie nueva puede tener futuro si no viene apadrinado por algún director conocido a modo de cabeza de cartel que se encargue de algún capítulo. En esta ocasión, Shawn Levy produce la serie y toma las riendas de los capítulos 3 y 4. Aunque su trabajo nunca haya mostrado especial interés por referenciar el cine de los 80, su filmografía cuenta con cine infantil (“Noche en el museo” (2006)), comedia (“Noche loca” (2010)) y acción (Acero puro(2011)), ingredientes claves de “Stranger things” y que domina como demuestra en los episodios que dirige destacando en calidad visual por encima del resto.

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Más allá de la morriña

La añoranza ochentera esta tratada con tanta gracia, cariño y respeto que, por si sola, es suficiente para disfrutar de la serie obviando los claros defectos que tiene. Al contrario, los creadores no busca hacer una serie que destaque por su calidad, solo entretenimiento para nostálgicos con altas dosis de intriga, tensión y algún que otro chascarrillo, una fórmula que tan bien le funciona a los blockbusters hoy en día. Además, si bien es cierto que “Stranger things” no aporta nada nuevo, la genialidad con la están ensambladas todas las referencias hacen de la serie un producto con personalidad propia. A diferencia de “Super 8”, la serie de Netflix puede interesar incluso a los adolescentes de hoy en día que no sepan de que hemos estado hablando hasta ahora. El formato de 8 capítulos no deja espacio a prólogos interminables como en “Juego de Tronos” (David Benioff y D. B. Weiss, 2011-presente) y se mete de lleno en la acción. De hecho la mayoría de personajes los vamos conociendo después de la desaparición de Will. Además, los hermanos Duffer hacen uso de herramientas de la ciencia ficción con tal maestría y belleza visual que, a pesar de resultar ciertamente inverosímiles y quedar completamente inconexos, no nos importa. El único objetivo es disfrutar de la premisa que nos venden y dejarnos llevar por la fantasía como si fuéramos chiquillos envueltos en una atmósfera perfectamente construida mediante una fotografía muy cuidada.

Otro acierto de la serie son sus personajes. “Stranger things” abarca un gran abanico de estereotipos clásico de los 80 y también de otras cintas de género. Los matones de instituto, la chica buena que acaba con el chulo de clase, el amigo gordito, la madre loca, el científico despiadado y sin ética o el sheriff alcohólico son algunos de los protagonistas de esta variopinta serie. Sin embargo, la mayoría de ellos presentan un punto más allá dentro de su marcado estereotipo y la mayoría de ellos tienen un carisma muy superior a los clásicos que veneran. Mención especial requieren los miembros de la pandilla de niños, que destacan tanto individual como colectivamente dejando momentos maravillosos. Incluso me aventuraría a considerarlos mejores que otras famosas pandillas de cine como la de “Los Goonies” o los “Exploradores” (Joe Dante, 1985). En el polo opuesto encontramos a la estrella de la serie, una casi desaparecida Winona Ryder que justamente tuvo su apogeo en los 80 y 90 con películas como “Bitelchús” (Tim Burton, 1988). La que fue novia de Eduardo Manostijeras hace de la madre coraje que podría haber sido Joyce Byers, una loca sobreactuada. Una vez más demuestra que jamás ha llegado a ser el portento de actriz que se prometía hace 30 años.

“Stranger things” es, en definitiva, una serie que brilla por dos motivos: un aire ochentero muy bien construido plagado de referencias que hacen las delicias de los nostálgicos y por tener una historia vibrante y efectiva a pesar de sus incongruencias con personajes muy bien trabajados y carismáticos a pesar de los estereotipos, y Winona Ryder. Un dulce caramelo que basa su éxito también en el factor sorpresa, nadie la veía venir. Personalmente, la idea de una segunda temporada que empieza a sonar me parece peligroso, un error. El factor sorpresa ya se ha desvanecido y se han dejado pocas referencias en el tintero como para hacer una continuación a la altura.

Tráiler de «Stranger things»:

Por Pablo Lujan

Doctor en Biología Celular por la Universidad de Heidelberg. Compagino la ciencia con mi otra gran pasión: el Cine.

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