Lo nuevo del canal Historia es Vikings, una ambiciosa serie de ficción sobre este pueblo del norte de Europa que durante la Alta Edad Media aterrorizó a sus vecinos a base de incursiones y saqueos. Los capítulos, que han empezado a emitirse a principios de este mes de marzo, se centran en la vida del legendario Ragnar Lodbrok, un héroe de cuento con raíces en un personaje real.
A la historia a través de la mentira piadosa
La representación de la historia en los medios audiovisuales está plagada de dificultades cuando quiere ser veraz. Para solventar la imposibilidad obvia de trasladar la realidad de hace catorce siglos a las pantallas del 2013 de forma intachable, los realizadores juegan con las herramientas de las que disponen para contar sus historias de la mejor forma posible. Entre ellas, la mentira.
En Braveheart, William Wallace grita «libertad» a pesar de que en su época el concepto difería del que manejamos nosotros. En Gladiator, se eliminaron detalles como los carteles publicitarios en los que los gladiadores famosos promocionaba productos por temor a que el espectador actual se lo tomase a coña, aunque fuese común en aquel tiempo. Los vikingos que aparecen en Vikings hablan, piensan y aman con mínimas diferencias respecto a la audiencia de principios del siglo XXI. La excesiva precisión no es sinónimo de mejor calidad y mentir un poquito, omitir este dato y sumar este otro, ayuda a conseguir un texto digerible por los espectadores, que al final es de lo que se trata el negocio.
Los relatos audiovisuales se hacen pensando en quién va a verlos hoy y no en el historiador recalcitrante que señala como problemático que los protagonistas hablan en inglés en lugar de vaya usted a saber qué lengua bárbara. Así, aunque la precisión histórica de Vikings no sea perfecta, el conjunto resulta verosímil y, en cierto modo, también interesante desde el punto de vista de la divulgación. El canal Historia apuesta por salirse del formato del documental, que es muy útil, y se adentra en la ficción porque esta es también una gran herramienta para enseñar.
Los capítulos de Vikings duran 45 minutos y tienen un poco de todo; mitología, violencia, amistad, amor, traición,… lo que viene siendo un drama histórico al uso. Las tramas, que todavía no se han desarrollado demasiado, prometen; los actores son solventes y si no te importa que sean de Canadá y Australia forzando el acento escandinavo al estar representando a hiperbóreos no hay, por ahora, nada que reprochar a esta curiosa producción.
A mí de momento los dos primeros capítulos me han molado bastante. ¡Y he aprendido y todo! Que el rollo ese de la Piedra Solar ni idea de que existiese. También ha hecho que conozca el nombre de Ragnar y haya buscado al respecto.
No le puedo pedir más.
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es broma